Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 28 de noviembre de 2008

la luna sobre el Aneto-Maladeta


Ramón Torres

LAS GRULLAS




No voy a escribir de estas aves sobre las cuales desconozco casi todo. Para eso están los otorrincólogos o como se llamen.

Esto viene a cuento porque anoche, alrededor de las nueve, cuando volvía a casa después de pasar la tarde con mi nieta, al ir a coger el coche escuché el clásico graznido de una formación. Me llamó la atención, como siempre, pero más en esta ocasión por ser de noche hacía horas. Prestando atención con la vista puesta hacia donde venía el sonido, descubrí , a la luz de la población, la formación en V clásica de un centenar de las mismas dirigiéndose, presumiblemente, hacia la laguna de Gallocanta.

Es increíble la capacidad de orientación de estas aves. De un año para otro, mantienen el rumbo tan bien o mejor que el más sofisticado jet comercial. Por el valle del Ebro, suelen cruzar en el otoño y la primavera en una u otra dirección según la estación. A los agricultores de Bello y pueblos colindantes a la laguna, lugar de hibernación, no es que les haga demasiada gracia la migración. Tiene su explicación. De los sembrados, obtienen el grano que según el Señor tendrán que servir de alimentación a las aves del cielo. Ellas, desconocen quien es el proveedor de su maná, simplemente se sirven pues los encuentran libres. La DGA, tiene que asumir el desaguisado de las grullas en las fincas. En los campos de maíz cosechados de Villafranca, las he visto buscando los granos caídos durante la recolección.

Al margen de sus estropicios, detractores y defensores, sobre todo en primavera alegran a quienes las contemplamos en grandes bandadas emigrando hacia el norte. Espero volver a veros pronto.