Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 28 de noviembre de 2009

LA GABARDINA

¿Quién no ha visto o admirado a los gángsters o a los policías americanos de las películas cuando con el sombrero calado y en cumplimiento de su deber -ambos- lucían aquellas gabardinas características de uno u otro bando? . ¿Quién no ha visto al teniente Colombo?. Hoy, me pregunto si seguirán luciendo dicha prenda y con esa profusión los hombres, aquí, en España. Hay que reconocer que, cuando se desea ocultar algo, es una prenda que facilita este cometido. (También puede servir para alojar y abrigar a una chica contra tu pecho. Pero yo, que siempre he sido muy recatado y más corto que las mangas de un chaleco, no supe aprovecharla para ese menester). De ahí el castigo.

Solamente he tenido una gabardina en mi vida. Era granate. En esos momentos se llevaban largas y cruzadas. Aunque no se de donde saqué las perras, es un decir, me compré en Valencia un traje de chaqueta cruzada y una gabardina larga y cruzada.

Cuando caí por el pueblo, el año que celebramos las fiestas de san Blas por última vez, iba yo todo ufano y pincho con mi indumentaria. (Salvando las distancias, como Alfredo Landa en "No desearás al vecino del 5º"). Y fué precisamente en estas celebraciones, cuando la jodí. Ya se lo dijeron a Boabdil: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre". A mí, me pasó lo mismo. La gabardina se me quedó olvidada una noche en el horno, que era donde hacíamos el baile. Mira si la eché en falta y eso que era el mes de Febrero. En qué andaría yo pensando. El caso es que las ratas, se la comieron, haciéndole unos boquetes y dejándola impresentable. ¡¡Grossen putaden!!

Mi madre la llevó a Teruel y unas monjas arreglaron los desperfectos. Pero ya no fue lo mismo. Tuvo su oportunidad y no la supo aprovechar. Los otros, no ha sido posible. Ni yo.

enviado miércoles, 01 de noviembre de 2006 11:20 por WARRIORV