Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 14 de noviembre de 2009

GM contra los trabajadores de Figueruelas

De un tiempo a esta parte, las multinacionales del automóvil -y supongo que las otras también- se han acostumbrado a extorsionar a los trabajadores y a los gobiernos en aras de obtener unas ganancias no basadas directamente en el beneficio generado por la actividad desarrollada en el negocio al cual se dedican.

General Motors, no podía ser menos. Lleva años de extorsión y chantaje. Quienes conozcan la planta de Figueruelas, lo saben muy bien. Y no me refiero a los que alguna vez han dado un paseo en las carretillas que ad hoc destina la empresa.

Los convenios laborales internos, con la connivencia sindical, han resultado papel mojado para la empresa cuando le ha interesado. Planes industriales, Olimpias, Merivas u otras gaitas, así lo demuestran. El chantaje del Meriva, es algo que los trabajadores de Figueruelas no debieran olvidar y menos a quienes fueron sus artífices. Siempre socavando los derechos de los trabajadores que han ido perdiéndolos en medio de miedos y coacciones sin fin desde el exterior de la fábrica. Incluidos los medios de in-comunicación las más de las veces.

Cuando esta empresa comenzó la fabricación, la diferencia salarial con los trabajadores de las plantas Opel en Alemania era sangrante, abismal. Hoy, sigue siéndolo y sin embargo, el plan alemán no ofrece dudas: reavivar una nueva Opel alemana a costa del resto de plantas europeas, y principalmente, de su mayor competidora: GME en Figueruelas.

El episodio actual, con Magna, no es sino un capítulo más de las extorsiones que mencionaba al principio. El gobierno español y el gobierno aragonés, se dedicaron a tocar la mandolina mientras frau Merkel tejía, con la inestimable colaboración del presidente del comité europeo de los trabajadores, la trama que iba a potenciar Eisenach en detrimento y posterior agonía de la planta española.

Los sindicatos, como siempre, a remolque del partido político del cual son satélites. (Mantenerlos, corre por cuenta de los contribuyentes aunque se llenen la boca diciendo que lo hacen sus afiliados; y lo que es peor, unos pocos deciden por miles). Esta huelga que han planteado ahora, ya debieron haberla hecho en primavera como medio de advertencia y aviso a navegantes. Pero han forjado un entramado cuasi mafioso en el cual, salvo que les interese, a los obreros no les llegan más que macutazos, mentiras y medias verdades. Los medios de des-información, suelen ser las fuentes habituales que, muchas veces, sus titulares han resultado ser una bofetada más que un alivio por la tergiversación y la mala fe destilada.

Hoy, como siempre, han convertido la pérdida de 900 puestos de trabajo en una victoria. La misma que hace unos años llevó a otros 400 trabajadores a la puta calle. Otro capítulo más de esta agonía en que, desde hace tiempo, se ha convertido el trabajar en GME de Figueruelas.