Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 16 de abril de 2009

Vaya perlas..













Para darse cuenta que en todos los tiempos ocurren cosas y que las mujeres en grupo son tan peligrosas o más que los hombres, ahí va una historia de la que fueron protagonistas mi madre y cuatro o cinco primas suyas. La edad no la se, tampoco hace falta. Se sospecha por los hechos.

Mi abuelo, las había mandado a recoger cerda al azafrán. La cerda, es la hoja de la planta que al llegar el mes de junio se seca. Esta se recogía a mano sin esfuerzo para arrancarla, el sufrimiento venía de estar arrodillado o en cuclillas para realizar la labor.

Bueno pues la cuadrilla de mocetas, en vez de realizar la faena que hubiera costado dos horas, se dedicaron a hacer terrorismo campero. A un mozo, Santiago, que tenía el aladro -arado- en las cercanías, se lo deshicieron y escondieron las piezas que lo formaban. (Este mozo, un día de san Ginés en que posiblemente todos fueran algo calientes, en unos postes de conducción eléctrica de alta tensión que había a la entrada del pueblo y que allí han permanecido hasta hace pocos años, se apostó a trepar y tocar con un palo los cables. Fue su última y definitiva tontería. Murió electrocutado).

Más adelante, o antes si consideramos el espacio de desplazamiento, había otro mozo, Víctor, cavando para plantar azafrán. A éste lo insultaron todo que quisieron, a distancia claro, por si acaso. "Víctor, culónnnnnnnnnn, socarraaaaaa, cabrónnnnnnnn". Vaya alhajas.

Al final cayó en sus manos un pastor, Cojete. De nombre Raimundo, fue íntimo de mi padre; mangaban fruta y la depositaban en un lugar común del que se abastecían posteriormente. Eran inseparables. Bien, pues a este pobre mozo, le pidieron les diera agua para beber. Bebieron el agua que quisieron y no contentas con ello, el resto se la tiraron al suelo. Solo quien haya estado en el campo en el mes de Junio, o en cualquier época, sabe la importancia de poder contar con agua de boca en cantidad suficiente. Estas "fieras", lo dejaron seco.

Y así, de un día de trabajo que hubiera supuesto a lo sumo hora y media o dos horas de ocupación, lo convirtieron, tras la kale borroka practicada, en una jornada completa pues acabaron a las tres de la tarde. Y yo le pregunto a mi madre: ¿terminaron?. "Huy, si no lo hacemos, el abuelo nos mata".

La primera foto ilustra la faena de coger o recoger la cerda. El resto, diferentes fases del nacimiento, recogida y esbrine de la flor.