Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 7 de marzo de 2009

Espera......


A él le gusta que espere tras la puerta rezagada, escondida en la sombra del baño.
Le gusta oír las llaves cuando bajo la barrera. Y encontrarme esperando.
Abrazarme, apresarme con sus brazos.
Le gusta que le diga que le quiero. Que no se imagina cuanto le he echado de menos.
Nunca le dejo tiempo de quitarse la chaqueta así que me aparta despacio, y él protesta entre risas.
Le gusta que me siente entre sus piernas.
Y acariciarme el pelo y dibujar con sus dedos mis ojos distraídos.
A él le gusta que nunca lleve nada debajo del pijama de ranitas.
Sobarme por encima los pechos mientras sigo contándole cómo me ha ido el día.
Le encanta que tras esos pequeños momentos empiece a desnudarle ansiosa de sus besos.
Y que le mire siempre esperando que apruebe con su boca todos mis movimientos.
A él le vuelve loco llevarme hasta la cama de la mano le gusta desnudarme, besándome despacio.
Le gusta que me tumbe con las piernas abiertas para comerme entera de abajo a arriba, de arriba abajo de dentro a fuera.
Y cuando ya mis fuerzas se han rendido, le gusta que le pida: "Por favor ven aquí encima".
Y entonces me parece que acata mis deseos pero lo que a él le gusta es hacerme suya.
Y de pronto me gira y me susurra cosas que no puedo escribir, me ruborizo.
Empuja como loco mientras lame y agarra con sus manos mi coleta y cuando mi respiración es rápida e inquieta, para un segundo.
Me besa. Su boca es dulce. Su lengua tersa.
Le gusta que le diga que no pare. Que quiero ser de él como de nadie.
Y entonces me parece que acata mis deseos (¡otra vez!)

Y cuando todo acaba y estoy sobre su pecho apoyada, agotada de sudores fríos, de fluidos calientes en mi cuerpo, a él le gusta decirme que soy la única.