Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 24 de noviembre de 2008

No ver, no tocar.

Cuando me lancé al proceloso mar de la navegación por Internet, lo hice con la alegría e inconsciencia del novato. Como en todos los ámbitos de la vida, se dan todo tipo de incidencias. Si bien es verdad que antes había más frescura, más posibilidades de relación personal, menos aglomeraciones y menos saturaciones que ahora.

No voy a relatar a pie juntillas las aventuras del barón de Munchausen. Pero intentaré al menos ajustarme a lo que he "visto y oido".

La primera conexión que tuve, fue a través de la tarifa plana de Terra. Solía visitar los foros. De ahí pasé a los chats que son en vivo y más dinámicos e interesantes. Aquí, como estamos de todo, de todo se halla, convergencias y divergencias asonantes. Se puede coincidir e intimar dependiendo del grado de implicación que cada cual esté dispuesto a asumir.

Acabas hasta el gorro de las manidas preguntas de rigor que con toda seguridad alguna vez los navegantes hemos "escuchado". Lo cual, poco a poco, a mí me alejó de los mismos. No se si me he tornado cascarrabias o susceptible, pero ya no aguanto una "conversación" con alguien desconocido a quien no aporto nada.

Si en algún momento las cosas iban demasiado lejos, exhibía mi lema de navegante: no ver, no tocar. Recuerdo especialmente lo que en una ocasión me enseñó una amiga chatera: "donde tengas la olla, no metas la polla". Jajajajaja, qué verdad es. Ella, era hostelera y se le habían liado y largado la somelier y el cocinero. ¿Qué podía esperar si los había alojado a los dos, solos, en un piso de su propiedad?.

Aunque no todo el mundo lo ha tenido claro, o sí, a muchos los ha atrapado la red. Conozco algún caso. Sin embargo, habría que decir aquello de "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".

Cuando descubrí los blogs, me olvidé de todo lo demás. Aunque sea en un lenguaje pueblerino y tosco, me gusta escribir y contar las aventuras del abuelo Cebolleta. Con ese lema, es muy difícil conseguir y mantener un partenaire que, estando dispuesta/o a tener una cierta intimidad y complicidad, esta no conlleve una esperanza de conocimiento a corto o medio plazo.

Una comunidad bloguera, te permite visitar a quienes, en sus escritos, manifiestan una cierta concurrencia por su forma de expresión. Sin excluir, supongo, un contacto personal entre sus miembros, a través de las "quedadas" para quienes de ello gusten, como los chateros

Una hija..........

Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y como las cosas le resultaban tan difìciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejo hervir sin decir palabra. La hija espero impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su Padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego; Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en un plato.
Coló el café y lo puso en una taza. Mirando a su hija le dijo:
"Querida; ¿Que ves?" "Zanahorias, huevos y café; fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.
Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Al sacarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro.
Luego le pidio que probara el cafe?. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Que significa esto, Padre?"
El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua fragil. Su cascara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café? sin embargo eran los únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta", ¿cómo respondes? "Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"
Y cómo eres tú: "Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
"Eres un huevo, que comienza con un corazon maleable? Posees un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero "Eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazon endurecido? "O eres como un grano de café? ¿El café? cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las
cosas se ponen peor tu reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
¿Como manejas la adversidad?
¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de cafe?