LA ESCORIA QUE AUN PUEDE QUEMAR
LOS POLOS DE UN IMÁN
LA LLUVIA Y LA TIERRA
LAS OLAS DEL MAR.
SI UN DIA TE DICEN
QUE ME HAN VISTO LLORAR
SEGURO ES POR TI
NO HAS DE PREGUNTAR.
LE TENGO ENCARGADO
YA SABRÁS A QUIEN,
QUE CUANDO ME VAYA
DEBERÁS SABER
QUE TÚ FUISTE SIEMPRE
MI AMOR Y MI HIEL.
enviado miércoles, 10 de octubre de 2007 0:20 por WARRIORV
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.
sábado, 6 de junio de 2009
El reloj de oro (ó de-funcionarios)
Leo, en la prensa, con comentarios a favor o en contra dependiendo de quien los emite, que a los funcionarios -no se si autonómicos, estatales o ambos dos-, les van a dar días de fiesta añadidos dependiendo de la antigüedad (en años) acumulada en el puesto (o la gabela). Habida cuenta de que los suman por trienios, alguno estará ya frotándose las manos.
Y mira tú por donde, en la empresa privada ocurre todo lo contrario. No es que los empresarios o sus sicarios vayan locos por lograrlo, es que han conseguido eliminar la generación de antigüedad. En la empresa donde trabajo, a partir del 1º de Enero del año que viene no se generará más antigüedad por nadie. Quedará congelada. Ni que decir tiene que hace tiempo que los nuevos contratados han perdido ese derecho.
Pero no solo ha sido eso. Hace años que los espléndidos "aguilandos" con que éramos obsequiados para Navidad, pasaron a mejor vida. Tres botellas de vino de la tierra por cabeza, desequilibraban los resultados de la empresa según la dirección.
Pero el paradigma de la racanería fue la negación del obsequio al cumplir 25 años de trabajo -me niego a considerarlo de servicio- en la empresa. Esta costumbre, consistente en el regalo de un reloj de oro, implantada en la casa matriz de Alemania, aquí fue eliminada. Se supone que se incrementó en la misma cuantía el fondo de reptiles, digo de pensiones, de quienes consiguieron una victoria tan importante.
Me quisieron regalar un reloj de "loro". "No tengas prisa, que cuando lleve los 25 años de antigüedad me regalarán uno en la empresa". Me ha pasado como al gallo de Morón.
¡Ah! y como los sindicatos defienden o no derechos dependiendo de donde están.......pues ajo y agua.
enviado viernes, 12 de octubre de 2007 0:07 por WARRIORV
Y mira tú por donde, en la empresa privada ocurre todo lo contrario. No es que los empresarios o sus sicarios vayan locos por lograrlo, es que han conseguido eliminar la generación de antigüedad. En la empresa donde trabajo, a partir del 1º de Enero del año que viene no se generará más antigüedad por nadie. Quedará congelada. Ni que decir tiene que hace tiempo que los nuevos contratados han perdido ese derecho.
Pero no solo ha sido eso. Hace años que los espléndidos "aguilandos" con que éramos obsequiados para Navidad, pasaron a mejor vida. Tres botellas de vino de la tierra por cabeza, desequilibraban los resultados de la empresa según la dirección.
Pero el paradigma de la racanería fue la negación del obsequio al cumplir 25 años de trabajo -me niego a considerarlo de servicio- en la empresa. Esta costumbre, consistente en el regalo de un reloj de oro, implantada en la casa matriz de Alemania, aquí fue eliminada. Se supone que se incrementó en la misma cuantía el fondo de reptiles, digo de pensiones, de quienes consiguieron una victoria tan importante.
Me quisieron regalar un reloj de "loro". "No tengas prisa, que cuando lleve los 25 años de antigüedad me regalarán uno en la empresa". Me ha pasado como al gallo de Morón.
¡Ah! y como los sindicatos defienden o no derechos dependiendo de donde están.......pues ajo y agua.
enviado viernes, 12 de octubre de 2007 0:07 por WARRIORV
Va de curas
In illo tempore, en vida de mi abuelo Manuel, el de la escursión en busca de té, ocurrióle a éste un hecho que mi señor padre aún se enciende cuando lo recuerda. El abuelo vivía junto a la iglesia. Reza que está construida, toda ella en piedra de rodeno, en el año 1740. En el atrio del altar mayor, había sendas lámparas de latón o bronce colgadas cada una de las columnas correspondientes. Eran grandes, preciosas. En el propio altar, unos candelabros que daban mucha prestancia y realce al mismo, sobre todo los días de las grandes solemnidades en que quedaba todo muy iluminado. Para encenderlos y apagarlos el sacristán usaba un artilugio especial dada la altura a la que quedaban las velas.
Una noche, mi abuelo observó que había luz y se escuchaban ruidos. Previendo, con buen criterio dadas las horas, que fueran ladrones, el hombre entró a la iglesia a ver que pasaba. Cual no sería su sorpresa al ver al cura y al sacristán, con nocturnidad y alevosía, en plena faena embalando las pertenencias más valiosas de la parroquia.
De este modo desaparecieron esas lámparas, los candelabros, los libros del coro antiguos con tapas de cuero, casullas, etc. Todo cuanto tenía algún valor, voló. Más o menos como en todas las parroquias. Aves de rapiña, que siempre se han pasado la vida pidiendo, pero que no respetan la propiedad de las parroquias. Y además, el cura le cogió ojeriza a mi abuelo.
En otro lugar, me han contado que llegó una pareja de refugiados con sus hijos al pueblo. De las tierras del sur o por ahí. Un día, desaparecieron las teclas de marfil del órgano de la iglesia. Como siempre, pocarropa fue el primer sospechoso. Tras dos o tres días de "ablandamiento" tratando de convencerlo de que había sido él, no pudo aguantarlo y dejó viuda e hijos huérfanos. La mujer, con la ayuda de los vecinos -unos más que otros- sacó adelante a sus hijos haciendo todo tipo de trabajos en las casas. Hace poco la ví llorar, recordando esas amarguras.
Y aunque oficialmente nunca se supo la verdad, porque no interesaba, es vox populi que quien presuntamente robó las teclas, fue el propio cura. El cual, con posterioridad, se fue a Mallorca con otro elemento a fundirse las perras en putas
Otro ejemplo que clama al cielo es el de los bienes de las parroqias de la diócesis de Barbastro-Monzón. El bispe de Lérida, se niega a devolverlos. Todos son iguales y estos, catalanes. No hay peor sordo que el que se pone una venda en los ojos.
enviado domingo, 04 de noviembre de 2007 0:09 por WARRIORV
Una noche, mi abuelo observó que había luz y se escuchaban ruidos. Previendo, con buen criterio dadas las horas, que fueran ladrones, el hombre entró a la iglesia a ver que pasaba. Cual no sería su sorpresa al ver al cura y al sacristán, con nocturnidad y alevosía, en plena faena embalando las pertenencias más valiosas de la parroquia.
De este modo desaparecieron esas lámparas, los candelabros, los libros del coro antiguos con tapas de cuero, casullas, etc. Todo cuanto tenía algún valor, voló. Más o menos como en todas las parroquias. Aves de rapiña, que siempre se han pasado la vida pidiendo, pero que no respetan la propiedad de las parroquias. Y además, el cura le cogió ojeriza a mi abuelo.
En otro lugar, me han contado que llegó una pareja de refugiados con sus hijos al pueblo. De las tierras del sur o por ahí. Un día, desaparecieron las teclas de marfil del órgano de la iglesia. Como siempre, pocarropa fue el primer sospechoso. Tras dos o tres días de "ablandamiento" tratando de convencerlo de que había sido él, no pudo aguantarlo y dejó viuda e hijos huérfanos. La mujer, con la ayuda de los vecinos -unos más que otros- sacó adelante a sus hijos haciendo todo tipo de trabajos en las casas. Hace poco la ví llorar, recordando esas amarguras.
Y aunque oficialmente nunca se supo la verdad, porque no interesaba, es vox populi que quien presuntamente robó las teclas, fue el propio cura. El cual, con posterioridad, se fue a Mallorca con otro elemento a fundirse las perras en putas
Otro ejemplo que clama al cielo es el de los bienes de las parroqias de la diócesis de Barbastro-Monzón. El bispe de Lérida, se niega a devolverlos. Todos son iguales y estos, catalanes. No hay peor sordo que el que se pone una venda en los ojos.
enviado domingo, 04 de noviembre de 2007 0:09 por WARRIORV
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