Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Je t`aime

He estado reflexionando sobre la posibilidad de morir de amor y la verdad, aparte de mí, no logro encajar a nadie en la categoría de candidato.

Pienso en Diego Mansilla e Isabel de Segura y llego a la conclusión de que Hartzenbuch no nos contó la verdad.

Conozco una pareja que lleva 60 años de convivencia en común. Gruñéndose, pero incapaces de estar el uno sin el otro. En estos casos, ya no se muere de amor sino de viejo o de soledad (¿o sí?).

Se han dado casos últimamente de ancianos que hartos de ver sufrir a sus parejas, les han dado muerte. Triste final para una historia de ¿amor?. Sin embargo, la jauría, lejos de tratar el tema con un mínimo de delicadeza y objetividad, analizando el porqué del suceso, da su veredicto inmediato e inexorable: otro crimen machista. Aunque nunca una muerte tenga justificación.

Esta sociedad actual, es más propensa a matar "por amor" que a morir por esa causa. Es más posible morir persiguiendo una quimera, que hacerlo junto a ella.

Juan Adriansens mencionaba que "una pareja sobrevive en tanto que en la cama se entiendan". ¡Pues no hace años que sé eso yo sin necesidad de ir de plató en plató!.

Aún recuerdo como en mi juventud mi tío hacía el siguiente comentario: "de tanto que se quieren, no se pueden ver". Ese "odio", ha credido exponencialmente, pero es irredento.

Y hay una afirmación, que aunque no venga a cuento es cierta: el lobo sueña con comerse a Caperucita, pero acaba devorando a la abuelita.