
La autopista cruzando el Ebro. Entrando al meandro de Ranillas.
Cuando el otoño comienza a florecer
y en tus laderas la nieve a coronar
es un milagro de la vida que tu ser
con sabia nueva se vuelva a renovar
Mares lejanos te hicieron navegante
los cantos de sirena se dejaron oír
tu, cual Ulises intrépido y errante
de seductores labios no supiste huir
A mas de dos ya consideran multitud
tú, no alejes la galera de su norte
así, ponderando tu línea y actitud
marcarás una derrota coherente
Ando lento por el meandro de Ranillas
veo al Ebro discurrir hacia levante
ser, emulando a sus aguas silenciosas
de ti, mi ser, peregrino caminante
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