
Albergue de peregrinos

Señal del Camino

Mi primer contacto visual con el Camino

Llevaba un tiempo deseando iniciar un periplo por el Camino de Santiago. No obstante, mi particular forma física me impide hacerlo con el methode traditionel, en el tren de san Fernando o a pedal. He podido comprobar que ambas formas de peregrinar son durísimas y requieren unas formas física y mental de las que disto mucho de poseer, así como una voluntad o una fe inquebrantables.
Por ello, elegí la única forma que puede permitirme al menos visitar los lugares, no todos, por los que discurre. Tomé contacto con el, antes de llegar a Puente la Reina, en Navarra. Los signos visuales así lo indican. En esta localidad, visité los monumentos e iglesias que destacan a simple vista por su antiguedad. Lóbregas y oscuras en su interior, apenas se distingue el contenido de las mismas.
Una vez tomé la dirección hacia Logroño, el lío padre con las señales de tráfico. Marchas atrás, seguir a los romeros, etc. Y no fuí el único que tuvo esos titubeos. Por una carretera sin tráfico, lo cual me mosqueaba, los pobres ciclistas iban echando los belfos. De ahí obtuve la certeza de que yo, ni en bici, sería capaz de hacer una sola etapa del Camino. Al fin, me introduje en la autovía, única forma coherente de llegar a algún sitio sin ver ninguno.
En Logroño más de lo mismo. Te encuentras cautivo al no conocer la ciudad ni el emplazamiento de lo más importante. Estuve alrededor de una hora visitando el centro. Poca fe puedo dar de la misma. Mi meta era Santo Domingo de la Calzada, dirección Burgos.