Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Acoso en Internet


Existe desde distintos ámbitos, un acoso creciente y rabioso contra la libertad y circulación de ideas y pensamientos así como de expresión. Tanto desde el gobierno como en el de los jueces, se están produciendo actuaciones y sentencias encaminadas a asfixiar a los discrepantes y a quienes no piensan como ellos.

El gobierno está promoviendo leyes que, desde un sectarismo intolerable pues no se puede poner a la zorra a cuidar de las gallinas, buscan perseguir, amordazar y eliminar del mundo virtual a quienes osen compartir archivos aunque sea sin ánimo de lucro. Y todo ello desde la más sangrante realidad cual es el canon digital; patente de corso e impuesto obligado y previo antidelincuentes, que es como nos ven a quienes usamos una conexión a internet.

Desde un ministerio gobernado por una persona que procede del mundo de la farándula y con fuertes vínculos a ella, se está gestando una ley más afín a regímenes totalitarios que a una democracia. Quizá es que aún no nos hemos caído del guindo y tardamos en darnos cuenta o negamos que esto que tenemos, es cualquier cosa menos una democracia.

Y qué decir de la justicia, con minúscula, pues no merece otra cosa. Últimamente se han conocido dos sentencias, la una firme ya, por la cual se condena a la Asociación de Internautas a pagar una multa que no busca otra cosa que la asfixia y muerte de la misma por inanición y por dar cobijo a quienes se mostraban disconformes con la extorsión que supone el canon digital.

La otra, condenan también a un medio digital por su libertad de expresar las malas artes de los políticos. Condenan a Cadenaser.com por dar la lista de los afiliados, irregularmente, al partido popular de Madrid. En este caso, la repercusión y apoyos manifestados por sus colegas, han sido diametralmente opuestas a las obtenidas por AI.

Animo a los posibles lectores de este post, a pinchar el enlace que hay abajo a la derecha y colaborar en el pago de la multa para evitar lo que tanto ansían estos modernos herodes: la desaparición de los discrepantes y la voz crítica con los pecados del poder, cercenando de raíz su voz. Al final, siempre ríe más a gusto el último.


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