Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 13 de abril de 2008

La carta

Ayer, leyendo el post de un blogero amigo en otra comunidad, y con el mismo título, me vino a la memoria otra carta.

Eran los años del gobierno de Suárez. En la empresa donde yo trabajaba, surgieron discrepancias en la aplicación de los Pactos de la Moncloa. Relativos al dinero como no podía ser menos.

Tras discusión previa con el abogado laboralista que nos llevaba los asuntos a los currantes -éste se negaba a ir a Magistratura con el pleito- presentamos un recurso ante el juzgado. A su tiempo, fué notificada al representante de la empresa y al de los trabajadores el día y la hora de la vista.

El representante de la empresa, al recibir la carta, se la entregó al delegado de los currelas. Este, se dió inmediatamente cuenta de que esa misiva no era la suya pues ya la había recibido previamente en su domicilio. Pero se calló. Lo puso en conocimiento del letrado y optaron por guardar silencio.

Así, llegó el día del juicio. Estando en la sala de espera, donde no podía ver ni ser visto, escuchó a su abogado hablar con los de la empresa. El mundo se le cayó encima. Qué rato de nervios. Tras una larga espera, no los volvió a oir y posteriormente apareció su abogado. ¿Cómo ha ido todo? ¿Sabían de nuestra estancia aquí y el motivo?. Todo ha ido bien. No.

Ganamos el juicio y los dineros en litigio. Conociendo a los jefes del jefe, imagino que la que le caería encima cuando se enteraran, sería suave.