Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Pesetas.......que no valen pa ná










































Hacía mucho tiempo que mis padres me habían dado tres o cuatro kilos de monedas de pesetas, duros, etc, para que las cambiara por euros. No me había involucrado en ello puesto que hubieran significado doce euros o menos al cambio. Un día que la santa no tenía nada mejor que hacer, se dedicó a hacer paquetitos con ellas con la sana intención de que fuera al banco de Spain a venderlas. Más que nada, por perderlas de vista (o por joderme).

Como el viaje no merecía la pena, las guardé en el trastero y me hice el remolón y el olvidadizo. Pero a la muy puñetera, cuando cambia la luna, le viene a la memoria el asunto del change. Así que las subí e hice el recuento; pues cogí unas cuantas cuando pinté esta habitación y las guardé en el armario atrás, para sorpresa del próximo pintor pues yo no aspiro a serlo de nuevo ni de coña.

Así que esta mañana me he cargado de buenas sensaciones -y la bolsa de monedas- y me he ido para allá. Al banco de Spain en la plaza del mismo nombre. Mañana fresca pues al cruzar el Ebro venía un relente fino. Un termómetro de calle marcaba 3 grados. Después de la caminata, el fulano de la ventanilla me dice que no valen. ¡Koño! ¿y eso? Pues porque son viejas, no de la época en que el euro se puso en marcha. ¡Manda kojones! Pues para este viaje no necesitaba alforjas. Hace ademán de quedárselas para tirarlas a la basura. ¡¡Y una mierda!! para aprovecharte tú si hay alguna que valga algo. Así que con el peso pa casa de nuevo.

Como hacía meses que no había pisado el centro, quizá más de un año, a la vuelta me he ido a ver a la Señora Pilar. Y me he quedado patidifuso. En la Plaza de la Señora, están montando un belén que ríase usted del de Martínez Soria. Este alcalde ha perdido el oremus, el norte y el sentido de la mesura. Es un narcisista lunático que odia a los zaragozanos. Las toneladas de tierra y piedras que están llevando para confeccionarlo, con todo lo que acarrea, debe costar una millonada que, dados los tiempos de precariedad extrema en la que muchas familias están immersas, es una desvergüenza y una golfada. Muchas necesidades podrían haber sido cubiertas con ese despilfarro y suplir ese belén con alguno más sencillo y a poder ser de turron de chocolate para comérnoslo al otro día de Reyes.





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