Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 11 de enero de 2010

Vivir de las rentas


















Hoy ha caído en mis manos una revista de El Pais Semanal atrasada que, entre otras cosas, habla de los 6 restaurantes con más estrellas Michelín de España. Y como es obvio, de sus propietarios cocineros.

Es una constante de este tipo de revistas el hablar o escribir de cosas ú objetos de todas clases pero solo al alcance de una. Será por aquello de que a la gente no le gusta hablar de lo que le pertenece sino de lo que adolece.

Comoquiera que la cocina formó parte de mi vida, veo con simpatía sus noticias. Pero me planteo ¿quién es mejor cocinero/a, aquél que dispone de todos los medios, incluso para "elaborar e investigar" con los alimentos ú otra/o que casi sin medios, ha de apañárselas para hacer milagros en los fogones? ¿Es Ferrán Adriá mejor cocinero, haciéndolo para potentados, que Jesús dando a la multitud hambrienta unos panes y unos peces?

¿Será que me corroe la cochina envidia?. Rotundamente no. Me causa una inmensa satisfacción ver que personas que posiblemente comenzaron de pinches puliendo la plancha -como yo cada noche- en algún restaurante o haciendo rancho en "la guerra", se hayan aupado a lo más alto en la profesión y en la sociedad. Lo que me duele es, que su cocina, sea prohibitiva para el común de los mortales y unos pocos más, y además, posiblemente crean deba ser así. Son las consecuencias del triunfo.

¡Qué gustazo saborear un perol de sopas de ajo, de hígado de cerdo que son las que me molan, un plato de patatas zafraneras o un plato de "empedrado" (judías pintas con arroz) cuando se tiene lo principal: HAMBRE o dicho más suave, ganas de comer. Aunque ello no impida acceder a otros manjares cuando se tienen satisfechas las necesidades primarias. Por un plato de lentejas, vendió Essaú los derechos de primogenitura a Jacob. (Monsieur Escoffier, aún no había nacido).

¡Cuántas vidas no habrán salvado un plato de gachas o de patatas viudas o de sopas!. Sin embargo, estos estrellados restaurantes de eso precisamente, no padrán vanagloriarse nunca. Y personalmente, me decanto por la cocina de Santi Santamaría ante la de Ferrán Adriá.

Y admiro a mi quinto Arguiñano, pues aparte de buen cocinero, es un personaje polifacético donde los haya. Y mal cantante. Su escena de la apuesta de la tortilla en Airbag, es la ostia.

Post Nº: 438