

Se acerca el tiempo de las setas, hongos y los azafranes. Es muy incierta la posibilidad de que salgan pues dependen de las lluvias, escasas o nulas, del verano. Este pasado mes de Agosto cayó una enorme tronada con lo que se apuntaba la posibilidad de, si había continuidad en las lluvias, poder recoger alguno de estos hongos. Después, hasta la semana pasada, no volvió a caer una gota.
Pero aún es tiempo. Si permanece este régimen de lluvias, humedad y fresco, quizá tengamos suerte y podamos recoger alguno aunque solo sea para matar el gusanillo de ir a pasear el monte, cogerlos y lo que es mejor, comérnoslos.
Antes en mi pueblo no había rebollones. Ha sido a raíz de la repoblación forestal que hubo cuando yo iba a la escuela. La simbiosis entre pino y rebollón parece ser total. Sin lo uno no existe lo otro. Han habido años de verdadera cosecha. Va para 30 años que, aquí en Aragón, esta fue sobresaliente en todas partes; Paniza, el pueblo de la santa, el mío...., parecía como si los hubieran sembrado.
Hay pueblos que han acotado el monte para que los forasteros no puedan pisarlo. Catalanes y valencianos, sin olvidar a los autóstontos, son marabunta que invade y asola los pinares. Si al pinar se le trata con cuidado, las setas siguen saliendo en tanto el clima sea favorable. Pero hay energúmenos, egoístas asilvestrados que, rastrillo en mano, machacan todo dejando pardina al monte. A esos debería estarles prohibido el acceso en cualquier parte.
La seta de cardo, es la mejor según dicen. No le tengo mucha fe. Les tengo miedo a las setas. El rebollón es inconfundible; puede que la seta también, pero... A la seta de árbol le he perdido el miedo, siempre que sea yo quien la recolecte de las toconas podridas de los chopos. Y es que una vez me dió mi padre unas setas de cardo que comí para cenar. No me pasó nada, pero me estuve muriendo toda la noche. Juré que jamás volvería a comerlas.