No sé como decirlo para que no me interpreten al contrario. Porque esa es otra. Si pones a alguien a caer de un burro, con razón o sin ella, inmediatamente te contestan no a la acusación o censura emitida, sino atacando al emisor aun con la más peregrina de las acusaciones. Sobre todo en política es muy practicado. Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Aquí, no toca.
A quien deseo poner a parir, aquí y ahora, es a un fulano sin educación y engreído, (lo ha demostrado en varias ocasiones y a diario en los campos de fútbol), que muerde la mano que le da de comer y sobre el cual hubieran llovido millones de ostias de haber proferido el insulto -Madrí, cabrón, saluda al campeón- cara a cara. Y sin embargo, esos miles de agraviados hubieron de envainársela para evitar ser encima de jodidos apaleados.(Con lo fieras que se suponen son los de san Mamés, y no respiraron ni por el culo cuando les tocó).
Sale al albero, digo al césped, en plan de chulo mayor porque al que ose siquiera silbarle, le cae el fuego eterno encima. Y digo yo: si a mi me apetece llamar a alguien cabrón, ¿no es lo mismo que se lo llame a un señor de Soria (con perdón) que a uno de El Aaiun? ¿no corro el riesgo en ambos casos de que me parta la cara? ¿acaso al soriano sí puedo llamárselo y no al saharaui por su tez (aunque sea verdad)?
En fin. Cada cual en el castigo lleva la penitencia. Como quienes ahora le forran los bolsillos. ¡Qué se jodan!. Para mí, es un impresentable con muchos humos y demasiado dinero en el bolsillo. Que se lo han proporcionado los bwanas. ¡Que se jodan otra vez!
(A El Larguero, hace un año)