Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 24 de octubre de 2010

El "abuelo"


Vorsicht! Gefahr


Lo conocí en los vuelos de ida y vuelta a Alemania aunque no tuvimos ningún tipo de relación. Él estuvo en Rüsselsheim en tanto que yo en Bochum. Luego ya, acabada la "reclutada", lo veía azacanado a todas horas soldando vigas enormes, haciéndoles el trabajo a las contratas de alemanes. Pero era perro viejo, como demostraría más adelante.

Cierto día, me quisieron enviar a controlar y revisar unas bombas o ventiladores a las oficinas centrales, la 40. Unas nieblas heladas y un frío que se cagaba la perra. Al emisario le dije que esa no era mi especialidad y que de la misma había por allí otros. El siguiente, adujo otras escusas más o menos convincentes y tampoco fue. Pero entonces llegaron a todoterreno Antoine. Y fue el comienzo de su gran progresión en la empresa. De oficial de tercera a encargado, de un salto.

A través de ese encargo, inició contacto con la persona que mandaba en el TC y supo deslumbrarlo con sus explicaciones. A eso, maliciosamente, se le llama "comerle el tarro". Y bien que lo supo hacer. Meses más tarde, me lo encasquetaron de jefe del departamento. Le venía justo, pero el poder da aaalas, como la bebida esa. Además en ese puesto, que actúa como catalizador y caleidoscopio de toda la información que de las personas del Dto. emana, esta se puede utilizar y manipular en beneficio propio; cosa que todos hacen según mi experiencia.

No importaba que cuando le informaran de una avería, se la metieran cruzada la mayoría de las veces. A quienes estaban por encima de él les pasaba lo mismo. A pesar de ello, actuaba con malicia; imagino que como la mayoría en su lugar. Se aprovechaba del escalafón como otros se aprovechaban de él, y la edad, era un punto a su favor ante el resto de currelas que meneaban la colita y babeaban aunque por detrás lo llamaran inútil. Hipócritas que somos.

Me quiso joder el ascenso que tanto esfuerzo me había costado no ya lograr sino mantener la opción a el. Afortunadamente, mi queja a su superior surtió efecto y el Tío Rafa se impuso. Fue de los primeros que mandaron a casa con indemnización. Y genio y figura, le atracaron al salir del cajero en un banco y persiguió al ladrón hasta conseguir, con ayuda, reducirlo y recuperar el dinero.

El abuelo, se ganó el apelativo de todos, por su edad. Era con creces, el más abuelo. Hoy, de su recuerdo, queda solo la parte humana, sin resquemores. Una etapa más, quemada y amortizada. ¿Cómo era aquello de que el aleteo de una mariposa en China puede originar un huracán en América? He aquí un buen ejemplo.