Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 22 de febrero de 2009

si

Que te amo
que te quiero
que te sueño
que te necesito
amor.


Los Casares

Vista general de Los Casares desde lo alto del castillo. Foto de internet


Dos vistas de la piedra El Tormo (siempre me ha impresionado). Ha habido algún loco de la colina que ha subido arriba.





La vista "oculta" del castillo. Los Casares. Se han descubierto restos de población ibera y posterior.

La piedra La Horca y los restos de la ermita de la Virgen de la Villeta. Hoy en la iglesia del pueblo. En el mismo entorno

Otras rocas grandes con el castillo al fondo










El domingo por la mañana, salió pelín borde. Neblinas en san Ginés y una escarcha, hielo, guapa. Soplaba un airecillo solano que no tenía nada que envidiar al cierzo.

Bajé al Pradillo a coger unas espinacas al huerto del tío para hecérmelas en ensalada para comer. Las dejé, pues los hielos habían socarrado los bordes de las hojas.
Después, Rocinante y yo, nos subimos al castillo. Subir allí andando, hubiera sido lo propio, pero quería asomarme a ver la nieve de la sierra de Bronchales y eso era demasiado.

Bajé andando por Los Casares, donde aún existen restos de pasados moradores y me acerqué hasta la piedra El Tormo. Se aprecia más su figura en la distancia que a sus pies. El terreno y las estepas, algún susto me dieron con el consiguiente voto a ...... Hice las fotos expuestas y algunas más. Al retorno, me entretuve a los pies de la mole del castillo. Allí el sol, a pesar de que el aire daba de frente, se hacía sentir agradable.

Cuando de nuevo íbamos a reanudar la marcha, llegaron tres coches a visitar el castillo. No comprendo el interés de la gente que viene desde lugares lejanos a verlo ni como se enteran. He hablado con algún compañero que ha ido, y a la gente le encanta. En verano, es una romería la de gente que acude. Tomé un par de fotos del castillo desde otra posición pero con el sol, salieron oscuras. Daba de cara como antes.

En la sierra de Bronchales, se veía nieve, pero ya en deshielo. No molaba nada. A la vuelta, paré en la fuente del Tío Narciso. Un manantial tomado en otro lugar más arriba y que él explotó durante años en su finca. Ahora, el agua baja al pueblo y hay un grifo para quien desee llenar alguna botella o echar un trago. A la tarde, vuelta al reformatorio otra vez.