Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Roñosa santa rita
Después de recibir una ´barberá´ de euros para remozar su ciudad, la alcaldesa de Valencia exige cortar las ayudas a Zaragoza.
22/09/2007 JUAN Bolea


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Los choques municipales de trenes dejan siempre algún estropicio en cercanías, y ya veremos en qué quedan los daños colaterales, el roto provocado por Rita Barberá, la alcaldesa valenciana, tras sus feroces críticas contra la ciudad de Zaragoza y su alcalde, Juan Alberto Belloch. Una horchatera Barberá --¿esta era la alcaldesa ejemplar, solidaria, la nueva mujer, la nueva gestión del PP?-- no quiere que el Estado financie la Expo de Zaragoza.
Nada me extrañaría que unas primeras consecuencias de tan injusta y negativa actitud pudieran percibirse en las próximas elecciones generales, en el voto de marzo. Si nadie desmiente a Santa Rita, lo que se da no se quita, (y no parece que Mariano Rajoy ni Gustavo Alcalde vayan a hacerlo) los zaragozanos acudirán a tales urnas con la impresión de que el PP, en caso de ganar las elecciones, se propone no costear la Expo, eliminando las ayudas gubernamentales y condenando a los zaragozanos a apechugar con el pago de cientos de millones de euros. Planteamiento que, después de los desastres del trasvase, provocaría un nuevo hundimiento de los intereses de los conservadores.
Nuestra deslenguada y desafeitada valenciana, nuestra fallera Santa Rita, lo que se da no se quita, parece haber olvidado demasiado pronto que su ciudad ha recibido una auténtica barberá de euros a lo largo de la última década. Los años de Aznar coincidieron con el esplendor levantino, con la orgía de la construcción en la costa, y con una saneada financiación del partido. Para machacar al PSOE y presionar a Cataluña desde el sur, Aznar inundó Valencia con millones y más millones del erario público. Daba igual que la corrupción, en las tres provincias levantinas, se extendiera como la pólvora, y que uno tras otro los dirigentes del PP fueran sentándose en el banquillo. Valencia crecía a golpe de talonario.
Sólo algún ingenuo habrá acabado por creerse que el Oceanográfico, el nuevo Saler, la nueva Malvarrosa, el cauce del Turia, el Auditorio, las depuradoras, el Museo de la Ciencia o la Copa del Mundo de Vela fueran logros financiados por los habitantes locales. Habiendo sido, muy al contrario, el resto de contribuyentes españoles, madrileños y andaluces, aragoneses y gallegos quienes, con sus impuestos, han contribuido a hacer una Valencia más grande y más digna, sacándola de su jurásico de cañas y barro y transportándola hasta los umbrales de una cierta modernidad.
Progreso al que, a través de su Expo, una Zaragoza tradicionalmente marginada en el reparto de los presupuestos públicos, aspira de manera legítima. Hasta la fecha, todos los partidos, incluido el PP, habían estado de acuerdo en impulsar una muestra internacional que no había recibido la menor crítica institucional, y sí múltiples felicitaciones, comenzando por la Casa Real. Ahora, a menos de un año para el día D, a nueve meses de la Expo la organización se enfrenta a la chufla y a las chufas de Santa Rita, lo que se da no se quita, y a una amenazante cuestión: ¿Cancelará el PP la financiación estatal a Ranillas en el caso de reconquistar la Moncloa?
Escritor y periodista

Hacia La Manga

22/09/2007 - 13:40:41 h.Hice la mili en Valencia. Por lo que es tierra conocida y querida. Cuando hace 14 años volví por allí, camino de La Manga, me quedé maravillado de las autopistas que tenían. No se veía Valencia por parte alguna. A Cullera directamente. Nunca he entendido porqué a Valencia le llovían los millones en tanto Aragón no veía un duro. Todo culpa de políticos deshonestos y miserables. Tampoco comprendo que para que los pijos paseen sus veleros, los ciudadanos hayamos tenido que pagarlo con nuestros impuestos. Todo culpa de los políticos que han pervertido la convivencia entre los ciudadanos de las distintas tierras de España. Malditos sean.