Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Pero qué malo soy.....


Soy un inútil, sin paliativos. Me explico: hace años jugaba al poker, Texas Holdem, en una webb que se llama Europoker. Lié las contraseñas y al final me quedé sin poder acceder a ella con el nick que usaba. Hace poco, abrí una nueva cuenta, pero en esos días descubrí una nueva webb de juegos, Pokerstars, que es mucho mejor en todos los sentidos, por lo que he dejado de jugar en Europoker.

Me gusta el poker, virtual, pues yo jamás me jugaría el dinero real ni en esa ni en ninguna webb, ni por supuesto en directo. Me jode en grado superlativo perder. Lo llevo en los genes. Tanto, que a pesar de jugar con dinero virtual, me agarro unos cabreos del copón. Maldigo al azar y a la fortuna; esquivos ambos hasta hacerme perder los estribos. No lo paga la mesa del ordenata de milagro, esa raya aún no la he cruzado.

Pero lo que no me atrevo a reconocer es que soy un inútil. Un cagueras que no se atreve a apostar aunque sea dinero virtual. Pero claro, todo tiene una motivación o explicación. Me ha ocurrido varias veces apostar esperando que la jugada se consolide y me haga ganar y con desesperación he podido comprobar como me he quedado colgado en tanto que los oponentes con peores cartas de inicio, han acabado dándome candela. Por ello mis maldiciones al azar y la fortuna (mala).

Ejemplos no me faltan. Dos cartas de color de inicio. Las tres siguientes, consolidan el color y me lanzo. La última carta del mismo color; otro jugador, lleva el As de ese color y me jode. Su p... madre. Y siempre así. Otras veces, el envite lo considero elevado y arriesgado y no voy. Acaba saliendo una jugada en la que hubiera ganado, y eso me enfurece más todavía.

Este post lo genera la última partida que no he jugado. Cartas sin ton ni son, bueno rey y jota. Apuestas elevadas tras la primera jugada y considero que no debo ir pues no llevo ni una miserable pareja en cinco cartas. Al final, ligo una escalera al As que me hubiera hecho ganar una pasta gansa. Me maldigo a mi mismo por mi mala suerte y mi falta de confianza. Y es que, de siempre, he tenido una muy puta mala suerte en los juegos, cualquiera que haya jugado. Por eso, a las cartas, no juego con dinero real ni loco. Me jode un huevo perder, la verdad.



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