Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 20 de agosto de 2010

La comisión de fiestas

Cerámica colocada por la Comisión en agradecimiento a quienes curran y sudan.

No hace muchos años me nombraron de la comisión de fiestas de san Ginés. Se celebra el 25 de Agosto, la semana que viene. Luego, dentro de la comisión, me cayó la breva de ser su presidente.

Hice lo posible por mantener el listón alto de las anteriores fiestas y comisiones. Como en todos los ámbitos, el asunto económico centró mis preocupaciones. Es necesario cubrir el presupuesto y para ello hay que poner a la venta objetos que reporten beneficios. Dado el atractivo del castillo, entonces aún era gratuito el acceso, allí fuimos a vender camisetas con la foto impresa del castillo y maquetas del mismo.

Dos veces he sido miembro de la comisión de fiestas y en ambas rompimos moldes. En la primera, compramos marmitas y cacerolas para confeccionar la comida de fin de fiestas para todo el pueblo. Hasta entonces, se hacía el rancho en las calderas de cobre, con leña y a pleno sol. Después, con gas y a la sombra dentro del pabellón. Casi nada para los cocineros (algo sé de ello pues a mi me tocó cocinar al sol).

La segunda, a la que me estoy refiriendo, ya distribuimos la loteria en participaciones, con recargo, al objeto de recaudar fondos. Empeño personal en hacerlo, con todos los gastos corriendo de mi cuenta pues el alcalde, verdadero cacique, era quien manejaba y disponía de los dineros ahorrados por las anteriores comisiones. Aún me parece extraordinario que yo vendiera 400.000 pts., el que más,  para nuestra comisión. (Con la colaboración inestimable del Machaca (d.e.p.) verdadero publireleison en la fábrica).

Tuve roces indirectos con el alcalde por el monopolio que ejerce sobre los fondos propiedad de la comisión de los cuales solo él disfrutaba y disponía. Y también porque sin contar conmigo, organizó el pregón de fiestas (quiso llevar a Jiménez Losantos, que es de Horihuela del Tremedal y facha de pro, como él), dejándonos a mí y al pregonero, mi antiguo maestro, con el culo al aire. Es, uno de tantos miles de indivíduos que emplean la democracia y lo público en beneficio propio; sin contar con y sin rendir cuentas a nadie y lo que es peor, sin que se las exijan.  Más pobre que las ratas y más perro que la chaqueta un guardia, hoy nada en la abundancia (y con él, su familia). Al más puro estilo zapplana.

Pero el mayor disgusto me lo dieron los propios miembros de la comisión. El último día, después de la comida comunitaria, me preguntaron si íbamos a la noche a cenar al bar con cargo al presupuesto. Yo consideré que no, ya que no habíamos estado trabajando para ir a despilfarrarlo en el bar. Entiendo que la comisión se merece mucho más, pero antepuse el anterior criterio.

Bueno, al otro día la desbandada. Solo quedé yo para desorganizar todo. Los muy villanos, ya contaron con ello. Y me encontré la sorpresa. Había una factura del bar que reflejaba la lifara que sin mi se habían corrido la noche anterior con cargo al presupuesto. En el libro de actas, con unas cuentas diáfanas como nunca lo habían estado, (rigen las del Gran Capitán), dejé reflejado el acto de deslealtad y abuso conmigo cometido. Algo que, especialmente a dos de ellos, nunca perdonaré.

Si alguno te ha de joder, de la familia ha de ser. ¡¡Y hubo superávit!! el cual entregué a la comisión entrante sin pasar por el alcalde.