
Vista del Cerro de san Ginés, desde el pueblo

Vista del Cerro de san Ginés, vertiente rodenera.
Recién acabado de comenzar el mes de mayo, tras la noche de los Mayos y sus Mayas, nos ha caído la Cruz de Mayo.
Día de recuerdos infantiles y juveniles. Hoy, era fiesta grande. Se subía en romería a san Ginés a bendecir los términos. Tiempo inestable, como ahora, no era extraño hallar la cima blanqueada a primeras horas del día. Pero ahora no es enero. Al llegar arriba, la nieve había desaparecido y el jadeo y el sudor de la escalada quitaban ese frío mañanero.
Reparto de huevos cocidos al finalizar la misa y la procesión. Se llevaba al santo a un risco donde se depositaba la peana, y alli a bendecir los cuatro puntos cardinales, que a mi pueblo le venían de frente pues a la espalda era/es Ródenas y a la derecha Almohaja. A la izquierda nos queda Villar. Todo se ha perdido con el envejecimiento de la gente. Mira yo. Ya soy abuelo. Y sin embargo, en una ocasión luché por arrebatarle a Crispín la posesión de la bandera del santo para subirla al Cerro y lo conseguí. Media docena de huevos cocidos de recompensa. Me alimentó más el haberle mangado la bandera que los huevos duros.
Bueno, todo no está perdido. Se ha adaptado. Ahora salen en procesión al Llano y formulan los mismos mágicos conjuros para que las cosechas sean fructíferas y granadas. Después, en la puerta del horno, se ponen hasta las tetas de comer huevos duros y beber vino. Los nuevos tiempos. Antes nos daban solo uno y ahora hay pa todos. Hasta para los ausentes. Así da gusto.