Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 17 de febrero de 2009

Las bodas de Isabel y Diego

Torre de San Martín




El Torico. Recordar mirar parriba sino, no lo veréis.


La Catedral y sus torres


Paseando por la plaza de la Catedral


Puerta por la que, según los que lo vieron, entró Diego en su retorno de tierras de infieles. Arriba a la izquierda, restos de la antigua muralla.


Los Arcos con el acueducto. Avenida de Alcañiz













Que no se porque demonios la llaman de ese modo a la representación puesto que Isabel en realidad se casó con Pedro de Azagra. Tampoco de donde ha salido el nombre de Diego, -habré de leer algo más sobre el tema- pues en realidad el fallido amante de Isabel se llamó Juan.

Este día, lo dedicamos a hacer una visita a la capital. El hermano de mi madre estuvo ingresado tras la muerte de la tía -nada que ver entrambos hechos- y fuimos a verlo. Aprovechamos antes de comer para ir a dar una vuelta por el ambiente festivo. Mi señora madre, mi prima y yo. No íbamos ninguno ataviado con las prendas medievales que ahora usan para este acontecimiento.

Entramos por la avda. de Alcañiz, donde junto a los arcos del acueducto, ya tenían montadas las jaimas para el papeo las gentes de la ciudad. Nada más entrar a la parte vieja, nos encontramos con una princesa junto a la cual me retraté. Otra prima que iba con el marido y los niños, estos sí, todos con atuendo de época.

En la plaza del ayuntamiento y de la catedral, jaimas y chiringuitos de la más diversa índole. Papeo y recuerdos. Algún artesano también. A mi madre le apeteció y compró dos tipos de pastel. En la entrada de la catedral, estaba montado el tinglado para las representaciones. Uno de ellos. Con el sol radiante que hizo, el mudéjar lucía en todo su esplendor.

Nos acercamos hasta la plaza del seminario. Allí otra torre mudéjar, la de San Martín, se veía magnífica. Todo el recorrido lleno de tenderetes y fuegos con asados o calderetas para comer. Así cualquiera. Llegamos a la plaza del Torico. Hay mucha gente que se lleva una decepción cuando ve al Torico. El diminutivo ICO, no lo han tenido en cuenta. (El ICO, es otra cosa).

Aquí había gente tocando en escenario, la SER, y otros bailando y tocando por la plaza. Ví a un obispo barbudo y le pedí que posara. El hombre, complaciente, invitó a mi madre y a mi prima a acompañarle. Solo lo hizo mi madre; ahora lo tengo guardado para hacerle una ampliación a mi madre. Más tarde lo ví en la RTVA, era el oficiante en la boda y los funerales. Me acerqué al mausoleo de los Amantes, pero como era tarde, desistí de entrar. Ya he estado con anterioridad.

Compramos un poco de cecina, que nos sirvió de aperitivo con unas birras en casa, y después de pasar por el Tozal, por la Ronda, volvimos a casa. En aquel momento estaban descargando a las vaquillas para el toro ensogado de la tarde. Mi madre que se percató, paticas paque os quiero.