Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.
jueves, 26 de febrero de 2009
La Prima Vera
Ayer, mientras preparaba la comida, escuché los graznidos característicos de una formación de grullas cruzando el valle del Ebro. Esa es buena señal. Significa que los animales, con su instinto, ya perciben que el tiempo está cambiando, que los días son más largos y que hay que emigrar hacia las tierras del norte de Europa.
Ya de noche, pasadas las nueve, volví a escuchar la misma música. Van, en oleadas. Y qué capacidad de orientación la de estas aves. No necesitan radar ni que nadie les diga si llevan o no el rumbo correcto. Quizá, con esos graznidos que los humanos no sabemos interpretar, las aves guía digan a las que sean primerizas en esta ruta lo que los pilotos a su pasaje: "formación, estamos atravesando el valle del Ebro y esa población que se ve abajo es Zaragoza". Que al otoño nos volvamos a encontrar, a la espera de una nueva migración al norte.
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