Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Rosa Aguilar




Es muy difícil, cuando se ha amado a alguien, soportar la traición de la persona que habías idealizado y en quien habías depositado tu confianza. Hay quienes, ante ese hecho, a veces natural y consustancial con la conducta humana, reaccionan de muy diversas maneras, que no mencionaré aquí para no mentar la bicha ni el mal fario. Pero raramente con frialdad o con indiferencia.

Rosa Aguilar creo que fue, políticamente, el amor oculto de los votantes de IU. Algo más de lo que su nombre indica. Pero cuando se idealiza a una persona te puedes encontrar con ese golpe que te traumatiza e inmoviliza, casi inmuniza, respecto de lo que en política representa. Así pasó cuando, recién elegida alcaldesa de Córdoba por segunda legislatura, la abandonó, en un acto de transfuguismo y repugnante traición , para ir a ocupar un cargo al abrigo de la Junta de Andalucía gobernada por el Psoe. Algo así como si una recién casada (o viceversa)abandona al marido por otro que tiene mayor fortuna y perspectivas de futuro.

Mayor ética hubiera demostrado no presentándose a la reelección. Pero no fue así. En muchos foros llaman despectivamente a IU, Izquierda Hundida. Pero no la han echado a pique sus votantes sino la ambición y falta de honor de muchos de sus dirigentes que la han usado como catapulta para sus ambiciones personales. Para qué enumerarlos, sabemos sus nombres. Mi amiga Nyna, con un entusiasmo digno de elogio, sigue haciendo preselitismo por IU.

He de reconocer que a mi me duele esa espina. Pero estos actos, y personas a las que tengo más cercanas, me han decepcionado profundamente con sus actuaciones, apoyando en ocasiones a gentes que, como dijo alguien una vez de Calvo Sotelo, no le darían la mano a un obrero ni con guantes o dando cobijo a despilfarros intolerables que recaen sobre los contribuyentes.

Hoy, en pago a su traición y quizá como señuelo para personas sin luces ni principios, la han nombrado ministra. Sin duda se sentirá orgullosa de haber llegado tan lejos y haber obtenido tan lucrativo premio. Otras, por lo mismo, no pasan de de hacer la carretera todos los días.