Tras la felicidad ha venido el desastre. Una tormenta larvada que ha acabado por declararse. Mi Princesa querida, llora en silencio y yo, me encuentro inerme y solo me queda la posibilidad de llorar con ella y consolarla en la medida de mis fuerzas que no son muchas.
No se si el Destino nos busca o vamos nosotros a su encuentro. En todo caso, es un kabrón.
Una vez más, se cumple aquello de que "quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro"
Perros malditos.......