Comienzo el principio del fin de mi vida laboral. Día a día, lentamente, van cayendo los granos de ese reloj inexorable que me llevará dentro de poco, como al zorro, a la peletería.
Aunque a mí se me haga inalcanzable, como en esos sueños o pesadillas en que te esfuerzas por correr y sin embargo no avanzas. Pero estoy poniendo todo mi interés en conseguir esa meta. No me importa llegar el último, al fin y al cabo ese soy yo, me conformo con vivir ese día y los años posteriores. (Por pedir, que no quede).