Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 1 de marzo de 2008

¡GENIAL!


La (in) justicia

En estos días, han creado polémica el tribunal constitucional con su sentencia sobre Urbanor; el tribunal supremo, porque cree invadidas las (in) competencias de sus señorías y el fiscal general del Estado porque cree, como la mayoría de los españoles con sentido común, que es una vergüenza que se proteja y exonere de culpa a los delincuentes en tanto los afectados quedan totalmente desprotejidos.

Es realmente bochornoso y humillante, para los ciudadanos contribuyentes, la actuación de la ¿justicia? en España. Los ladrones de guante blanco, siempre salen de rositas de las estafas que cometen. (De antemano cuentan ya con ello los perpetradores). Que si información privilegiada con el pelotazo correspondiente, células y otras gabelas bancarias, venta de solares (el caso de la polémica), Tibidabo, Ercros, etc. etc.

En tanto que esto sucede, para su sonrojo y vergüenza, ocurren casos como el del ciudadano que robó un belén o algunas de sus figuras, hace la tira de años. Era drogadicto en ese momento y hoy, regenerado, tiene un trabajo, mujer y una hija. Y aquí es donde quienes teniendo que dar ejemplo y ser ejemplares, se quedan con el culo al aire y al ciudadano, nos hacen sentir impotencia, vergüenza ajena y que con nuestros impuestos estamos manteniendo a vagos e irresponsables.

Tras muchos años, lo han metido en prisión a cumplir dos años de la sentencia de su robo. Y no es que no merezca un correctivo por cometer un delito. Pero quedan patentes, por un lado, la lentitud y mala gestión de una función importantísima para la sociedad como es impartir Justicia con justicia y a su tiempo. Por otra, la distinta vara de medir según quien delinque. En tanto que el robo de miles de millones queda impune y sin devolver la pasta afanada, mangar un belén o una gallina - o una hierbas en el campo aunque sea por necesidad, daría lo mismo-, de forma inexorable, se acaba en chirona.

Y de ambas cosas, existen culpables. Pero también quedan impunes.

(De forma deliberada, he obviado las mayúsculas).