Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 22 de enero de 2010

¡¡Premio!! Con retardo.......pero cojonudo


Ayer recibí una agradable sorpresa con la que no contaba por lo que fue doblemente bien recibida. Son retazos colaterales pendientes de mi pasada actividad laboral, pues aunque estoy en la reserva, aún existe el vínculo hasta mi definitiva jubilación.

La empresa tiene un sistema de cooperación de los empleados que reporta mutuos, y en ocasiones pingües, beneficios. Basado en la aportación de ideas para la mejora del método productivo o cuanto con el se relaciona. En definitiva y simplificando, toda mejora que suponga ahorro de costes.

De este modo, los obreros y operarios -que no sé cual es la diferencia entre ambos, ya que todos somos trabajadores por cuenta ajena, desde el primero al último- sobre todo en su ámbito de relación con la producción o zona en la que se desenvuelven, sugieren formas diferentes de efectuar el proceso de trabajo.

Mejoras de movimiento de materiales, de métodos de trabajo, de ahorro de materiales, de chatarra, supresión de averías, etc. etc. Estas ideas, están estandarizadas en la forma de presentarlas. Individuales o colectivas, siguen un proceso de investigación y si procede, con el tiempo, son premiadas con un tanto por ciento del ahorro generado en una año. Eso significa que, después, si te he visto no me acuerdo. No ocurre como con los listos de la exgae, que despues de muertos siguen cobrando royaltis. Si procede, se tiene la propiedad intelectual, pero interiormente, se pierde.

Yo siempre fuí un entusiasta de las sugerencias. Más que nada, porque de ideas inquietas, y dada mi posición en el departamento, mi imaginación siempre estaba maquinando alguna cosa que acababa por implantar. Si además, me reconocian un premio, miel sobre hojuelas. No faltó quienes se vanagloriaban de su desafección hacia el sistema, pero cuando alguien los incluía en la lista de promotores y había premio, jamás ví a ninguno que renunciara a el y lo legara al ideólogo real de la misma. Mucha cara y pocas ideas; si acaso, malas.

Dió para mucho esta forma de participar. Con el tiempo, seguro que iré plasmando momentos concretos y sus avatares para lograr hallar la solución ideal, su implantación y sobre todo, su reconocimiento en forma de premio en metálico.

Una muestra: nos trajeron una vez un encargado, -el cabrón del jesuita, que no era por desconocimiento sino porque era cabrón además de Goebbels desde que estaba en los guebos de su padre-, que se empeñó en que no teníamos que hacer sugerencias sino hacer el trabajo generado por ellas de motu propio, sin más. Pero el hijoputa en seguida cambió de rumbo y decía a sus amigotes la sugerencia que tenían que hacer y luego además, la premiaba. Yo no era amigo suyo. Así funciona España.



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