Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 1 de agosto de 2010

Mediterráneo



Aún con el olor y el salitre en la piel, el azul de tus aguas y la línea del horizonte en la retina, y la poesía de Serrat en los tímpanos, no puedo dejar de pensar en tí. No nací en tus orillas, pero a los cuatro años ya nos conocimos. Y como  los amores que duran toda una vida, a los dieciocho me enamoré de tí. No importa tanto en que lugar pues han sido varios, desde el Mar Menor hasta la bahía de Rosas, los que tus aguas han acariciado y refrescado mi piel. Pero nunca olvidaré tu larguísima playa con la isla del castillo de Peñíscola emergiendo del mar. Esa imagen llena de luz, nunca abandonará mi memoria. Y esta canción, junto con otras, ya la cantábamos en nuestras tardes de juerga junto a los estudiantes de telares en otro lugar de la Costa Brava. Ahora, la bahía de Els Alfacs, es nuestro nido de amor.

A solo unas horas de haberte abandonado, ya estoy pensando en cuando de nuevo el jodido sol volverá a quemarme la piel.