Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 16 de marzo de 2009

Vuelta a los orígenes.


Últimamente, por fas o por nefas, he perdido el hilo -y añadiría que la carrucha también- que guiaba mi blog. Lo que comenzó siendo una recopilación de vivencias pubertarias o anteriores, se ha convertido en un zoco donde todo cabe. Y no es que no me apetezca hacerlo, pues soy desde el consejero-delegado y por ello irresponsable máximo, hasta el botones recién contratado.

Ciertamente, lo que haya podido perder en originalidad y autenticidad, lo ha ganado en emoción y vistosidad e incluso, belleza. Los estadios emocionales atravesados por el consejo de redacción, a veces son tan enrevesados y retorcidos como las cuentas del Gran Capitán. (O de las empresas del IBEX).

Hemos pasado de ser originales, a nutrirnos de la sapiencia y experiencia de otros blogueros que nos prestan no solo su inspiración, a veces, sino también sus propios comentarios. De su esencia, han surgido posts muy emotivos y genuinos.

Sin duda, aquello que en un principio fueron vivencias infantiles y adolescentes, sin desaparecer del todo, han dado paso a una nueva narrativa con las experiencias y vicisitudes que el tiempo actual nos está procurando. Y dentro de la sensibilidad requerida, mantenemos esa autenticidad.

Vamos a intentarlo. Sin comentarios.