Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 26 de febrero de 2010

La vida es sueño...

...y los sueños, sueños son.

Mi vida, dormido, es muy intensa. No siempre agradable, pues los traumas de la vigilia se transmiten sin orden ni concierto en el periodo de ¿descanso?. Esos sueños, en su mayoría, giran en torno a mis vivencias de niño o juventud. Rara vez sobre la actualidad. Aunque algunos he tenido sobre mi casa o mi trabajo. En ellos, como vivencias reales, yo me cambiaba de casa y me preguntaba como era posible que hubiera cometido semejante estupidez ¿cómo he podido hacer YO esto?. Habia cambiado mi casa actual por otra cochambrosa e infinitamente peor. También he cambiado de trabajo, y me hacía las mismas o idénticas preguntas. Temores o avisos, supongo.

Pesadillas, la tira. Y unos episodios, que no sabría discernir si fueron sueños o realidad, en los cuales quería gritar, pero no me salía nada o algo parecido a un gruñido. Me sentía totalmente paralizado y no me podía mover. La sensación, de estar totalmente despierto; hasta el punto de razonar que no me serviría de nada gritar ya que me encontraba solo en casa. Y era así. Estando el año pasado en el pueblo, me volvió a pasar. Mi padre oyó mis gritos, pero no le dió importancia ya que el lanza verdaderas diatribas en sueños (y se le entiende todo). Hasta que la angustia me devuelve a la realidad y la movilidad. Pero se pasa jodido.

He soñado cientos de veces sentimientos de juventud agazapados en el subconsciente que traidoramente me han asaltado cuando estoy indefenso. Más de una vez, me he despertado con lágrimas en los ojos. Dejan huella.

enviado lunes, 26 de febrero de 2007 13:46 por WARRIORV