Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

jueves, 6 de agosto de 2009

Un alto en mi camino


En estos días veraniegos, calurosos hasta el agotamiento, en los que huímos de las tareas cotidianas para ser esclavos de otras no menos esclavizantes; con el socorrido argumento de la basca veraniega que nos avate, para no dar un palo al agua; que enmascara un más profundo vacío, de ideas y vivencias y una alergia que aboga por no hacer nada; falto de motivación e ideas, dejemos que la rueda siga su camino y procuremos que no nos pase por encima.

Hoy me han enviado por correo una foto de mi nieta en su piscina portátil. Está preciosa, aunque ya tengo ganas de verla correr de culo cuando la llamen para cualquier cosa, como hacen casi la mayoría de los niños. Peligra mi cosecha de naranjas como le llamen la atención, que así será. Ahora que es autónoma, habrá que ponerle el arnés de Othar para poder controlarla. Au revoire petit enfant. Aussi je t`aime.