Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 31 de diciembre de 2007

Nochevieja en Madrid

Aquel año, recién licenciado, había estado en Castellón. La hermana de mi jefe pretendía abrir un negocio hostelero cerca del estadio Bernabéu, en Madrid, y deseaba que yo me incorporara a el, motivo por el cual allá que fuí. (Aunque al final, se retrasó tanto, que retorné a Castellón de nuevo). Antes, había llamado por teléfono a Germán. Para ello fui a Ródenas y me acompañó tu primo Pepelui. Durante el camino hablamos, como no, de ti. Confesé a mi amigo, sin saber explicar el motivo, que no me veía unido a ti, al mismo tiempo y con la misma o mayor fuerza que me sentía atraído, algo me repelía o impedía el acercamiento. Sin duda era tu recuerdo el que me impulsaba a realizar aquel viaje, a pesar de que yo lo disfracé como de trabajo. El tío Antonio me acompañó en el viaje de ida, aunque no recuerdo cual fué su motivación. Tenía un amigo que era portero de una sala de fiestas y éste, me consta, le enseñó todos los garitos y las mujeres de superlujo que en ellos había. Chicote, etc. Yo seguí otro camino. Mi buen amigo Germán Almeida, hermano de los otros dos (que no podía ver a su cuñada valenciana) permitió que me alojara en su casa de Mirasierra por unos días en tanto encontraba una pensión. También me buscó trabajo a través de otra persona, en el Ministerio de Marina sito en Juan XXIII (J.A.L. entonces).

Era la segunda vez que visitaba Madrid. En la primera, camino de Santiago -te envié una postal señal de mi paso- casi la palmo por culpa de un mamón que se durmió fumando en la cama. Suerte tuvimos que el humo aún no nos había alcanzado al estar echados. Uno se despertó y dió la voz de alarma. Como el piso era un primero, el fulano saltó y salió corriendo.

En el ministerio me llevaba bien con los Infantes de Marina; yo acababa de dejar el ejército del Aire. Recuerdo al de Somorrostro, al ché de la Albufera, La Ametlla de Mar,......con su mediación, de vez en cuando, le daba un tiento a la botella de ginebra que, según decían,solo bebía el almirante. Desde entonces, solo bebo Tankeray. Por cierto que ahora he averiguado que tanto el "patrono" como sus sobrinos no me dieron de alta en la SS., lo cual echo de menos por su importancia. (Era lo corriente, pero no influye)

En esta segunda visita/estancia, pude ver a mi amigo Joaquín, recientemente fallecido; así como a Ismael, con quien compartí una tarde de copas y nostalgias. También tuve un encuentro en casa de su tía cuando fuí a buscarle, más bien doloroso para mí. Y lo sigue siendo. No esperaba encontrarte allí y mi comportamiento y malas formas todavía me avergüenzan. Fue la desesperación. Sé que fui un estúpido, pero no supe la manera de acercarme a ti y ganarte. Te envié un ramo de claveles para tu cumpleaños, 19, el día 20 de ese mes. Nunca supe tu reacción al obsequio.

De las Nocheviejas que en mi recuerdo perduran, la vivida en Madrid aquel año, no pasará por ser la más alegre ni calurosa. La pasé solo, triste, sin compañía y con un frío gélido. En tanto que los demás se divertían, supongo, yo rumiaba mi soledad en el cuarto trastero que me servía de habitación en la calle Algodonales de Tetuán/Cuatro Caminos. Ahora se quejan, como si antes otros no las hubiéramos pasado muy putas. Ni calefacción ni ostias.

Fué una experiencia más de mi vida, pero desde luego, no la más feliz ni afortunada. La recuerdo, más bien con amargura. Salvo a Germán y su hermana, (ésta, tenía unos chalets en Mirasierra, tela marinera) personas ambas de una bondad extrema; también al señor Antonio Húmera que me introdujo en el ministerio y me invitó a su casa. A veces se corre tras de una ilusión y solo se encuentra una gran decepción. C`est la vie. Pero me has martirizado, vivo o muerto, durante toda mi vida; y no hay d

En todo caso, Madrid, dejó huella en mi. Indeleble. Grabada a fuego.


enviado viernes, 29 de diciembre de 2006 10:29 por WARRIORV