Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 13 de junio de 2010

Soft y hardware





He tenido la suerte de trabajar para una empresa en la cual, lo más moderno de la tecnología aplicada a la producción se daba cita. Posee el más moderno parque de robots y automatismos industriales. Bueno pues siempre estábamos con la pejiguera de quien fue antes, si el huevo o la gallina.

Había una serie de fulanos que, escudándose en su dominio del soft, parecían poco menos que dioses. Eso sí, amparados por otros fulanos que al no tener ni puta idea, no ya de soft lo cual no es un delito sino de nada en general, permitían las más de las veces los desmanes de estos aprendices de brujo que una vez metido el cueceleches hasta el garrón, se las metían cruzadas ante la desesperación de quienes solo les quedaba el recurso al pataleo viendo la ineptitud de los que debieran ser árbitros de la situación.

Hace ya muchos años, en conversación con un périto industrial en viaje a un montaje de nuestra empresa común, le pregunté que trabajo ejercía su padre. Era repartidor de carbón para las calefacciones de las casas. ¿Y tú crees que tu padre hubiera podido darte la carrera, con su sueldo, de no ser porque el estado sufragaba los gastos de enseñanza que tú recibiste? No, fue su respuesta. Pues que eso te enseñe que tu debes tu carrera a los miles de aprendices que trabajando desde los 14 años, con sus impuestos, la han hecho posible.

Eso mismo de le podría aplicar a muchísima gente que cree que por el mero hecho de haber "sacado" una carrera u oficio, están por encima de los demás y por ende deben vivir rodeados de privilegios y gabelas. Porque vamos a ver ¿de qué coño serviría el soft sin el hard correspondiente? ¿es que acaso no es imprescindible el hard para que exista el soft?.

Tenemos la electicidad. Bien. El hombre no la ha inventado, solo la ha descubierto. A través de unos generadores, hard, alguien vió que siguiendo un método se obtenia algo, intangible, pero que arreaba unas hostias de cuidao y que abría otras puertas amplísimas a todo un mundo inexplorado. Tanto entonces como ahora, el hard y el soft son inseparables. El uno sin el otro, no sirven de nada. Pero al soft, se ha llegado tras muchos años de progreso a través del hard.

Por ello, sigo abominando de esos seres pretenciosos y pobres de espíritu y sobrados de ego estúpido que creen ser poseedores de una verdad absoluta fuera del alcance del resto de los mortales y por ello, deben de gozar de la admiración y la reverencia de los demás, al menos en el trabajo.

Había muchos, y aún existen, que ante el requerimiento de su contribución alegaban que ellos no tocaban más de 24 voltios. Y muchos otros argumentos igualmente elitistas y majaderos. Contaban con la ineptitud de quienes les debieron haber advertido desde el primer día que ellos, allí, estaban trabajando. Eran insolidarios. Claro que eso puede ocurrir en las grandes empresas sin dueño. Pero tienen una contraindicación: a cambio, tienen muchos déspotas deslustrados y opacos.

El cuerpo, sin alma, sobrevive artificialmente pero no sirve para nada. El alma sin cuerpo, de existir, nadie ha podido probarlo.

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