Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 15 de febrero de 2010

MotOrola


Hace pocos días, volví a ver en la tele la peli “El sargento de hierro”. No hablaré de ella ni del protagonista, figura indiscutible del cine.
Me ha venido a la memoría a raíz de las “Vivencias” de Orola, que yo comparo a la odisea que cada mañana vivían los soldados de su pelotón. Leí alguno de los escritos de pasadas convocatorias y la verdad, no sé a qué atenerme. Para mí es lo suficientemente explícita la palabra, pero esos escritos, la contradecían.
El sargento, al iniciar el entrenamiento, lleva desquiciados a los soldados con la camiseta que lleva puesta. Al principio cada uno viste como le dá la gana, luego intentan ir vestidos como él, y al final acaban aborreciéndolo porque nunca aciertan.
Igual me pasa a mí con el “guión” de vivencias. ¿ Las piden reales, virtuales o fantasías animadas?. To be or not to be, ¡vaya dilema!

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