Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 6 de abril de 2010

Civismo


Una de las cosas que más me llamó la atención cuando tras comprar mi dacha playera ocupé mi tiempo en husmear y conocer los alrededores, fué la falta de civismo de sus habitantes. Como diríamos en mi tierra, son unos marranos, uséase, unos guarros.

¿Qué porqué digo esto?. Muy fácil. Toda la basura que generan sus jardines y sus casas (no la basura de cocina) la tiran al solar más próximo que pillan. Así, está todo lleno de ramas de palmera, de ramas de morera o pinos, de césped recién cortado, cenizas, y hasta sofás. Y no digamos escombros, que a pesar de los advertimientos del ayuntamiento correspondiente, los tiran donde les cae más a mano. El espectáculo es realmente deprimente.

Si el solar contiguo está vacío, allá van los desechos. Pero es costumbre que tienen, insolidaria e incívica diría yo, y solo quedan dos opciones: no seguirlos o aplicar la máxima aquella que dice: donde fueres, haz lo que vieres. Aunque jode un huevo que te tiren la ceniza en la esquina de tu casa.

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