Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 12 de febrero de 2010

La muela


Existe un pueblo cerca de Zaragoza que es el paraíso del cierzo y de los molinos de viento o aerogeneradores. Aunque últimamente está en boca de todos por otra causa: su alcaldesa está siendo investigada por la justicia por presunta en no sé cuantas cosas y además, estuvo hospedada en la cárcel unos meses aunque ahora está en libertad bajo fianza a la espera de juico.

Siendo eso muy grave, no lo es tanto como que nada más ser puesta en libertad, volvió a ejercer la alcaldía y en ello sigue. La vergüenza e inmoralidad de los PARtidos gobernantes en Oregón, no tiene límites ni medida. Los concejales del Pse, se han dado de baja asqueados de la directiva del suyo.

Pero no quería hablar de esa maloliente y pútrida Muela, sino de una mía que me ha sacado esta mañana el dentista (aunque le he tenido que pagar, sin factura, por supuesto).

Esta malnacida, me las hizo pasar putas y canutas cuando salía y después. Bien es verdad, que lo tenía merecido ya que debido a mi cobardía, abusó de mi hospitalidad durante tantos años. Las muelas del juicio, me han causado verdaderos dolores ¡¡¡de muelas!!! pero he sentido terror a sentarme en el sillón del dentista. Hoy, confieso avergonzado y lleno de júbilo a la vez, que mis temores eran infundados; que la extracción en sí es indolora y rápida, casi menor que la minuta del galeno.

He achacado siempre a las reminiscencias de la extracción de las anginas ese temor paralizante e infundado. Y a pesar de ser la segunda que me sacaba, el hecho de ir al sillón, no lo hacía más fácil. Pero no hay que temer, salvo que uno lleve dentro el irracional temor a ir al dentista. Que tiemblen las siguientes. (Yo primero).



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