Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 26 de enero de 2008

Los Chulillas

Había, hay, una familia en el pueblo, con miembros fuera, que eran conocidos por este apodo. No tenía conciencia del porqué del mismo y siempre los había relacionado por lo chuletas, fanfarrones y echaos palante que haciendo honor al mismo se afanaban en demostrar o ejercer.
Fue en la pasada década cuando ese misterio quedó al descubierto para mí. No hay mal que por bien no venga. A raíz de un contencioso surgido con un vecino que usurpó en su favor una propiedad del municipio colindante con la nuestra, -diré que el fulano en cuestión es cuñado del alcalde ppero, ¿vale no?- fuí con mi padre al registro de la propiedad a interesarnos por lo que en el hubiera reflejado sobre nuestra casa.

Allí consta que un señor llamado CHULILLA de 2º apellido, dona a su hijo la citada casa. Año 1894, sin ninguna inscripción posterior. De lo cual se deduce que mi tatarabuelo (me pierdo) fue el único Chulilla del pueblo (¿sería gallito de antes ya?, sí parece que en aquellos tiempos eran pudientes en tierras que se fueron difuminando con las particiones hereditarias) y además por parte de madre, que era forastera. ¡Tela! El apellido, se perdió.

Como es evidente, soy un Chulilla que vive en y posee la mitad de la casa solar de la familia. Pero sí me quedó claro, una vez descubierta la trama, que algunos genes debió heredar esa rama del árbol pues han hecho honor al apellido, por lo chulos y fanfarrones, y se quedaron con la fama. Ojo, mi abuelo no se dejaba su parte atrás, ni su hermano tampoco, tirando a la barra por todos los pueblos del contorno.

El apellido CHULILLA, arranca  en la familia con la unión de mis trastarabuelos, esto es, los padres de Juan José Hernández Chulilla. Al ser la mujer quien aportó el apellido, este se perdió y es de suponer que antes nadie lo portó excepto ella; rastreando en internet, este apellido presuntamente procede de un pueblo del Maestrazgo turolense llamado Pitarque donde en este momento existen habitantes descendientes que aún lo conservan. Con uno de ellos tuve algún correo electrónico. Como mínimo, habría que remontarse a la guerra de Independencia para conocer con más detalle a los antepasados habida cuenta que ya a finales del XIX el tatarabuelo donó las casas a sus hijos siendo la nuestra la adjudicada al bisabuelo Cristóbal y la otra al tío/bisabuelo Miguel por lo que sus padres nacerían en el siglo XVIII o primeros del XIX

Juan José Hernández Chulilla y Engracia Domínguez (tatarabuelos)
 
Hijos: Cristóbal, Miguel 
El tatarabuelo Juan José, casó en segundas nupcias con otra mujer de la cual desconozco el nombre. De ese matrimonio nacieron dos hijos al menos, Juan Andrés y Víctor. Según parece, la herencia la dejó a los hijos del primer matrimonio por lo que debieron de tener líos y estuvieron muchos años sin hablarse. Recuerdo al tío Juan Andrés por ir a menudo a su casa con mis padres; como es natural, en aquellos años yo era ajeno a todos estos líos familiares y testamentarios y en la relación con mis padres, no tenía ningún efecto pues provenía de la casa de mis abuelos paternos. Para mí era el tío Juan Andrés, familiar, desconociendo el parentesco real. La jotera Sagrario Hernández, es nieta suya y por lo tanto, de raíces chulillas. Del otro hermano, no recuerdo si lo conocí ni tampoco a sus descendientes.
Cristóbal Hernández Domínguez y María López Latasa (bisabuelos)
                                                                                              
Hijos: Juan José, Leonor, Manuel, Cristóbal, Pepa y +

Miguel Hernández Domínguez y María (la castellana) tío/bisabuelo)
     
Hubo más hijos cuyos nombres no recuerdo. El tío/abuelo Juan José, se libró de la mili porque su padre pagó perras que lo libraron. Era el fanfarrón de la familia pues se dedicaba a tirar al barrón, barra aragonesa, por los pueblos de los alrededores. Digno heredero de la saga. El abuelo Cristóbal, no se libró del servicio militar, tuvo que ir a Marruecos en aquellos años peligrosos de Abd-el-Krim. Este matrimonio trajo bastante prole al mundo, difuminándose todavía más la herencia. El abuelo Cristóbal, siendo casi un chaval, tuvo algún problema con un guardia del monte que lo quería mal y le buscaba las cosquillas, resolviéndose este contencioso a su favor resultando perjudicado el provocador.  Es la vida.                                 
                                                         
                                     Cristóbal Hernández López y Filomena Doñate Domingo (abuelos)
                                                        
Hijos: Amor, Antonio, Vicenta, Aurelia
Amor murió de niña, como otros muchos niños en aquellos años. Vicenta, mi madre, y Aurelia, son mellizas


                                                       
                                                    Juan Andrés y Vicenta (padres)
 
La familia de mi padre -mis abuelos paternos- son oriundos del pueblo; como era costumbre, montón de hijos al mundo. Cuando la guerra, hubo tres hermanos al mismo tiempo alistados y mi padre -que no luchó en el frente- y su hermano Leoncio, acabada esta, coincidieron en Jaca en cuarteles diferentes.
Hijos: Delfín y María del Pilar
                                                        
Delfín y María Carmen (.)        María Pilar y Víctor
                                                                                                         
Hijos: Paloma y Olga                    Hijos: Víctor
                                                                                                      
                                      Paloma y Cristóbal  Hijos: Valeria 
                                      Olga y Juan    
                                                                                                      
En todo caso, el apellido del cual deberíamos estar orgullosos es HERNÁNDEZ, que se ha mantenido por generaciones aunque ahora esté en peligro por parte nuestra. La rama del bisabuelo Cristóbal, en este momento no tiene varones que puedan perpetuar el apellido. Otro tanto ocurre con el apellido paterno LÓPEZ. De todos los hermanos de mi padre, él incluido, es posible que también se pierda, quizá se conserve con alguno de los hijos del tío JUSTO, no lo sé.
Y ahora mis nietos, si Dios me los concede, llevaran los apellidos de mi abuelo. Las ramas se vuelven a juntar, pero a través de sabias nuevas ya que Cristóbal, marido de Paloma, mi hija, es primo segundo mío y nieto del tío/abuelo Juan José.

Mi madre me cuenta que el tío Miguel -su tío/abuelo- era muy pillo en tanto que su abuelo Cristóbal, hermano de Miguel, era menos interesao y más currela. Y eso, a la larga, se nota. Al partir la casa, habitaciones que le correspondían a él, se perdieron por dejadez suya. Esa malicia la han seguido heredando sus descendientes pues a pesar de ser familia, siempre han tenido contenciosos ambas casas. El abuelo Cristóbal y el tío Pepe (primo hermano suyo). Un hijo del tío/bisabuelo Miguel, de su mismo nombre, ha paseado el "mote" de Chulilla por todo el contorno. Miguel el Chulilla, era sinónimo de arreglador de desperfectos en las articulaciones: hombros, muñecas, etc; esquinces y dislocaciones; las roturas, para los médicos. En realidad, era al único que se conocía por ese apodo, al resto, quizá con un poco más de fuerza en el caso del tío Pepe, hermano suyo, solo se les llamaba así cuando era necesario diferenciar.

En todo caso, el mito de los Chulilla se ha descubierto y ya no es lo que era, ni lo que fueron.

Hijos del tío/bisabuelo Miguel fueron el tío Pepe, padre de numerosa prole (Pepe, Genaro, Patrocinio, Recaredo, etc.), Miguel  el Chulilla, el "quebrantahuesos", y dos mujeres más, al menos, cuyos nombres no recuerdo, una de ellas casada en Alfambra y la otra, ¿María? madre de Ángel, Hortensia, Clara.....
PD.- Esta entrada del blog se escribió el 26.01.2008 y se completó el 11.08.2014. Revisada el 10.09.2014