Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 24 de febrero de 2010

El muelle


Relato de lo acontecido a un rapaz sentado a la orilla de una carretera en tanto que cuidaba de su rebaño.

Tonino, tenía pocas luces en tanto iba sobrado de otros atributos. Su pasatiempo favorito para matar las horas de tedio pastoril, en aquel bucólico paisaje, consistía en utilizar su miembro viril como catapulta para lanzar piedrecicas a distancia.

Acertaron a pasar con su descapotable dos señoritas que al verle quedaron atónitas además de... ¡¡¡Ohhhhhhhhhh mon die!! Pararon y se acercaron al rapaz ¿Nos dejas jugar con la catapulta? Tú, cierra los ojos y déjanos hacer a nosotras.

Tras un rato de juegos que no voy a relatar aquí, se marcharon dejándole sumido en una nebulosa de dudas y placer. ¿Qué querrían? ¿me habrán quitado algo?. Al intentar reanudar su distracción habitual se dió cuenta ¡¡el muelle!! ¡¡me han quitado el muelle!!.


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