Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Oliveras



A quienes como yo nunca hemos conocido árboles o plantas que por el clima es imposible que se crien en nuestra tierra natal, con el tiempo, si tenemos posibilidad, enseguida nos disponemos a plantar alguno de ellos con verdadero entusiasmo aunque desconozcomas todo sobre los mismos. Solo conocemos cual es su fruto sin tener idea de cual puede ser la forma óptima de obtenerlo. En mi caso, tras la posibilidad de plantarlos en el jardín de la osera, tiempo me faltó para adquirir o agenciarme alguno de ellos de la manera que fuera.

Así localizamos una palmera pequeña la cual arranqué y trasplanté. No hubo éxito, no agarró. Pero terco en el intento, me ilustré sobre el tema y recogiendo dátiles los metí en una maceta. Hoy tengo una palmera que ya comienza a ser enorme en un cubo de plástico a su medida y otra, hermana, directamente en tierra más pequeña.

Con los cítricos he tenido suerte a medias. Se me han secado varios, aunque infatigable al desaliento, yo sigo. He recogido naranjas, limones y mandarinas. Hasta ajos. Este año hay menos naranjas y ninguna mandarina. Espero que el año que viene, desaparecido el pino que les daba sombra, tengan más facilidades. Aunque hay un bicho que penetra en las hojas, que machaca los brotes tiernos dejándolos arruinados. Cuando voy los sulfato pero claro, se necesario hacerlo más a menudo.

Sin embargo, lo que más ha movido mi curiosidad y sobre todo en esta época, son los olivos. ¿Cuándo se recoge la oliva en su punto óptimo? las que se caen al suelo ¿también las recogen?. Llevado de esas preguntas sin respuesta, me acerqué a una olivera en la cual el payés se encontraba podando los árboles. Entablamos un intercambio de opiniones sobre el tema y yo aprendí varias cosas. El señor, de 81 años, sigue acudiendo todos los días al terreno pues hasta tiene una caseta. El campo ya era de su abuelo, lo heredó de su madre y ahora su hija, le diu que haga lo que quiera con los olivos, lo cual significa que ella los dejará yermos.

Ya había cogido las olivas. Las lleva a una almazara en La Rápita y obtiene aceite para casa para todo el año. Saca cosecha de la mitad de los olivos pues los poda de forma que van a medias. En cuanto comienzan a pintar, aunque estén verdes, ya las cogen lo cual significa que ya se obtiene aceite de ellas. Cuanto más negras, parece que pierden alguna cualidad aunque el aceite será el mismo. Las del suelo, las recogen también.

El precio que les pagan por la aceituna cogida, es irrisorio: 25 céntimos por kilo. Él le había cedido a un amigo unos kilos para que llegara al peso -en el molino exigen una cantidad en kilos mínima- y le habían reportado 50 euros. Así, no merece la pena coger las olivas y menos, contratar peones para la recolección.  Aunque sean ilegales. En el mercado nos quejamos de los precios, pero ser agricultor, en estos tiempos, es algo muy meritorio y sacrificado. Los intermediarios, nos exprimen a agricultores y consumidores.