Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

CIERRO EL BLOG

Cuando abrí este blog, concurrían unas circunstancias que han desaparecido en la actualidad. He perdido el interés y dado las escasas o nulas visitas que recibo, pues eso. ¡A cascala a Luco!

http://youtu.be/2h7mwtIWr2E

Why makes me mourn this song?
 I want to cry

lunes, 26 de diciembre de 2011

SIN PALABRAS






¡¡FELIZ NAVIDAD!! 

sábado, 24 de diciembre de 2011

C-IX

Aunque con el mismo nombre y la misma edad del niño por el conocido, obviamente no era el mismo a pesar del parecido físico. Ahora debería tener el doble de años y ser un muchacho espigado. Y a Carbonero ni lo miraba.
-Yo quielo montal a Manzanita. La historia se repetía con actores distintos.
Pero esperaba que el maleficio se hubiera roto. Cayéndole unas mudas lágrimas, Carbonero se hizo preguntas que nunca tendrían respuesta: ¿Qué te ha ocurrido mi niño en estos años? ¿Por qué desapareciste aquel día partiéndome el corazón?
La vida y el tiempo no pasaban en balde. Los hijos del dueño partieron hacia la capital en busca de mejores perspectivas de vida. El campo no tenía futuro para ellos. Por ese motivo y debido a unos artilugios ruidosos y malolientes que poco a poco atronaban el pueblo y la campiña, los antiguos trabajadores disminuían paulatinamente. Y con ellos sus caballerías, asnos incluidos. Comenzó a circular por el establo, -los mulos ya  habían sido enviados al paro-, con la consiguiente zozobra de Lucera y Carbonero, la noticia según la cual Manzanita estaba próximo a emigrar. Decidieron que no tendrían más hijos para no verse obligados a perderlos. Sin embargo a Manzanita la nueva le llenó de fantasías e ilusión. Iré a conocer nuevas gentes, paisajes, aventuras. Y vaya si las iba a tener.
Ellos, mientras su dueño viviera, envejecerían y seguirían haciendo las delicias de los infantes; no obstante, con la marcha de las personas jóvenes, también los niños estaban desapareciendo del pueblo. Por lo demás, el tiempo iría descubriendo el futuro.
Un buhonero llamado Ceferino se presentó un día en busca de Manzanita. Poseía una reata de burros y se dedicaba al transporte de mercancías entre los pueblos de la serranía sin otras posibilidades de acceso. Como de vez en cuando también visitaba Peralejos, vería a sus padres. Aunque todas esas nuevas peripecias le ocuparían todo el tiempo y son, otra historia.
Epílogo. Relato basado en un hecho real

viernes, 23 de diciembre de 2011

C-VIII

Volvió el verano y con el, Ricardo, el niño que estirando la mano le acariciaba los belfos y daba golosinas. Sentía pasión por él, llevarlo a caballo le causaba una inmensa alegría y satisfacción. Una mañana, se armó gran revuelo en la casa. Escuchaba llantos silenciosos sin poder comprender la causa de los mismos; Carbonero echó en falta la visita de su amigo Ricardo a partir de entonces. Su mirada gritaba qué había pasado, pero no podían responderle. Unas lágrimas se escurrían de sus ojos al entender que algo malo había ocurrido.
Pasaba el verano en medio del silencio de los moradores de la vivienda, sus dueños. Llegado el nuevo año, transcurrido el tiempo de gestación, nació su primer hijo. La tristeza general pareció quedar arrumbada en un rincón y todas las caricias y alegrías eran para el nuevo habitante de la cuadra. Carbonero no cabía en sí de gozo al ver a su retoño, el cual le recordaba tanto a sí mismo no hacía tantos años. Su madre, Lucera, se encargaría de el en sus primeros meses y su educación la compartirían, había tantas cosas que deseaba enseñarle… Más adelante lo llamaron Manzanita por la gran pasión que sentía por esa fruta. En cuanto podía, visitaba los viejos manzanos para ver si alguna se había desprendido de los árboles y dar cuenta de ella.
Transcurrían los años y Carbonero notaba como ahora el centro de atención de los niños era su hijo. Bien, el con el trabajo y la edad, aunque estaba en la plenitud de su vida, ya notaba que la tranquilidad la agradecía más que el guirigay de los chiquillos. Ese verano, volvieron los veraneantes valencianos y entre ellos ¡Ricardo! El corazón le dio un vuelco al oír el nombre ¡Ha vuelto! Temblándole las patas como en sus primeras y vacilantes horas de vida, escrutó a las personas que veía pasar por delante de la cuadra, hasta que al fin pudo verlo. Se llevó una decepción.

jueves, 22 de diciembre de 2011

C-VII

Carbonero lo vio crecer cada verano y cabalgar sobre su lomo agarrado por su madre o algunos de los hijos de su tío. Cuando ya la lengua se le había desatado a medias, pedía que lo subieran sobre el borrico.
-Quielo montal al Calbonelo. Ambos eran el juguete de todos. Hasta el año siguiente.
En los azafranes, su ayuda era primordial. A las mañanas, cuando salían de casa para ir a recoger la rosa del azafrán, era noche cerrada y salvo que hubiera luna, no se veía ni a un palmo de la nariz. Con el Carbonero no había problema. Guiados por su caminar cansino, todos le seguían seguros de ser dirigidos y conducidos al azafrán, la finca en la cual florecían las rosas. Deberían recordar si en algún punto había una piedra pues sabido es que por el animal no se enterarían, pues “ningún burro tropieza dos veces en la misma piedra”. Después, cuando cerca del mediodía regresaban cansados, doloridos, hambrientos y muertos de sueño, era de gran alivio poder colocar la carga de los cestos sobre el baste que portaba el borrico a sus espaldas. (Y es que la época de la recolección del azafrán era, es,  muy exigente. La flor, rosa, sale por la noche en forma de capullo y en cuanto ve al sol, se abre. Por ello es necesario madrugar para recolectarla. Ha de hacerse a mano, no hay máquina que valga y cunde cogerla cuando esta acapullada, una vez abierta y con la cerda -hojas de la planta- las dificultades crecen. En el apogeo de los azafranes, hay miles de rosas que hay que coger y luego esbrinar hasta altas horas de la madrugada. De ahí el sueño).
Y llegó el momento en que a Carbonero le buscaron una novia. En principio le pareció la idea prematura, le asustó. Era algo que nunca se había planteado, una gran responsabilidad; pero la burrita, Lucera, era muy salada y poco a poco sus temores se fueron disipando y por fin aquel invierno se consumó la unión. Habría de pasar un año antes de que esta diera sus frutos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

C-VI

Era utilizado para labores menores de la casa y faenas del campo antes encomendadas a sus padres. Ir a buscar agua con los cántaros a una fuente que había en las cercanías del pueblo y que por su calidad empleaban los habitantes para beber y cocinar. Para otros menesteres iban a la fuente, pero aquí había un problema: en cuanto caían cuatro gotas, ya se había enturbiado. Era porque su captación estaba en la rambla y muy somera. A menudo solía acompañar a su dueño al monte todo el día cuando éste iba de pastor. Así era fácil verlo pastando como uno más entre el rebaño de ovejas; solo necesitaba un silbido o escuchar su nombre para acudir a la llamada de su amo seguido dócilmente por el hato de ovejas. En la época del nacimiento de los corderos, era de gran ayuda para llevarlos en el serón o incluso en las alforjas; acarrear todo el día dos o tres corderillos colgados de la mano del pastor, por sí mismos aún no se valen, pesan lo suyo.
Cuando al verano en la época de la siega, la dueña de la casa había de quedarse en el hogar para preparar la comida a los recolectores y por algún motivo ella no podía acudir al monte donde los hombres realizaban la faena, llegada la hora de partir, llevaba a Carbonero al camino en el cual se encontraba la finca y el solico se encaminaba hacia la hacienda sin detenerse por el trayecto. Solo necesitaba que estuvieran al tanto por si no los veía y con un silbido o una llamada, acudía al lugar donde estaban los segadores. (Si alguna vez sentía incertidumbre, doña Urraca guiaba sus pasos). Llevaba la comida a su hora y a punto para ser degustada y reponer las mermadas fuerzas tras una mañana de siega a corbella. Nunca se perdió ni entretuvo y tentaciones no le faltaron en la orilla del camino.
Por esa época veraniega acudían a veranear gentes con raíces en el pueblo y descendientes foranos. Uno de ellos, Ricardo, procedía de Valencia. Su madre era sobrina del tío Lorenzo y se hospedaban en su casa.

ADIOS A LOS QUE SE FUERON



OTHAR




martes, 20 de diciembre de 2011

C-V

Toda la lomera, cola incluida, era pasada por la máquina o la tijera, manual, de cortar el pelo.  El tío Felipe, que además de fabricante de cestos de mimbre para labores del campo y domésticas, era el sacristán del pueblo, no solo aseaba y ponía guapos a los pocos pollinos que en el pueblo había, sino que también se encargaba de esquilar a los mulos utilizados en las labores agrícolas. Para otro tipo de burros, que también los había, estaba la peluquería de Roque, el barbero. Por cierto que una vez tuvo la ocurrencia de colocar un cartel en la puerta de entrada y luego le cantaban una jota que decía:
El barbero de mi pueblo
Ha puesto en la barbería
S’ha faita y se cuerta el pelo
Tan bien que paice mentira.
     No mediría el Carbonero mucho más de un metro de altura; por ese motivo resultaba fácil su monta y nunca se molestaba porque de improviso alguien cabalgara sobre el, como solían hacer los chavales espigados y grandullones. Su dueño, el tío Lorenzo, se complacía en dar gusto a los críos pequeños que solícitos acudían a él para que les permitiera subir a caballo de Carbonero. Pero con los mayores era diferente; a veces se enfadaba con ellos ya que sin permiso abordaban al animal y de forma poco amistosa le hacían algunas pilladas y perrerías. No se conformaban con subir uno detrás de otro sobre el asno, sino que lo asaltaban todos a la vez y, literalmente, desaparecía bajo sus cuerpos y largas piernas. Hasta en el cuello había algún osado que sin miramientos lo montaba. O le soltaban bajo la barriga “cardunchos”, unas bolas vegetales “autoadherentes” que empleaban los zagales para echárselas a las chicas en el cabello, y que de manera gamberra no dudaban en arrojar sobre el largo pelo que en toda la tripera lucía el borrico.

lunes, 19 de diciembre de 2011

C-IV

-Es muy fácil, solo tenemos que aletear así y ya está. Cuaaaa, cuaaaa, respondía el señor Cuervo.
Carecía de plumas y de alas. El nunca podría volar, (si sería extraño que los burros volaran, que hasta un Papa se sintió engañado cuando alguien le dijo: Santidad, un burro volando, y él se acercó a la ventana, crédulo, anta tamaña maravilla), pero así había sido siempre ¿A qué darse mal entonces? Hasta puede que le diera vértigo… Los animales voladores eran sus amigos y siempre que los necesitara, estarían a su lado. Aún desconocía que, la carga, seguiría siempre sobre su lomo. Tal como la vieja Urraca, la cual se paseaba a caballo sobre la grupa de su madre y fue después compañera y confidente suya en sus paseos de trabajo por el monte. De todas formas, pensaba Carbonero ya más mayor, los animales del campo no tienen que trabajar para conseguir el sustento pero deben soportar las inclemencias del tiempo; frío, calor, lluvia….y muchos de ellos, la caza. Mientras que yo no tengo que sufrir los rigores del clima y siempre está garantizada la comida y la comodidad del establo en los inclementes días de invierno sobre todo.
-Este año vamos a pasarlo muy mal con tanta sequía, falta comida, se quejaban. O lo contrario: los nidos se van a echar a perder con tanta lluvia, están anegados; alegaban lastimeramente las aves que anidaban directamente en el suelo, las perdices entre ellas.
Ya pasada la adolescencia, tuvo que asumir las faenas que sus padres sobrellevaron sobre sus lomos con anterioridad. Entre ellas, la simpatía y fascinación que le dedicaban los chiquillos del pueblo.
Ciertamente tenía un gran atractivo para los niños debido a su docilidad y tamaño. De pelo negro y abundante, -aunque el nombre le venía del abuelo carbonero-, cada primavera le esquilaban la mitad del cuerpo superior de una forma “artística”. El cuello y la crin pelados, y lo que sería la paletilla se lo dejaban sin rasurar.

domingo, 18 de diciembre de 2011

C-III

Carbonero, que era un pollino joven y atrevido, y por tanto ignorante, retó a la liebre a echar una carrera.
-Oye, te reto a una carrera hasta aquel chaparro de allá. Seguro te gano.
-Vale, te doy ventaja, sal tu primero y yo te sigo.
El inocente borriquillo creyó que, antes de que la liebre hubiera estirado las patas como hacían los atletas, el ya estaría esperándola en aquella lejana mata de chaparro (le habían contado la fábula de la tortuga). No había cubierto ni la cuarta parte del recorrido cuando la liebre pasó como una exhalación por su lado. Antes de llegar Carbonero a la mitad, ya estaba apoyada sobre su trasero, levantada y con las orejas tiesas, sonriendo y animando al borrico que veía como poco a poco le iba faltando el fuelle. Al llegar, jadeando, necesitó tomar aire para poder decirle a Lebrato:
-Si lo sé no vengo. Vaya lección me acabas de dar. Tanta acción, había llamado la atención de la perra Tula que al percatarse de la presencia de la liebre, acudió rauda en su persecución. Sin perder tiempo, Lebrato, huyó a toda pastilla dejando a la perra también con la lengua fuera.
-Ahora me explico por qué necesita hacer tanto ejercicio, musitó para sí Carbonero.
Como todo le llamaba la atención y con cualquier animal que encontraba se entretenía, las picarazas y los cuervos siempre le maravillaban. Había más aves pero la mayoría, eran muy huidizas, de lejos levantaban el vuelo sin permitirle ninguna proximidad o saludo. Dependiendo del paraje que atravesaba, en ocasiones alguno le hacía compañía.  El se asombraba de que unas veces, las menos, estuvieran en tierra y otras, para desplazarse, en el aire.
- ¿Cómo lo hacéis? Preguntaba intrigado Carbonero.

sábado, 17 de diciembre de 2011

C-II

Cuando Carbonero nació, hubo gran alborozo en la cuadra. Salió a su madre, pequeño y de pelo negro. Al principio sus patas no le sostenían, pero poco a poco fueron adquiriendo fuerza y estabilidad hasta permitirle retozar y soltar pequeños guiños, coces, con sus patas traseras. Cuando consideraron que era lo suficiente fuerte como para seguir a la madre en las salidas al campo, siempre la acompañaba. De este modo fue aprendiendo los caminos y las fincas propiedad de la casa.
En esos primeros paseos campestres, todo le llamaba la atención, por cualquier cosa se detenía y despistaba. Las mariposas especialmente. Intentaba olerlas si veía alguna detenida sobre una flor y estas, a veces, se posaban sobre su hocico haciendo que sus ojos parecieran bizcos al intentar ver al insecto. Su madre debía estar continuamente llamándolo sin perderlo de vista.
-Carbonero, ven aquí no te retrases; parecían decir los rebuznos que emitía. Aunque este no la escuchaba. Cuando ya se habían alejado demasiado, la perra Tula ejercía de guardiana y tutora y con unos ladridos lo asustaba e incitaba a seguir adelante. Entonces, con un pequeño trotecillo, alcanzaba a su madre.
Un día, al ir a olisquear unas hierbas, se encontró con una liebre que, acamada y guarecida entre las mismas, le miraba fijamente.
-Hola, ¿quién eres? Le preguntó.
-Soy una liebre. Me llamo Lebrato.
-¿Y a qué te dedicas?
-A hacer atletismo y correr lo más rápido que puedo.
-Anda ¿y eso por qué?
-Para que los galgos y los zorros no me atrapen y coman. Los cazadores con sus escopetas también son un peligro muy grande.

CARBONERO

CARBONERO era un asno con un árbol genealógico que, según su padre, se perdía en la noche de los tiempos. Su tatarabuelo tuvo una vida agitada y aventurera; participó en las batallas de la guerra carlista libradas por el general Cabrera en el Maestrazgo turolense allá por el siglo XIX (de ahí que su tatarabuela procediera de un pueblo llamado Pitarque). Hasta llevó a caballo al general en su huida de Mora de Rubielos, por la serranía hacia Mosqueruela, al quedarse éste sin caballo. Su bisabuelo, fue minero arrastrando vagonetas en las minas de carbón de la Tierra Baja turolense, más concretamente en Andorra y Estercuel. A su abuelo, le tocó en suerte vivir la Batalla de Teruel durante la guerra civil y aunque un trozo de metralla le voló la punta de la oreja derecha, además de algún que otro “arañazo”, consiguió salir indemne de ella. Los primeros años de su padre también transcurrieron de aguador y arrastrando vagonetas en la mina de hierro de Ojos Negros; con posterioridad lo retiraron y solo lo utilizaban para labores del campo. En la actualidad, los días de su progenitor, más sordo que una tapia y con la vista muy disminuida, transcurren plácidamente tomando el sol y paciendo en un cerrado aledaño a la casa, sin ninguna obligación; busca el sol o la sombra dependiendo del clima o la estación. Su mayor ejercicio físico consiste en balancear a los lados la cola con el fin de ahuyentar a las moscas o los tábanos, y muy de cuando en cuando, en revolcarse por el suelo. A menudo el abuelo Manuel lo lleva con él al Cerradillo, donde tiene el huerto, para que se pasee y estire las patas. No necesita lo aten pues allí donde lo dejan, allí lo encuentran. Si el abuelo vuelve con algo de peso, lo deposita sobre el lomo de Canelo, pues así se llama, y este se siente feliz de poder seguir siendo útil en algo.
-Vamos Canelo. Y este, al notar el tiro de su ronzal, mansamente le sigue donde quiera que el abuelo lo lleve.

www.safecreative.org/

jueves, 15 de diciembre de 2011

EL ABUELO

Sus vidas habían discurrido parejas. Aquella cama era de nogal y sus padres la recibieron de regalo cuando se casaron; hacía tantos años que ya había perdido la cuenta. Más de los que él tenía. Nunca tuvo duda de que sus primeros instantes se materializaron sobre ella. No desaprovechó la ocasión, siempre que pudo, de ocuparla como un furtivo, y cuando sus padres pasaron a mejor vida, la heredó, siendo desde ese momento titular inseparable de sus sueños, insomnios y otras alegrías. Un hilo invisible los unía, mucho más cuando la enfermedad se cebó en él y, aún contra su voluntad, debió permanecer en ella durante meses. Sentía como aquel mueble inanimado, aquella madera añeja y reseca, hacía valer sus quejas y lamentos al unísono con los suyos. Cuando ya sentía próximo su fin y previendo que sus hijos arrumbarían en cualquier rincón a su amado lecho, hizo llamar al carpintero del pueblo.
-José, quiero que me hagas el cajón con la cama, haz lo posible para que así sea, y no me lo forres de negro. De este modo el abuelo Justo, -aunque muchos consideraron el encargo un antojo cabezón-, tuvo la seguridad de que, por siempre, seguiría “durmiendo” en su cama. Coincidencia o no, cuando el encargo estuvo listo, el abuelo se despidió de este mundo luciendo en sus labios, una vez acomodado dentro de la caja, una sonrisa de oreja a oreja.

domingo, 11 de diciembre de 2011

51 años de retraso para Begoña

El Gobierno reconoce ahora que la niña asesinada en 1960 por una bomba en la estación de Amara es la primera víctima del terrorismo e indemniza a su madre con 250.000 euros

Más de 51 años han tenido que pasar para que el Gobierno haya reconocido que Begoña Urroz Ibarrola, de apenas 22 meses, es la primera víctima del terrorismo en España desde el fin de la Guerra Civil. Lo acaba de hacer el Ministerio del Interior, que ha acordado la concesión de una indemnización de 250.000 euros, según han confirmado fuentes del departamento que dirige Antonio Camacho.

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/51/anos/retraso/Begona/elpepusocdmg/20111211elpdmgrep_2/Tes

lunes, 28 de noviembre de 2011

PATADA EN EL CULO

Si alguna conclusión se puede extraer de las elecciones del pasado domingo es: la ciudadanía le ha dado un patadón tremendo en el trasero a los socialistas, es indudable.

Por ello, los gobernantes del honorapble +, creyendo que la patada en los huevos a los socialistas es un refrendo a les retallaes que ellos están aplicando en su gobierno, han decidido no solo continuar con ellas sino ampliarlas. Y como en la siguiente custión hablo con conocimiento de causa, el agua en las terras del Ebre es carísima y va pareja a su calidad, malísima.

Primero te cobra el adjuntament, lo que corresponda según su criterio, claro. Pero luego vienen los de la Generalitat y te clavan un impuesto que supone el doble de lo que ya te habían cobrado. Pues no se conforman con eso. Subidos en lo alto de la ola a la que los electores les han aupado, creen que todo el monte es orégano y como las futuras elecciones quedan tan lejos..... se van a dedicar a dar palos a siniestro y mansalva. Así que me pensaré lo del exilio pues vale más malo conocido que bueno por conocer.

Volviendo a los electores, les han dado un patadón a los socialistas..... en sus propios huevos. Como el pistolero novato que se vuela los cojones al sacar el revólver. INÚTILES, ¿no queríais cambio? Pues lo váis a tener hasta hartaros. Luego, cuando sigáis en la cola del paro o la del comedor de beneficencia, le seguiréis echando la culpa a ZP, otro inútil solo responsable de sus errores, no de que Colón descubriera las Américas.

domingo, 27 de noviembre de 2011

El Mundo en sus manos

A pesar de que pudiera parecerlo, esto no se refiere al inmundo diario que dirige el marido de la excéntrica ¿diseñadora? de moda con nombre de piedra filosofal. Me suena de algo, no sé si de película, libro o qué. ¿Quién no ha sentido alguna vez ese sentimiento posesivo que en realidad no te proporciona más que aire y fantasías animadas? Pues yo. Nunca lo he gozado o sufrido, al menos con la intensidad que hace que toques el cielo con las manos. O levites algunos centímetros del suelo. En honor a mi memoria, que se rebela la muy traidora, si hubo una vez en la cual durante unos segundos sufrí de esa parestesia emocional.

El mundo al que intento referirme, es este que tenemos entre manos en este momento. Sin salir de casa, ante el teclado, podemos acceder a todo el saber, la experiencia, el cotilleo, los contactos, la  comunicación cara a cara, el mercado virtual, el real…. Quienes lo desconocen, lo odian, lo temen más bien. Hay mucho de leyenda urbana y otro tanto de realidad en el ciberespacio. Multitud de búsquedas que unas veces cuajan y otras son en vano, depende del ánimo del  buscador. Solo en su alma virtual, cada cual cree saber lo que desea hallar aunque las respuestas sean contradictorias o muy contradictorias respecto de la pesquisa, o incluso sin desearla, sin haberla buscado.
Como todo en la vivencia personal e incluso en la colectiva, en la navegación virtual, al menos en mi experiencia, existen sus altibajos. Hay temporadas en las cuales el interés suscitado por algún apartado en concreto, y al cual solo se puede acceder desde Internet, copa todo el tiempo disponible. La información ha sido para mí prioritaria. Las direcciones virtuales de los diarios que me cuentan lo que quiero leer, forman parte de mis favoritos. Porque esa es otra, a nadie le obligan a leer lo que no quiere, pero no acepto ni comparto el criterio de esos individuos, hideputa diría yo, que llenan los foros de mierda e insultos; mayormente, gentuza de ultraderecha en los medios y foros que no les son afines.

Luego está el apartado de la quimera literaria. Como ya escribí en alguna entrada, mis inicios blogueros tienen su germen en la columna diaria que el periodista J. L. Trasobares escribe en EPA. Una vez pierdes la línea del horizonte, te metes en barros que no debieras. Así me ha pasado a mí que, sin sentido del ridículo, he participado, y lo que es peor lo sigo haciendo, en multitud de concursos literarios. Alguna amiga me proporcionó la dirección de una web en la cual se publicitan los susodichos y participo cuando el tema, extensión y las condiciones, me lo permiten. Nunca conseguiré nada, lo sé; incluso hay veces que me cabreo cuando leo el relato ganador ya que no daría ni las gracias por el, pero hay que aceptar los resultados. No por ello debo dejar de escribir, aunque sean Aventis o paparruchas. Yo estoy por encima de cualquier jurado, aunque sea pretencioso o falto de modestia.

sábado, 26 de noviembre de 2011

30 LINEAS 30 AÑOS

Cuán difícil resulta resumir o concentrar 30 años en 30 líneas. Presumo que los convocantes desean recibir relatos bellos, impecables literariamente hablando, llenos de poesía, amenos y divertidos… ¿reales? La verdad es que me resulta difícil hallar en esos 30 años algo de mi historia que pudiera contener alguna de esas premisas ¡Y mira que me han sucedido cosas! Sin saberlo, hasta es muy posible que presenciara el nacimiento de la Librería Central ya que por aquel tiempo yo asistía a clases en el Liceo Goya y con posterioridad al Instituto Corona de Aragón. También hace treinta años, se creó e ingresé en ella, la empresa donde ha discurrido el resto de mi vida laboral. Pero con más de ¿700.000? habitantes en la ciudad ¿quién demonios se va a preocupar de la vida, milagros y problemas del vecino? En eso hemos perdido mucho. Han crecido parejos con nosotros el aislamiento y la autodefensa.  Nos sentimos agredidos o en peligro frente a los demás, porque las dificultades nos asedian, cuando no hunden, en la desesperación y la miseria. Y si no es así, por prevención, actuamos a la defensiva. En aquellos años, comenzamos a vivir una democracia para la cual nuestros políticos, o mejor aún, quienes tenían intención de hacer de ella su modus vivendi, estaban mucho peor preparados para desarrollarla que el pueblo para recibirla y disfrutarla. Así hemos visto como quienes negaron a Aragón el pan y la sal, llevan viviendo a su costa, desde entonces. Empezaron siendo Naifs y hoy se tragan, de una u otra forma, nuestros impuestos. ¿Y la Ciudad? Realmente ha cambiado mucho, pero lo nuestro nos está costando. Aquellos vetustos tranvías, a los que hoy podríamos llamar “románticos”, que cruzaban la población en varias direcciones, -más de una vez tuve que correr a cogerlo en Escuelas Pías so pena de hacer la vuelta a pie hasta los descampados de la tapia del siquiátrico en las Delicias-, y que hoy vuelven, modernizados, a correr por nuestras calles. Surgió, de entre los terrenos de labranza en la Margen Izquierda, un barrio que era, es, una ciudad en sí mismo. Con una salchicha que nos arrebató un chorizo. Barrios nuevos que siguen expandiéndose en un más que sospechoso “bien común”. ¿Y la Expo? Pasó como con la burbuja inmobiliaria: nos alegró un tiempo, pero sus secuelas durarán años. Esos supuestos referentes arquitectónicos de Zaragoza que solo son elementos inútiles en la fisonomía ciudadana ¡Cuánto daría de sí, ahora, ese dinero! A nivel personal no obstante, algo muy positivo ha ocurrido: soy abuelo, que no es poco.

viernes, 25 de noviembre de 2011

MI MAESTRO

Ha muerto. Casi centenario, de salud no muy boyante, casi entierra a la familia (es un decir). Hay que ver como se agarra a la vida esta generación que hubo de sufrir la guerra, de la que fue combatiente, y la posguerra.

Lo he mencionado en alguna de mis entradas y si bien hoy debía ser el día de las alabanzas, no tengo motivos especiales para ello. Dominó toda mi edad escolar, ya antes de cumplir los seis años que era cuando oficialmente se iniciaba la Educación Primaria. Hasta los doce que hube de abandonarla.

De la escuela de "la letra con sangre entra", lo practicaba a mansalva. Me recuerdo frente a la pizarra, con un problema que habíamos de resolver, y en lugar de tener una actitud comprensiva y educante, enseñaba a guantazo limpio. Le teníamos miedo, no respeto. Actitud que mantenía fuera de la escuela. Hacíamos o dejábamos de hacer no en función de si estaba bien o mal, sino previendo la represalia que él pudiera tomar.

Mi amigo Quin, ya desaparecido, se cagó garras abajo de la sarta de guantazos que le estaba dando. Luego su hermana hubo de venir a limpiar el suelo de la clase. Qué diferencia con los tiempos actuales en que los padres lo hubieran corrido a hostias. Tan execrable era aquella escuela como intolerable es esta. Muchas veces he pensado ¿no le daba verguenza, un hombre ya mayor, pegar de esa forma a unos niños indefensos? ¿nunca habrá sentido remordimientos? No me tengo por rencoroso, pero no lo he olvidado.

Con la mierda del Coto Escolar, a los alumnos nos trató como a esclavos, haciéndonos trabajar en la rambla con agua. Y aunque fuera en seco. Inmensos dolores de piernas padecí por las tardes en aquellos años. Niños menores de doce años a los que incluso mandaba a regar su huerto. Y no veas con el riego de los árboles el mal que dió; también por ahí queda reflejado. Después, cuando cortaron los chopos, no vimos un céntimo ni unas gracias. Se lo quedaron, sin poder dar fe de quienes fueron los ladrones. Imagino que él, sería uno de ellos.

A pesar de ello, el año que fui presidente de la comisión de fiestas del pueblo, le pedí leyera el pregón a lo que accedió. El cacique que en aquel momento y durante muchos años mangoneaba el ayuntamiento, sin contar con nosotros lo impidió. Hoy, afortunadamente, se lo han pulido.

Como no todo fue negativo, pues algo aprendí, hoy le dedico mi recuerdo, sin acritú, y le deseo a su alma un eterno descanso, en paz.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Jornada de reflexión

Tal y como pronosticaba ”el hombre del tiempo”, hoy ha salido el día lluvioso y plomizo. El Montsiá ha desaparecido y en toda la mañana, como otros días, se ha escuchado el ruidoso zumbido del motor del helicóptero que, presuntamente, apoya y suministra a la plataforma petrolera situada a unas millas de la costa frente a la Punta la Banya, y que es perfectamente visible desde tierra. A este aparato, lo he seguido intrigado con los prismáticos y sin duda dirige su vuelo a ella. El sonido tronante de su motor, hace que no pase desapercibido. Al parecer, según he visto estos días, a la perforadora le está surgiendo compañía pues da la impresión de que están construyendo otra al lado. Esa es la percepción óptica desde tierra, pero no tiene que ser tan próxima como aparenta.

Hace tiempo leí que tenían problemas entre sí los ayuntamientos sobre los cuales se asienta. No había unanimidad sobre el uso -o abuso- al cual pensaban dedicar el yacimiento, y como aparte de limítrofes está a caballo de dos comunidades diferentes……. En principio no tienen la esperanza de hallar grandes bolsas de petróleo o de gas, aunque si desean que sirva para bombear gas en su interior y utilizarlo como almacén subterráneo.
Como mi casa tiene una claraboya en el tejado, no necesito asomarme a la calle para enterarme de si llueve o no. Lo grisáceo del día, hace presumir que así sea; el repiqueteo de las gotas sobre la misma, ratifica y evidencia la lluvia. Es una gozada todo ello pues hace sentir ese sentimiento de bienestar y placer ante el confort de un tejado y una estancia agradable, seca y calentita. El jardín lo agradecerá pues creo que a las plantas les ocurre como a los borrachos: nunca se sacian. Y como en este año las lluvias se prodigan tan poco ¡déjala caer!.

Otra consecuencia añadida ha sido la de mantenerme recluido todo el santo día en casa. ¿Dónde puñetas voy a ir si no ha parado de estar churri churri en ningún momento? Pensaba haber dado un garbeo por el rastro ya que hoy era día de mercado. Les ha hecho la pascua a los vendedores que han visto su mercancía sin tocar y a los compradores que, aparte de darnos un paseo, hemos perdido la oportunidad de adquirir alguna “ganga”. Bien es verdad que el mayor porcentaje de puestos se compone de tenderetes de ropa, “oiga a un euro” vocean hasta desgañitarse, y ocurre como en las rebajas: siempre adquieres algún género que puñetera la falta que te hace y que en otras circunstancias no aceptarías ni regalado. Confieso que alguna prenda he comprado, y además llevado muy a gusto, no todo es “a un euro”.
 Los morenos también se habrán visto afectados. Siempre extendiendo sus grandes pañuelos con los discos y bolsos y ojo avizor a los municipales para salir por piernas llegado el caso. No tengo noticia de como rige este tema en el interior a pesar de que en mi ciudad hay dos días por semana rastro, que es como nosotros le llamamos, pero aquí, en los pueblos de la costa, lo hay al menos una vez por semana y cada día en un pueblo distinto pues son vendedores ambulantes y no poseen el don de la ubicuidad.

Me traje dos libros para leer, El Asedio y El Camino. El primero, va a resultar más prolongado el tiempo de lectura que el propio asedio a la capital gaditana. Y es que siempre tengo algo más importante o interesante que hacer. En lo que de el llevo leído, El Maestro de Esgrima ha tenido que documentarse a base, pues una fantasía como ese libro, no sale de una chistera con tantos nombres de personajes, -presumo que entre los importantes, gran parte reales-, pueblos, batallas etc.

De Miguel Delibes, solo puedo decir de él que me aficioné a su lectura a través de los artículos que sobre la caza escribía en un suplemento dominical. La patirroja, era su pasión cinegética. Luego ya comencé a comprar alguno de sus libros, El Hereje, por ejemplo. De este libro, El Camino, a pesar de, según él, estar escrito como hablaba, necesito tener un diccionario a mano pues se me escapa la comprensión de algunas palabras. Jamás osaría la herejía de la comparación, pero si me doy cuenta de una cosa: yo sí que escribo como hablo, con el inconveniente de que mi vocabulario es infinitamente más pobre. Por eso compro sus libros, para aprender.

Al caer la noche, parece despeja algo el cielo. Ha dejado de llover aunque hay nubes amenazantes. Se ha movido un viento casi fuerte que rola de sur a noreste. Será para que se oree la tierra. Y para que el gallo de mi veleta  gire incansable y altanero señalando de donde sopla el enemigo invisible.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una Historia (imposible) de amor

Se conocieron cuando  por encargo de una amiga visitó la tienda. Su aspecto era inmejorable, precioso, de tacto suave, aterciopelado. La impresión recibida, hizo que permaneciera, imborrable, en su memoria.

Pasaron los días y los meses, mas no su recuerdo. Un día, armándose de valor, decidió volver a la boutique en su busca. Ya no estaba, le dijo el dependiente;  hacía tiempo alguien decidió gozar de su compañía y habían ocupado su lugar con otro  que parecía hermano gemelo suyo. Sin titubeos, decidió que no podía correr el mismo riesgo por segunda vez; además, el tiempo no pasa en balde.

Su primer encuentro, como ocurre a la mayoría, no fue perfecto. Los nervios y la inexperiencia en mutua compañía, hizo el resto. En silencio, decidieron que la próxima vez sería diferente. Y la siguiente, y las otras……….Poco a poco, de manera solícita, en cada unión entregaba lo mejor de sí. Su unión era perfecta, se dejaba guiar en una simbiosis gozosa intentando dar el máximo de sus posibilidades.
Como en todas las historias, había un punto débil. Las dudas empezaron a surgir, no porque  la relación en sí fallara o el mal comportamiento hubiera surgido. Si mi familia se entera, si tengo algún fallo o me ocurre algo, las consecuencias serían imprevisibles… Debían acabar su relación; esta zozobra tiene que tener fin y solo hay un modo. En silencio como siempre, se realizó su último encuentro. El más placentero ya que ambos sabían sería el último; la experiencia crea maestros. No por ello dejó de prestarse en toda su energía.

Con el orgullo de saber que su último servicio había sido cumplido a la perfección, se mostraba lozano y preparado de nuevo. A  su amante, cuando de tapadillo se deshizo de el, un profundo suspiro se le escapó de lo más profundo de su pecho. Al alejarse, comenzó a escuchar un lamento en su mente:
Como a un muñeco de falla
Me quemaste, me quemaste
Y al despuntar la mañana
Me olvidaste, me olvidaste

domingo, 20 de noviembre de 2011

Viaje de ida y vuelta

Preocupado por el mal cariz que los acontecimientos estaban tomando, decidí tomarme unos días de asueto para liberarme del estrés acumulado tras más de tres semanas en que unos okupas habían invadido mi casa inundándola de ruidos espantosos y polvo. El individuo malcarado que tras el espejo del pasillo me observaba, más bien espiaba, hizo que mis reparos desaparecieran. Así que cogí la maleta, el perro y el lorito, y carretera y manta hacia mi dacha al abrigo del Montsiá.
El mes de Julio fue indecente por lo cual ahora el clima nos está regalando un otoño benigno y de temperaturas muy agradables. Pero no hay que engañarse. La naturaleza sigue su curso dejando a las plantas con los característicos colores otoñales en sus hojas. La planta trepadora que ha colonizado la verja, en una permuta con la casi desaparecida buganvilia, ha adquirido en sus hojas un tinte rojo precioso, lástima que sea el preámbulo a su caída. Las naranjas, lane late, van tomando el camino de la madurez y este año son de un tamaño espléndido; la morera, casi desnuda, solo espera la poda de sus ramas. Tengo planificado plantar los tulipanes que mi hija trajo de Ámsterdam y un par de cabezas de ajos; la primavera delatará si he obrado bien. Las fresas, huérfanas.

El pasado  verano me regalaron mis hijos una caña de pescar y en una tarde, dejamos al Mediterráneo y a la vendedora de lombrices contentos, pues los novatos solo se dedicaron a cambiar cebos y plomos desaparecidos.

 Decidido a “olvidar”, me proveí (¿existe este vocablo?) de cebo suficiente para intentar pescar algo de un tamaño mayor a una sardina. Ya llevaba un rato en la playa del Trabucador, cuando a pocos metros de la orilla un pez en apariencia grande, parecía estar entonando sus últimas oraciones. La cola fuera del agua en una acción parecida a la que los salmones ofrecen al remontar los ríos para el desove. La caña, de observadora. Qué hago, cualquiera se mete al agua con lo fría que debe estar. El maldito pez, en apariencia riéndose de mí pues no me atrevía a mojarme los pies, seguía con su danza seductora a una distancia prudente por si acaso.

¡¡Quién dijo miedo y estaba temblando!! Ya picado en mi amor propio debido a que en la caña lo único que conseguía era suministrar almuerzo gratis a aquellos pececillos ladrones, me descalcé y quité los pantalones. No me desnudé más, no por pudor ya que de eso no me queda y tampoco había nadie, sino que consideré suficiente estriptis el realizado. La en apariencia maldita lubina, batió el agua con varios coletazos que luego consideré fueron de alegría. Ya me tenía donde quería. En medio de escalofríos y carne de gallina, penetré dentro del agua con la intención de abalanzarme sobre ella y agarrarla de la cola. La mala pécora, me dejaba aproximarme pero no demasiado. Siguiendo con su ritual, se desplazaba paralela a la playa sin darme opción a nada.

Como de esta forma no iba a conseguir lo que quería, esto es, que me mojara entero, el maldito pez se quedó quieto un momento tal como si la hubiera palmado. ¡Ya eres mío! Si, si…. Cuando lancé mis manos tras su cola, este se escurrió cual si hubiera estado llena de grasa. Ya estaba medio empapado. No sentía frío pues en el fragor del combate me olvidé del mismo, de la caña y de tol biribí. Encelado total, al siguiente lance me lancé en plancha en una palomita que para sí hubiera deseado Casillas. Fue el apoteósico final que desde el principio tramaba aquel pez traidor. A punto de caerle encima y aplastarlo, salió disparado mar adentro dejándome cabreado, empapado y con dos palmos de narices. Calao y sin setas.
Pero las desgracias nunca vienen solas. Al tomar el coche de nuevo para volver a casa, hay sus kilómetros, las ruedas comenzaron a patinar sobre la arena haciendo el afilador, ¡qué putada! Arena, arena y arena. Intenté meter algo bajo los neumáticos para que agarraran y no patinaran. Por no haber, no hay ni vegetación. En su lugar, metí una especie de alfombras de protección que llevo en el asiento trasero y en el suelo del maletero. Conseguía salir pero en cuanto “se acababan” volvía al pozo; en la última movida, se quedaron atrapadas por las ruedas traseras y allí terminó todo. Tiritando de frío, ira (conmigo mismo) e impotencia, estaba a punto de llamar al seguro del auto para que vinieran a rescatarme. Como Dios aprieta pero no suelta, cuando ya tenía las ruedas semienterradas y a punto de hallar petróleo, pasó un todoterreno al cual requerí ayuda. Sus ocupantes, solícitos y solidarios total, remolcaron a mi buga y lo sacaron del atolladero. Learning lesson: nunca salir del camino trillado por los demás coches. La arena seca, es muy traicionera.

La tiritera que vino después como colofón a un “magnífico día de pesca” tuvo consecuencias. Al estar solo, que también tiene sus ventajas e inconvenientes, me pasé dos días en la cama a base de leche con coñá y aspirinas. Tapado con una manta, bajaba al microondas, calentaba bien la leche y luego la enfriaba con el coñá; y a sudar. Hube de cambiarme de cama ya que la primera quedó empapada, como yo. Por una temporada he quedado saciado (harto) de pescado; si algún día siento la necesidad de tenerlo en la mesa, creo iré a Mercadona. Segunda lección aprendida: he de hacerme con un tridente como el que tiene el rey Neptuno en previsión de que el mismo u otro pez, tenga la mala idea de tomarme el pelo por segunda vez. (He de aclarar que desconozco el motivo, pero se ven a menudo, a la orilla del mar y a la vista, peces en la misma actitud que el mencionado). A duras penas, conseguí dejar plantados los bulbos de tulipán y los ajos.

Hoy al volver a casa, nada más abrir la puerta, me ha recibido el fulano que me espiaba tras el espejo; mejor pinta, pero fulano al fin y al cabo. Daba por hecho que todos los okupas habían abandonado la casa, incluso éste. El muy sinvergüenza, mirándome me hacía la bulra, como decían los abuelos cuando yo era crío, y momos. Me sacaba la lengua y ponía las manos en las orejas riéndose en un cachondeo irreverente y desvergonzado. No he podido resistirme. Le he soltado un puñetazo en todos los morros para que aprenda. Me he jodido la mano y el espejo ha saltado hecho añicos, pero el garrulo ese ha desaparecido. Y cabreado como estaba, he dado media vuelta y me he ido otra vez de picos pardos. Me voy a santo Domingo de la Calzada, donde la gallina cantó después de asada y de allí a Madrí. A recordar viejas historias e histerias. A darme unos buenos paseos en metro y a sumarme a los insumisos en la Puerta del Sol. Esta crónica la escribo desde un cibercafé, pues a casa no vuelvo mientras no me garanticen inmunidad sin compañías insolentes y molestas. O sea.

viernes, 18 de noviembre de 2011

HISTERIAS Y MOLIENDAS

Tengo unas enormes depresiones con esto de la escritura. Empecé por contarme a mí mismo mis recuerdos de niñez y juventud, plasmándolos en papel y para dominar el sueño que me invadía por las noches. Muchos de ellos por ahí andan. Consideré que el modo más correcto de guardarlos y leerlos cuando quisiera, era a través de este blog al que siguieron otros; unos abandonados y otros, casi. Pero este, el primero, sobrevive a pesar de las depresiones

Acabo de ver un post de gimbel en su blog "Escribe o Revienta" y me ha dado que pensar el tal título pues es lo que a mi también me sucede (aunque no me compararé en su calidad literaria). Escribo a trancas y barrancas. Hay épocas fértiles en cuanto a cantidad y las siguientes paupérrimas o nulas en la escritura. Ahora llevo unos días de histeria escribidora hasta que caiga en la histeria a secas.

Como consecuencia de tanta disfunción, róndame la mollera una idea estúpida como casi todas las que se me ocurren. En mis devaneos oníricos busco al mirlo blanco que no quiso comer en mi mano. Difícil papeleta esta. El agua de un río jamás vuelve a su cauce. Aunque me pregunto y no hallo contestación adecuada ¿Porqué la mente se esclaviza cuando al cuerpo le resulta indiferente? Joder, los humanos, somos la rehostia; bueno no todos, algunos ni los llegan a consagrar, quedándose/nos en simples sombras o fantasmas trasumantes. Capaces de rompernos la crisma subiendo una escalera e indiferentes al segundo siguiente. ¿De verdad que sí? ¡¡y una mierda!! ¡¡Ah qué putada!! no poder decir lo que se siente.....

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SUSTO

Esta matinada al levantarme, he sufrido un horrible shock. Al pasar frente al espejo del pasillo he descubierto a un tipo repelente que tras mirarme de forma huidiza ha desaparecido. Una taquicardia galopante se ha apoderado de mí y he proferido un grito histérico más parecido al cacareo de una gallina que al rugido de un león. Presumo que de haber sido lo segundo, me habría quedado mojama ipso facto. Solo me faltaba eso.

Últimamente me rondan demasiados fantasmas. He comenzado a poner ajos por los pasillos y algún que otro cepo. Pasar al otro lado inútilmente. Caminito que el tiempo ha borrado y que ya usé en otro tiempo, pero que se cerró inesperadamente, como la stargate. Para tener algo con que picarme el año próximo, voy a plantar unos cuantos dientes (de ajo) en el jardín. Solo espero que demá de matí, ese tío haya desaparecido de mi casa. En precaución y como medida preventiva, voy a colocar una sábana que tape al dichoso espejo, ya que parece se oculta tras el. Si vuelvo a verlo, se va a enterar de lo que cuesta un peine, aunque mejor, lo evito.

Voy a aprender catalán para exiliarme. Quizá no me exilie, que ahora a la vejez los achaques son frecuentes y la sanidad la están poniendo difícil los hombres de +

MELANCOLÍA

Hoy tengo un día extraño. Mezcla de alegría y melancolía. Melancolía que no tiene ni debe ser necesariamente tristeza. Sin embargo, escuchando melodias de mi ya lejana juventud y otras no tanto, inundan mi alma de una mezcolanza contradictoria de sentimientos encontrados. Me transportan a otra época, otras vivencias, otros amores y sobre todo, desamores. Porque resultan más lacerantes sus heridas y sobretodo, incurables; pues si tras tantos años de cauterización fallida ¿cabe esperar que ahora por arte de birlibirloque lo hagan? . No. Sobre todo cuando el hijoputa de tu subconsciente, cuando te encuentras inerme, te transporta de forma criminal a esos recuerdos que conscientemente rechazas, incluidos la falta de apetencia física por ellos. Te puedes engañar, mentira podrida, llamando hija de puta a la causante de tus zozobras. Solo conseguirás que te visite y hunda más en la miseria en los momentos en que te halles indefenso. Y lo peor es cuando dos hijas de puta se unen: una te jode la noche y la otra el resto.

martes, 15 de noviembre de 2011

SIN INTERESES

Como con la declaración a Hacienda, hoy el ¿gobierno? nos ha devuelto, sin intereses, la hora que nos escamoteó ¿robó? en primavera. Y digo robó porque ¿cómo se puede llamar al hecho de que te arrebaten algo de tu propiedad sin tu consentimiento?. Los políticos, hacen y cometen muchas estupideces y cada vez está más demostrado que esta es una de ellas. Ya no voy a comentar sobre las veces que meten la mano para forrarse, pues no cabrían aquí y además, hoy no toca.

Pretenden engañarnos con el cuento de que se ahorran no se cuantos MM de auros con la dichosa movida. Y una mierda. Se ahorrarían muchos más si no se metieran en política para enriquecerse y fueran buenos gestores, no tiraran de Visa Oro pagando los Vega Sicilia, las comilonas y las putas a nuestra cuenta y sobre todo, mucho más honrados. La futura alcaldesa de Madrí, sí de ese partido que pide que los obreros vayan otra vez en alpargatas o mejor aún, descalzos, fué "cazada" por los periodistas de La Sexta entrando a la peluquería. Ese hecho en sí mismo no es nada punible pues todos la visitamos alguna vez. Pero dice mucho de la categoría moral de la interfecta, las circunstancias de la visita: se hizo acompañar por el coche oficial con su conductor y dos guardaespaldas. Todo a cuenta del erario público, osea, de nuestros impuestos. A la salida, se fue caminando por la acera y los otros andando detrás, con el vehículo siguiéndolos. Y decía a los madrileños que guardaran el auto en el garaje (la calle), viajaran en el metro o fueran andando para no contaminar.

Digna consorte de un individuo resabiado que por dejarnos ciegos, está dispuesto a perder un ojo; pero eso sí, el muy cabrón se esta forrando. Y no veas el yerno......

Poniendo burletes, se ahorraría mucho más en energía que jodiendo al personal de esta forma.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EMASCULAR

Hoy, he aprendido una nueva vieja palabra. Parece ser que los escritores cuando no quieren o pueden dejar negro sobre blanco una acción, emplean subterfugios que supongo les seguirán llamando sinónimos, pero que no por ello dejan de serlo. Reconozco que llamar siempre de la misma forma a una cosa resultaría muy repetitivo; lo de pobre, ya no lo tengo tan claro. Si con un gesto podemos expresar sin ninguna duda lo que deseamos transmitir, y se me ocurren un montón y muy expresivos por cierto, una palabra debería bastar para decir lo mismo. Lo dice, pero además hay otras muchas que tienen su mismo significado e incluso, según el contexto en el cual la acción se desarrolla, pueden tener varias acepciones.

Desde que mi memoria alcanza, esta recuerda cuando alguna persona de buena o mala fe, que de todo había, me decía que me iba a dejar sin aparato mingitorio. Así mi tío Leoncio metía el dedo pulgar (ya casi se me ha olvidado como se les llama a los dedos) entre el índice y el corazón y simulaba que me había “quitado” la pilila. Incluso alguno de mala uva, sus motivos tendría, nos decía “chaval, si te pillo de la corto”, lo cual era ni más ni menos, eso, emascular. O sea, “te capo”.

Aunque ahora que pienso, emascular o capar, debe significar dejarlo a uno como a un eunuco, cortarle las pelotas, no cortarle la chifla como nos amenazaban cuando éramos crios y no nos servía más que para mear. Ni más ni menos que como ahora.

viernes, 11 de noviembre de 2011

REQUIEM POR RTVE



Esta es la crónica de una muerte anunciada. A partir de cuando tomen el poder, asaltarán los despachos y los informativos los personajes más inmundos que hoy están condenados en la caverna. No voy a hacerles el favor de mencionar su nombre y mucho menos su acrisolada carrera en los medios dominados por la ultraderecha tanto en La TDT como en los medios digitales. Aún recuerdo a TVE en los tiempos de charlot y sus infames "periodistas". La "reina", entre ell@s. Por cierto que hablando de "reinas", el Urdangarín no solo dió un braguetazo sino que también ha metido, presuntamente, la mano ande había que coger. ¡¡Vaya tropa!!. A ver si viene la república para que se forren otros, porque: "de molinero saldrás, pero de ladrón no escaparás"

A esa gente, la pluralidad y la democracia les repugna, sienten tantas arcadas como yo cuando los veo a ellos/as. ¡¡Anda que menudas piezas habemus!! Si alguien piensa que si los conozco es porque los he escuchado, está en un error. A la mala gente, se la descubre enseguida y como a estos ya los conocemos, ¡¡Que dios pille confesados a los trabajadores de RTVE!! . El escuchante o el telemirón, con cambiar de emisora, punto. Y si no, apaga y vámonos.

ENGATOSA2

Todos los veranos mi madre se hace con la población gatuna del pueblo. Desconozco el sistema de intercomunicación entre ellos, pero de no haber ningún gato, pasa a haber multitud. Y cada vez que se abre la puerta de casa, indefectiblemente, sea la hora que sea, acuden raudos y con el rabo tieso a ver que cae. Si hay algo de comida, el primero que llega sale disparado a comérsela sin dar parte al resto.

Gatos que quedan huérfanos, pues casi ninguno tiene dueño, una vez que mis padres y algún otro matrimonio dejan el pueblo ahora pasado el verano. Los más pequeños, calabaceros los llaman por ser tardanos o segunda cría tal vez, lo tienen crudo para sobrvivir al frío y hambriento invierno. Y más ahora que las basuras van a parar a un contenedor. En general todos los animales, salvajes o no, sufren las consecuencias de que los humanos nos "civilicemos" cada día más. Gatos, perros, zorras (con perdón), picarazas y rapaces en general, por no hablar de los buitres, ven como sus posibilidades de supervivencia disminuyen parejos a la población humana en las zonas rurales.

El año pasado iba con mi padre de paseo por las afueras del pueblo hacia el monte, y una interminable llegada de buitres planeadores aterrizaba a unos centenares de metros. Con los años que tiene, se quedó maravillado pues ese espectáculo no lo había presenciado nunca. A mí me recordó al aeropuerto de Frankfurt am Main al caer la noche. Y no es que por el día no ocurriera, pero a esa hora todos los aviones llevaban los grandes focos encendidos y se veia una larga fila, muchos, enfilando las pistas de aterrizaje del aeropuerto. Padre, seguramente Armando ha tirado alguna oveja muerta. Efectivamente, así era. Pero ahora, con la supresión de los muladares, los animales hambrientos se han vuelto carniceros y matan a las ovejas vivas. A veces mantenemos en los despachos a gente verdaderamente imbécil e inútil.

Quiero recordar a la mujer desaparecida hará ya 4 ó 5 años. No cabe duda de que fue asesinada y desaparecida. Si se hubiera perdido en el monte, donde fue exhaustivamente buscada, sin duda estos mismos carroñeros la habrían encontrado.

jueves, 10 de noviembre de 2011

LA COÑA DEL TUITER

Cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo espanta moscas. Una verdad como un templo. Por eso yo, que no tengo nada en común con Lucifer, -salvo que un día acabaré en su marmita aunque si puedo se la volcaré como hicieron Sharon Stone y su compinche Richard Chamberlain en una peli cuando iban en búsqueda de las Minas del rey Salomón y los negros quisieron hacer escudella con ellos-, he tenido la ocurrencia de abrir una cuenta en el dichoso medio de moda, sobre todo entre los políticos.

No tengo ni puta idea de como funciona ni para que sirve. A más a más, teniendo los blogs abandonados, tal atrevimiento me ratifica en la afirmación inicial. O aquella otra que dice que "dios dá hambre a quien no tiene que comer" o al revés, que de la panza sale la danza y más vale morir harto a ver los perniles en fotografía. Aunque algunos dá gloria verlos ya que hambre, hambre..........hay muchas formas de sufrirla.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

ESCALERA TRUNCADA

Como tantas veces había hecho de niño, repetía los mismos gestos buscándola en vano. Seguía esclavo de un sentimiento que a lo largo de los años no había logrado erradicar.

En el interior de la casa, había una foto de aquella niña que llevaba grabada a fuego en su alma. Una noche, se armó de valor y con una vieja escalera de madera, forzó una ventana de la vivienda. Logrado su objetivo, uno de los carcomidos palos falló y cayó al vacío. A la mañana, descubrieron su cadáver abrazado al retrato y con el rostro iluminado por una sonrisa.

martes, 8 de noviembre de 2011

APAGON INFORMATIVO

En los ya lejanos años de la dictadura, en semana santa cubrían las imágenes de la iglesia con telas moradas o negras. Al tercer día las descubrían y se renovaba la alegría por la resurrección de Cristo.

Treinta y pico años más tarde, volvemos a las andadas. Hoy ha comenzada la quincena negra y en mi casa las televisiones pasan a negro a la hora de los informativos. Están vetados los políticos con sus embustes, falsedades y mentiras y su propaganda y verborrea falsas y taimadas. No habrá cadena que en mi presencia emita imágenes o sonido de estos falsarios. Los odio sanamente. No me importa que pueda pasarles del mismo modo que los ciudadanos a ellos les importamos un guevo.

El otro día, López Garrido, ex-IU, decía con una enorme desfachatez que los referéndums debían hacerse para consultas sobre la Constitución ¡¡si tendrá morro el fulano!! Acaban de modificarla y a los ciudadanos no nos han dicho ni por ahí te pudras. Como para fiarse de los de IU. De los otros, ni te cuento, a esos ni agua. Vaciaría las cárceles de delincuentes no ensangrentados y las llenaría con todos los que van a ir en las listas. Habríamos de mantenerlos igualmente ¡¡pero la de millones que nos íbamos a ahorrar!!

Dentro de 15 días no habrá resurrección de nada ni de nadie. Comenzará la noche negra y solo habrá alegría en casa de los que llevan tiempo vendiendo a España en todos los foros, no haciendo nada positivo para el país y solo soñando con meter las manos en la masa sin nadie que los controle. Y como con los programas de telebasura de algunas cadenas ¿quienes son responsables de la mierda que emiten, las cadenas o los escarabajos peloteros que se alimentan con ella?.

¿Democracia? y una mierda. Ni Rajoy ni Rubalcaba, y por extensión sus respectivos partidos, merecen más que garrote vil. La era de Zapatero, la recordará la Historia como la más nefasta y a él, como el personaje más inútil aupado a lo más alto por un pueblo aborregado. Como lo será Rajoy.

¿SUERTE? Y UNA MIERDA.

Vaya dia que llevo. El respetable puede figurarse pero sin duda no leer, pues quedarían mal, la de palabras que han pasado por mi boca o mi pensamiento. Unas están en el diccionario de la RAE y otras en el popular. Jugando al poker, me las han dado por los dos carrillos y hasta el culo parace ser que también ha resultado agredido pues me escuece. Y es que hay días que mejor no hacer nada de nada para no meter la gamba.

Luego pongo,al tiempo mientras juego, música bajada de internet, piezas antiquísimas que oia tocar a mi padre con el violín. Lo que me faltaba. La moral ha salido huyendo por la puerta de la cocina que estaba abierta; opto por dejarla marchar ya que si voy tras ella puedo matarme, bueno seguro me mato con la altura que hay. Si es de ley, algún día volverá y si no, ajo y agua.

Estoy seguro que si me siento en la orilla de algún camino a la sombra de algún roble se seca y alguna rama me parte la crisma. Y es que hay siglos que mejor seria no haber nacido. (Perdón madre)

http://youtu.be/bfRQwAtHslw

domingo, 6 de noviembre de 2011

Skup

Marché a la cama pensando en el día siguiente. La fecha del 20-N me sonaba. Quizá fruto de una cena copiosa tuve una pesadilla y ví a Arias Navarro, lloroso, leyendo una declaración. Me desperté ilusionado ¡empieza el futuro! Cuando fuí consciente de la realidad, rompí a llorar.

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La familia al completo estaba en el paro, sobrevivían como podían. Chatarra, papeles, cubos de basura de los grandes supermercados.... habían oído algo de elecciones, pero su único interés era donde tirarían las papeletas para poder venderlas al trapero. Los sin papeles no votan.
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21.11.2011- Sra. Merkel: suspendan ayuda y rescate para España. En Madrid llevan atados a los perros con longaniza y los apedrean con lomo. Es un milagro.

Nanorelatos en Skup de elpais.com

sábado, 5 de noviembre de 2011

EL CONFESONARIO

Cuando tenía nueve años, “ingresé” en la cofradía de los monagos de la iglesia parroquial de mi pueblo. En aquellos años resultaba ser una tarea onerosa, al menos para mí, por dos motivos: había que responder al cura en latín a cuanto él decía y debía madrugar para asistir a misa, lo cual aún me costaba más. Así que muchos días, entre toque y toque de campana anunciando la celebración de la misa para las beatas que eran las únicas asistentes los días de faena, me metía al confesonario a dar una cabezada, lo cual me costó algún que otro pescozón donado por el párroco cuando me pillaba in fraganti. Y eso él lo sabía enseguida: si me retrasaba en hacer sonar la campana era porque me había quedado roque dentro del armario de los pecados.

Y sucedió, aunque yo no lo había previsto ni se me había pasado por la cabeza, lo que era previsible que pasara: un día, sin previo aviso, se presentó una moza a pedir confesión, y fue tal su apresuramiento y mi sorpresa paralizante, que sin saber como me sorprendí haciendo de confesor sin haber abierto la boca siquiera. Todo lo contrario que la penitenta, la cual, suponiendo a la garita ocupada por el confesor y para no darle opción a que indagara demasiado en asuntos que no deseaba revelar, más que un chorro resultó ser un torrente desbocado de palabras y “padre me acuso”. Así me enteré de que hacía tocamientos deshonestos con su novio, -lo cual hubiera resultado hasta cierto punto normal-, mas tampoco desaprovechaba la ocasión de hacerlo con cualquiera que se le pusiera a mano. De este modo se desarrollaba el “sacramento”, en tanto yo cavilaba el modo de salir de allí sin ser visto. Me pidió la absolución a lo cual le respondí con voz ronca que no podía dársela mientras no fuera más honesta y pía. Palabras que no supe de donde salieron ya que tampoco tenía muy claro que significaban sus antónimas. Como pude me escabullí gateando dejando a la mocica consigo misma afligida y llorosa. Se levantó y se marchó.

A mi me sirvió de aviso y escarmiento y de entonces en adelante me quedaba en las escaleras de la torre junto a la soga de dar los toques. Pero mi inocente acción, trajo consecuencias para el honrado párroco. El mósen, tenía costumbre de jugar alguna partida de cartas con la gente de orden del pueblo y una noche cuando volvía a su casa por un callejón oscuro, una soga atravesada en el mismo dió con sus huesos en tierra. Rodillas y manos averiadas, más estas últimas, las cuales debieron curar y vendar. Gran escándalo pero no pudieron averiguar quienes fueron, uno o varios, los autores. El cura, que no tenía enemigos reconocidos ni mácula a la que achacar ese ataque, decía que aquello había sido una prueba del Señor y se sentía reconfortado con ello. Lo cierto es que estuvo unos días sin celebrar misa por este motivo. Solo el rosario, que por culpa de los madrugones y de la salmodia de la letanía de Nuestra Señora, un servidor acababa dando cabezadas de sueño.

Pero no sería este el único episodio contra su persona. Por Cuaresma se celebraban novenas al atardecer, entrando la noche. Las más tétricas y acongojantes se dedicaban a las Almas del Purgatorio. Su letra y entonación, encogían el espíritu. Pues hete aquí que una noche, cuando todos se habían marchado de la iglesia y ya solo quedaba el mósen, alguien lo dejó encerrado. No se si vería bajar a Lucifer del altar mayor, donde el arcángel san Gabriel lo tenía vencido con la espada en el pecho, pero algo así debió de sucederle ya que comenzó a tocar las campanas a fuego de una forma frenética y desesperada, como si ardiera el pueblo entero. El vecindario, alarmado, se echó a la calle pozal en mano preguntando donde era el incendio. Como la llamada continuaba de forma angustiada y fuego no se encontraba en ningún sitio, decidieron ir a la iglesia a ver quien era el gracioso que había sacado a todo el mundo de sus casas y a algunos de la cama.

Cual no sería su sorpresa al encontrar la iglesia cerrada y las campanas tañendo sin cesar. Afortunadamente, el autor o autores del encierro, no habían escondido o tirado las llaves; abrieron y encontraron al cura agarrado a la cuerda sin dejar de tocar. El miedo o la histeria lo habían trastornado. “Lo excomulgo, lo excomulgo” repetía sin cesar con los ojos como platos, ido total. Los civiles hicieron pesquisas y el alcalde echó un bando condenando el desafuero, pero no se supo quien había sido. Coligieron que la misma mano estaba detrás de los dos atentados, pero nadie hallaba un nexo entre los hechos y el causante.

Años más tarde, remodelaron la iglesia para adaptarla a los tiempos modernos e iban a tirar el viejo confesonario al cual yo tenía querencia. Por mil pesetas, como donativo, lo adquirí y de vez en cuando, me echo la siesta en el. Imagino que confieso a grandes pecadores/as (tengo mi propia nómina) y los pongo de chupa de dómine, con duras penitencias y la promesa del infierno; condeno, a los vagos, a hacer hervir eternamente las calderas de Pedro Botero arrimando carbón. A la mala gente, a servir de ingrediente para el consomé de los demonios. Alguna vez me he despertado sobresaltado pues he creído era yo el condimento; otras, tras escuchar confesiones que me han turbado sobremanera.

Años más tarde me enteré, confidencialmente, que el autor de los atentados al cura había sido el novio de la mocica a la que no quise dar la absolución. Lo había hecho en represalia por ello. Ni que decir tiene que yo me callé como un bellaco. El señor cura tenía alma de mártir, pero yo no.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

AL BORDE DEL CAMINO


Salieron de casa con los primeros albores del día. El tiempo se presentaba apacible, más bien fresco, con algo de nubosidad que en principio no amenazaba con ir a más pero avanzando el día podía derivar en tormenta. La jornada actual y posteriores las pasarían haciendo la ruta habitual por los pueblos de la comarca, 15 días en total entre ida y vuelta. El terreno, montañoso y abrupto, solo permitía ese tipo de transporte en tanto no se acometieran obras de mayor envergadura que posibilitaran el paso, como mínimo, de carruajes. El pueblo de Santa María do Camiño, del cual partieron, debía su nombre al Camino de Santiago y al anochecer, salvo imprevistos, llegarían a Portela, primera parada de su periplo.

A lomos de su jumento dormitaba, bamboleándose, en tanto que el animal, por la fuerza de la costumbre, andaba con mansedumbre aquel camino tantas veces pateado. El asno, de nombre Manzanita, con la cabeza gacha tal como si hubiera cometido alguna travesura que penaba sobre la marcha, mordisqueaba cualquier brizna de hierba llegando a la detención sin que lo molestara su jinete. Habían recorrido un largo trecho del mismo por parajes descubiertos, sin malezas ni otra vegetación que pudiera albergar o disimular alguna sorpresa oculta. A partir del comienzo de la espesura, el camino se ocultaba a la vista debido al terreno sinuoso y lleno de curvas necesarias para ir ascendiendo suavemente hasta alcanzar una pequeña planicie donde las montañas daban un leve respiro a los viajeros.

Transcurridos unos cientos de metros entre chaparros y rebollos, algo llamó la atención del asno que, alzando la cabeza y poniendo las orejas tiesas se detuvo.... En medio del camino se hallaban dos hombrecillos haciendo señas para llamar su atención.

Agitaban los brazos en abanico y en sus ojos se reflejaba la angustia. Al llegar a ellos Manzanita paró, dudando entre estarse quieto o volviendo grupas, salir pitando.

-Por favor, ayuda, suplicaron.

El viajero, aún amodorrado, entreabrió los ojos y creyó estar soñando. No había bebido más de la cuenta, solo dos jarritas de vino con el almuerzo y si bien le habían causado cierta somnolencia placentera, no era suficiente como para causarle un delirium tremens. Eso era normal en él, ir alegre pero no bebido en exceso. Frotándose los ojos y parpadeando varias veces, no dando crédito a su vista, al final se convenció de que no era una aparición sino real, lo que sus ojos y los de Manzanita veían.

-Por favor señor, necesitamos ayuda. Con voz de niño pidieron ambos al unísono.

Casi con miedo e incredulidad, él preguntó a su vez:

-¿Qué os sucede?

-Al ciervo Bert, le han clavado una flecha y nosotros no podemos sacarla. Y con ella, morirá.

-¿Y donde vivís vosotros? ¿De dónde habéis salido?

-En el bosque, respondieron mintiendo como bellacos. Aunque él eso lo ignoraba.

Ceferino, que así se llamaba el jinete de Manzanita, rascóse la cabeza incrédulo y asombrado, dudando si aceptar o no la petición de ayuda, la cual parecía descabellada.

-Pues si ha sido algún cazador sin duda seguirá su rastro hasta dar con el, argumentó.

La petición le parecía fuera de toda lógica y le sonaba más a broma que otra cosa.

Salvo por los dos personajes que la hacían, pues aun con apariencia humana, nunca había visto nada parecido, lo cual le causaba más dudas si cabe.

-Sabemos que nuestra demanda la verás rara y sospechosa, pero estamos aquí por orden de nuestro jefe y él podrá darte todas las explicaciones que necesites. Te rogamos nos sigas y ayudes ya que nos ha enviado para buscarte. Según su criterio, eres la persona adecuada para ese fin. Podemos garantizarte que nunca olvidarás esta acción, no podrás volver a ver nada igual. Intrigado y curioso titubeó unos instantes y al final dijo:

-Acepto, con una condición: que mi viaje no se demore.

-Te garantizamos el regreso inmediatamente. Si decides ayudarnos hemos de vendarte los ojos para que no puedas recordar el camino y no nos pongas en peligro con posterioridad.

-¿Y a qué tantas prevenciones carallo? Confiáis en mí para salvar al ciervo pero no tanto como para ir con la vista descubierta. ¿Salvar a un ciervo? ¿Qué broma es esta? ¿Acaso pretendéis robar la mercancía que llevo? Os advierto que no es mía. Si lo hacéis, esto se llenará de gente deseosa de tentaros las costillas y poner vuestros huesos al sol. Y quizá los míos, argumenta en silencio Ceferino, pues no admitirán lo que estoy viendo y creerán que he sido yo el ladrón.

-De esta forma te protegemos a tí también. Alguien quizá podría obligarte a hablar si cuentas lo que has visto. Si aceptas, te recompensaremos bien, no lo dudes. No te penará.

-Bueno venga os ayudaré, esta aventura no me la puedo perder. Ceferino, mientras, pensaba que si merecía la pena, solo tendría que poner a Manzanita en el lugar de comienzo del desvío en el camino y este lo seguiría sin dudar. Lo mismo a la vuelta. ¡Arree!

Le pidieron desmontara del burro para poder vendarle los ojos. Una vez hecho esto, volvió a montar y los duendes, tomando a Manzanita del ronzal, iniciaron la caminata ignorando Ceferino todo respecto de la misma. Mentalmente calculaba el tiempo trascurrido, ¿una hora?; admitió desconocer la dirección seguida. Los efectos del vino habían desaparecido, lo cual le hizo ver las cosas más claras. ¡Qué ironía, ahora que estaba a oscuras! Efectuaron una parada que no supo interpretar y pasados unos minutos le pidieron bajara de la montura.

-Agárrate a la cola del asno y camina, ya casi hemos llegado.

Por el eco de los pasos intuyó que se adentraban en la tierra, extendió su mano y tocó la pared del pasadizo, no debía ser muy ancho pero si lo suficiente para que pasara la carga; aunque no duró mucho pues enseguida, a través de la tela que cubría sus ojos, percibió la claridad de la luz.

Los duendecillos, pues así le parecieron vistos con tranquilidad y perspectiva, le eligieron a él pues hacía tiempo lo observaban al cruzar el bosque a caballo en su asno. Casi siempre de la misma manera. Dormitando en su nube vaporosa fruto de la comida y del generoso riego con vino de la misma. Manzanita llevaba años con la misma actividad. Capitaneaba una reata de burros trasportando las más diversas mercancías, las cuales, le eran encargadas a Cefe como le conocían todos, por los diversos concellos y caseríos de la ruta cada quince días. Alguna vez llevaba de motu propio algún género que los lugareños compraban aunque no hubieran encargado previamente. Solían ser alimentos de temporada o telas y que allá, entre montañas, era difícil conseguir ya que por la dificultad del terreno eran pocos los que se arriesgaban a desplazarse salvo casos de fuerza mayor.

Tampoco cosas de gran valor que él no podía costear y mucho menos arriesgarse a que, una vez hecho el gasto, nadie las comprara. A la vuelta, aunque como buen gallego era difícil saber si iba o venía, acarreaba productos del campo que luego ofrecía en la ciudad. Más que ciudad, poblachón grande con ínfulas de gran urbe, pero con un próspero mercado abierto en el cual los frutos del campo tenían fácil aceptación. Una especie de buhonero aunque propiamente no era tal, y que la parquedad del relato me impide detallar.

-Agáchate que te quitemos la venda. Así supo que el final del camino tenía lugar allí mismo.

La visión, borrosa al principio por efecto del vendaje, dio paso al panorama más espectacular que nunca habría soñado. Montañas verdes, altísimas, nevadas en sus picos incluso en verano -sus neveros así lo delataban-; plantas lozanas y floridas, riachuelos cantarines.... ¿Cómo es posible que esta maravilla sea desconocida? Daba la impresión de ser un inmenso cráter. Conozco las montañas en toda la cordillera de los Picos de Europa hasta Peña Trevinca como la palma de mi mano y jamás nadie hizo mención de su existencia ni he visto nada igual o parecido. Por otra parte, en invierno estos páramos son intransitables por culpa de las grandes nevadas que hacen de su aislamiento, durante meses, lugares de dominio exclusivo del lobo y otras alimañas.

-Ven te llevaremos ante el gran SMU, nuestro jefe. El te explicará la situación.

El poblado estaba formado por multitud de casitas alineadas entre sí en un extenso claro del bosque. En un extremo, una destacaba sobre las demás; era la casa de gobierno que ocupaba el jefe de aquella comunidad. Le hicieron pasar y esperar unos minutos, hasta que abriéndose una puerta apareció un venerable anciano de luengas melena y barba blancas, ataviado con vistosas vestiduras que destacaban sobre las del resto de habitantes. Parecía el mago Merlín, ya que hasta se tocaba la cabeza con un gorro de color rojo en forma de cono.

-Bienvenido y gracias por prestarte a satisfacer nuestra petición.

-No hay de qué. Aunque me gustaría saber para que he sido llamado y el porqué de tantas precauciones.

-Para lo primero, ya creo lo sabes. Al ciervo Bert nuestros enemigos, unos trolls malignos e incultos, intentaron matarlo clavándole una flecha y está malherido. Si no se la extraemos perecerá. Es un valioso defensor nuestro sin el cual estaríamos en peligro permanente. Su tamaño, inteligencia y fuerza hacen que lo teman y no osan enfrentarse a el abiertamente, ya que sus cuernos son armas mortíferas en el cuerpo a cuerpo. Aún no tenemos preparado un sucesor que pueda sustituirlo. Tú tienes herramientas de las que nosotros carecemos para sacar la punta de la flecha. Te necesitamos.

- Muy bien ¿y la segunda respuesta?

-Con el tiempo, tú mismo hallarás la contestación. No quiero preocuparte.

Hay que aclarar una duda. Cefe, además de corresponsal de comercio, es barbero ambulante y sacamuelas esporádico de quienes se sienten necesitados de sus servicios. Por ello, siempre viaja acompañado de un maletín con útiles para esos menesteres. De ahí la llamada de socorro pedida por los duendes. ¿Y cómo se habrán enterado de todo esto? ¿Tendrán espías? Me intriga tanto misterio.

Hubieron de caminar un largo trecho hasta donde se hallaba guarecido el ciervo Bert. Una gruta con heno seco en el suelo que lo protegía. Estaba echado sobre el costado derecho y la punta de la flecha sobresalía en el lado izquierdo del pecho a la altura del corazón. Inspeccionó la herida y consideró muy dificultosa la extracción; aunque de momento sangraba lentamente, no parecía poner su vida en peligro al menos de inmediato.

-Quizá la flecha tropezó en una costilla y luego resbaló desviándose en su trayectoria.

No estaba a profundidad de alcanzar el corazón pero podría estar partida dentro del cuerpo del animal y dañando el pulmón. La dureza de la piel del ciervo, fue su mejor defensa. Sin lugar a dudas, la supervivencia era imposible en esas condiciones.

A Manzanita y su reata, los habían liberado de la carga y pacían apaciblemente en los prados, en un amplísimo cercado para ciervos. Dejarlos libres, podría haber significado su pérdida. Los niños del lugar hallaron una delicia montar en aquellos visitantes tan dóciles, novedosos y extraños. Les acariciaban los belfos y Manzanita dio buena cuenta de las manzanas que le daban. Hizo honor a su nombre.

-Hay que amarrarle bien las patas para que no haga ningún movimiento que pudiera resultar mortal. Aunque su resistencia pudiera soportar el dolor, involuntariamente podría moverse. Y sobre todo la cabeza, hemos de protegernos nosotros. Hace falta desinfectante para la herida. Habremos de hacer un pequeño corte en la piel para facilitar la entrada del alicate y la salida de la punta de la flecha. Debo extraerla con sumo cuidado para evitar el desgarro de nuevos tejidos.

El jefe SMU, acariciaba y hablaba sin cesar al ciervo Bert tratando de infundirle valor, del cual no carecía. Liberaba su mente transportándolo a lugares agradables para el. Cefe, bañó con abundancia el entorno de la herida hasta que la sangre reseca desapareció. El ciervo lo acusó. Abrió con los dedos cuidadosamente le herida para comprobar su amplitud. Bañó los utensilios en desinfectante y cortó el pelo alrededor ayudándose con una tijera.

-Va a ser preciso hacer una incisión para facilitar la salida. Cuanto más pueda profundizar con las herramientas, más fácil será su extracción. ¡Vamos allá!

Dio un pequeño corte con la navaja de afeitar que Bert acusó en silencio. Despacio, con las pinzas de sacar muelas se adentró en la herida manteniendo una ligera presión hacia el exterior con la otra mano. Agarrada la flecha con la pinza, giró lentamente hasta cerciorarse de que estaba en la posición de entrada, al tiempo trataba de impulsarla hacia fuera.

-Ya sale. Pasa un paño por la herida para quitar la sangre, rogó a Ton. Con suma precaución, tiraba sin cesar de la flecha hasta que al fin asomó al borde de la piel.

-Está doblada pero no rota como temía. Muy despacio la posicionó y ¡¡fuera!! Ahora hay que aplicar un paño con desinfectante hasta que deje de sangrar. Luego coseremos la herida. Dejaron transcurrir unos minutos y procedieron a dar unos puntos de sutura. Lo hicieron con unas hebras de hierba que con el tiempo, desaparecerían. Le aplicaron una cataplasma con hierbas, facilitadas por el jefe SMU para evitar infecciones.

-Deberá guardar reposo para que la herida cauterice y al mismo tiempo reponga la sangre derramada. Cefe parecía todo un cirujano en una lección magistral. En mi opinión, se repondrá sin problemas.

Los duendecillos, se deshacían en elogios. El gran jefe SMU, derramó unas lágrimas de emoción al ver que el ciervo, su amigo y defensor, volvería a ser quien fue con anterioridad.

-Dejemos descansar a Bert. Volvamos a casa.

Al cuidado quedaron, como antes, cuatro ciervos enormes y una cuadrilla de duendes armados con picas por si se presentaban los trolls. Sería difícil lo intentaran pues la gruta estaba protegida. Y aunque de lejos, habían visto al hombre, lo cual les causó gran pavor.

Prepararon viandas de todo tipo para agasajar al “médico” circunstancial. Allí se daba un clima especial que no existía en el exterior. Sin duda era el mismo sol, pero el hábitat no tenía parangón. El vino, al que tan aficionado era nuestro héroe, hizo sus delicias. Una vez saciado el apetito, Cefe quiso saciar su curiosidad.

-¿Cómo existe esta civilización desconocida en el exterior? ¿Cuándo se originó y cómo ha sobrevivido durante tantos años? ¿Hay mucha población aparte la vuestra?....

-Según nuestras tradiciones, que se pierden en la noche de los tiempos, se produjo un cataclismo que nos aisló del resto del mundo. Ahora sobreviven las especies animales que quedaron atrapadas incluidos nosotros. Las altas montañas, son inaccesibles tanto por el interior como por el exterior. De ahí que, al menos en especies terrestres, sigamos siendo los mismos. Quizá en las alturas, las aves entren y salgan. Siempre hemos vivido en coexistencia pacífica con los trolls. La tierra da frutos para todos. Pero ahora se hallan gobernados por un energúmeno salvaje e inculto el cual cree que todos debemos estar a su servicio, que lo posee todo. Ellos viven en el interior de cuevas, no en el exterior como nosotros, y están embrutecidos. Se han dado al vicio y a la molicie y no trabajan. Ahí radica el problema, quieren vivir a costa nuestra y de nuestros bienes y posesiones. Hemos debido aprender a defendernos y a la vez tenemos que enseñar a defenderse a nuestros amigos los ciervos y al resto de animales.

-Son los únicos, prosiguió el jefe, con capacidad de defensa en el cuerpo a cuerpo debido a sus enormes cornamentas. Por eso atacaron a traición a Bert, que es nuestro máximo defensor.

-Muy necesitados os habéis debido de sentir para solicitar mi ayuda y romper vuestro aislamiento de siglos.

-Tienes razón. Aunque ese aislamiento no ha sido tal como has podido comprobar.

-Conocemos el exterior, añadió, pero no nos damos a ver. Sabemos de tus idas y venidas y que eres un hombre pacífico. Quien trabaja para los demás, no puede albergar sentimientos malsanos o violentos.

-Y esa entrada a través de la montaña, ¿la habéis construido o es natural?

-Las dos cosas. En un principio, era solo un pasadizo estrecho por el cual apenas cabía nadie. El tiempo y las generaciones han hecho el resto.

-¿No teméis ser descubiertos y aniquilados?

-Sí, pero para ello tenemos dispuestos los medios necesarios que lo impidan.

-¿Puedo preguntarte en que consisten?

-Sí, pero mi respuesta es el silencio. Jajajajaja. No te molestes, mejor para ti no estar al corriente.

Larga conversación mantuvieron sobre la vida y los moradores de aquel pequeño mundo. Allí el tiempo parecía no correr. El jefe SMU le confesó que tenía 475 años y podía considerarse entrando en la madurez. Ton y Son, los dos duendes que le requirieron podían considerarse unos chavales, tenían tan solo 120 y 135 años. Presa de la excitación quiso saber la causa de esa longevidad.

-Debe ser por la tranquilidad que disfrutamos....

Esa noche debería pasarla allí ya que pronto anochecería.

El jefe SMU le había hecho esa petición en agradecimiento a cuanto por ellos estaba haciendo, sin olvidar que se encontraba allí a requerimiento suyo. Decidió dar una vuelta y visitar a sus borricos. Le indicaron donde se hallaban y poco antes de llegar quedó paralizado por la sorpresa: ¡había cinco unicornios refulgentes como la nieve entre ellos! Una vez más, se frotó los ojos y pellizcó los mofletes para cerciorarse de no estar dormido. Allí estaban entre los suyos paciendo tranquilamente. Esto es insólito, debo estar soñando.

Las leyendas nos han hablado de duendes, trolls, ninfas, elfos y demás habitantes del inframundo. Como en un cuento de hadas, aquí moraban todos pues en el lago de aguas cristalinas y en los arroyos que a el conducían, residían y jugaban esos míticos seres acuáticos según le relató a Cefe el gran jefe SMU. De hecho, el era jefe de los duendes.

Para dormir, habilitaron un lecho en el suelo pues no había cama que se ajustara a su tamaño. Al otro día, al despuntar la aurora, los burros de su reata estaban dispuestos y cargados tal y como el día precedente. Cada cosa en su sitio, nadie diría que fueron descargados. Tras un copioso desayuno regado con el vinillo tan amable ofrecido por el jefe SMU, iniciaron el regreso. Ceferino dio un último vistazo para poder mantener el recuerdo de aquella maravilla y poder contar lo que había visto. Tras efusivos abrazos, iniciaron el regreso. Le vendaron los ojos cuando se hallaban al final del túnel, antes de salir de el. Una vez fuera, montó sobre Manzanita y con el suave balanceo de su caminar, no tardó en amodorrarse como era costumbre en él. Ahora los duendes, tras tomar precauciones, no se andaron con rodeos.

Enseguida llegaron al lugar del encuentro del día anterior. Con suavidad, quitaron la venda de los ojos de Ceferino y dando un suave golpe en la grupa de Manzanita, le animaron a seguir adelante. El borrico, alentado por el conocimiento del camino, emprendió alegre marcha.

Pasaron unas horas sin que Cefe despertara. ¿Le habrían puesto algún somnífero en el vino? No fue hasta entrada la tarde, al cruzarse con otro viajero en sentido contrario, cuando se espabiló de su somnolencia. Todos le conocían y sabían que sobre el burro, siempre dormitaba.

-Hola Ceferino ¿Qué tal el viaje? Le saludó socarrón el Genaro, de Rubiales de la Peña. Con un sobresalto despertó desorientado.

-¿Qué? ¡Ah! hola Genaro. Pero éste ya se alejaba.

Rascándose el cogote, comenzó a hacer cábalas sobre todo lo vivido. Lo debían haber dejado a la misma hora y en el mismo sitio que lo solicitaron pues el lugar donde se encontraba ahora sería el mismo, mas o menos, donde se hubiera encontrado ayer de no haberse desviado. Aunque, ¿existió el desvío? ¿No sería todo fruto de un calentón o una pesadilla? ¿acaso del tintorro?

Dicen que no hay burro que tropiece dos veces en la misma piedra. Pues Manzanita debía ser el único o esa piedra antes no estaba allí. Del traspié del pollino, Cefe salió lanzado por las orejas dando con sus costillas en tierra. Fue tan rápido y el accidente tan oportuno, que despejado completamente se echó a reír al comprobar que no tenía ningún hueso roto y por la ausencia de dolor.

-Caminaré un rato que buena falta me hace.

Al tener quien le marcaba la marcha, la reata de burros aligeró el paso sin darles tiempo a mordisquear la hierba o los arbustos. Conforme ascendían, el arriero oteaba el horizonte en busca de montañas nevadas. Recordaba los picos altísimos y de nieves eternas, mas allí o en la redonda, en muchos cientos de kilómetros, no divisaba ninguna. Cada vez se hallaba más ofuscado y compungido. Aquello no pudo haber sido real por razones obvias. El entorno lo desmentía.

Recordó le habían prometido una recompensa por su ayuda pero bajo el influjo fantástico de aquella realidad, no pasó por su imaginación reclamarla o exigirla. Allí se sintió libre de preocupaciones y egoísmos como si su alma se encontrara en paz pero ahora había vuelto a la realidad y todo seguía igual, que no era poco. ¿Contaría a alguien su sueño? Le era cada vez más evidente que había sido fruto de una pesada digestión y del vino trasegado. Sin poder confirmar el día en que se hallaba, no cayó en la cuenta de la tarde soleada y calurosa que estaba viviendo cuando por la mañana, al iniciar el viaje, estaba algo nuboso y fresco.

Enfrascado en esas cábalas, llegó al anochecer al pueblo de Portela donde tras liberar de su carga a los burros y repartir los encargos, después de una ligera cena, sin vino, se tumbó a descansar en el heno de las cuadras donde solía pasar la noche con sus animales. Mas la desazón y los acontecimientos vividos, le impedían conciliar el sueño.

Como un martillo, incesantemente, le golpeaban los comentarios de los lugareños: ¿Qué te ha ocurrido? Te has retrasado un día. Te esperábamos ayer.... Así uno tras otro. Lo peor era que no podía contar o compartir nada; de hacerlo, hubiera servido para levantar el pitorreo general. O considerarlo un borrachín empedernido. Y eso no.

La incredulidad natural de las gentes acostumbradas a tener los pies en la tierra, hubiera sido demoledora para él. Sus cábalas y pensamientos encontrados, marcaron los siguientes días de la ruta. Ensimismado, su locuacidad y verborrea habían disminuido hasta casi desaparecer. Y la gente lo notó.

-¿Te ocurre algo Cefe? Te encuentro muy apagado y cambiado.

-Nada, nada, el trabajo me agobia. Rehusaba dar más explicaciones.

Llegado al último pueblo, Villafría, había repartido o vendido todo el género acarreado cuando recibió una sorpresa. En lo más oculto de los serones de Manzanita, halló una botellita de agua con una nota en la cual el jefe SMU le rogaba encarecidamente que solo bebiera de ella en caso de enfermedad. Con moderación. El equivalente a una copita de anís.

“RECUÉRDALO, PUES ESTA NOTA SE BORRARÁ EN CUANTO LA HAYAS ABIERTO”. ¡¡Arrea!!, es cierto. Al darle el aire o el sol, que no estaba claro cual fue el actor que la borró, poco a poco las letras fueron desapareciendo. ¡¡Es cierto, es cierto!! ¡¡No fue un sueño!! Aquello le cambió el humor, pero no le desató la lengua pues seguía sin poder probar ante los demás la existencia de los duendes ¿Gnomos? Pero no sería la última sorpresa.

Tan oculta que no la encontró, se hallaba una bolsita con unas piedrecillas verdes, doradas y blancas, casi incoloras. Para que le dieran suerte. Mucho más animado que en días precedentes, a la mañana siguiente inició el viaje a la inversa, cargando las cosas que en el pueblo había recogido para vender en el mercado de la ciudad. Acción que repitió en los pueblos de la ruta.

Desde el principio lo llevaba en la mollera, pero al hallar el agua, la idea se hizo fuerte en su cabeza y al volver, en el mismo lugar donde halló a los gnomos, intentó que Manzanita siguiera el viaje emprendido en compañía de los genios. Ya no sabía como llamarlos, su desconocimiento era total. A partir de ahora, los llamaré hombrecillos, ea, aunque es un poco largo. Mejor duendes. Perdido en estas disquisiciones, pasó una hora, el tiempo empleado por el asno en dar vueltas sin rumbo ni fin.

Se equivocó al pensar que Manzanita encontraría el camino hacia la entrada del poblado mágico. Cualquier conjetura podía ser tanto errónea como válida, por lo que tomó la determinación de regresar a casa sin más demora.

Pasaban el tiempo y los viajes sin novedad. Ceferino, al transitar por el lugar del encuentro siempre estaba alerta, había dejado de dormir cabalgando el asno con la secreta esperanza de volver a encontrar a los duendes. No dudaba que a él lo observaban mas nunca se dieron a ver. Entre tanto sus negocios fueron prosperando; pronto dejaría de realizar aquellos viajes, pues si bien le divertían y ocupaban, debía modernizar su negocio ampliándolo en la ciudad dando cabida en el a los productos que antes recogía por el campo, también ahora admitiría los ajenos sin tener que moverse de su casa. Quizá contratara a alguien que supliera su presencia en los viajes.

Y al fin descubrió la bolsita con las piedras de la suerte. Por poco las tira a la basura. No sabía que hacer con ellas. Tras muchos titubeos, decidió acudir a un experto en minerales para que le informaran sobre las mismas. Parecían bonitas, lanzaban destellos irisados y verdosos a la luz del sol. El experto, indiferente, no les dio importancia. Solo pareció interesarse por su procedencia sin darles valor alguno.

-Son simples piedras, le argumentó. No contento con esta opinión, visitó a un joyero que tenía fama de honrado.

-¡Qué maravilla! ¿Donde las ha encontrado? ¿Son de por aquí? Perdone mi indiscreción, me he emocionado por su belleza. Estas piedras verdes, son esmeraldas, las doradas, pepitas de oro y estas traslúcidas, diamantes en bruto. Es una pequeña fortuna que yo le compraría si usted las vende.

-Son mis piedras de la suerte. Las hallé al hacer limpieza en casa. No se de donde proceden ni porqué estaban allí. Por ahora no tenía intención de venderlas, pero pagaré su tiempo, señor.

-¡Por Dios, no es necesario! Solo le pido que si un día decide venderlas, se acuerde de mí.

Ceferino no salía de su asombro. Desde su encuentro con el jefe SMU, le ocurrían las cosas más insólitas y su suerte había mejorado. ¡Hasta los burros habían rejuvenecido! Sin embargo, tal buenaventura no duraría mucho.

El “ingeniero” en minerales puso en conocimiento de otros individuos el hallazgo y se confabularon para robar las piedras y averiguar de donde procedían. Organizaron una emboscada en el bosque y asaltaron a Cefe en un viaje a las montañas. Cerca del lugar del encuentro con los duendes.

-Nos vas a decir de donde has sacado las piedras.

-Las encontré en mi casa haciendo limpieza. Desconocía que estuvieran allí. El mismo argumento que al joyero. Pero estos facinerosos no se conformarían tan fácil. Le condujeron a una cueva que se encontraba en las inmediaciones y que desconocía. Las manos atadas en la espalda, comenzaron a golpearlo. Para ablandarlo.

Al principio resistió los golpes repitiendo lo que ya les había dicho. Poco a poco, los palos fueron minando su resistencia y moral y acabó por confesar toda la historia. No solo no le creyeron sino que arreciaron en su maltrato pues entendieron se burlaba de ellos. Al cabo de unas horas, estaba tan extenuado que se desmayó. Cuando recobró el sentido, se vio solo pero en el exterior oyó como hablaban sin entender lo que decían.

¡Qué razón tenían los duendes al decirme que era mejor desconocer el lugar y la entrada a la cueva! Y que guardar silencio era primordial. Las piedras han desatado la codicia de estos hombres y puede que mi fin. Realmente debían haberlo previsto y nunca debieron hacerme un obsequio tan peligroso ¿O seré un necio? Un nuevo puñetazo lo sacó de su ensimismamiento.

-Vamos contesta o te sacaremos la piel a tiras. Casi sin fuerzas repitió una y otra vez la verdad. Para ocultarla y no la vean, lo mejor es mostrarla sin tapujos. En la mente del jefe de los torturadores comenzó a hacerse luz creyendo que decía la verdad.

-Hay que cambiar el método y lograr que nos guíe al lugar donde halló las piedras.

-No lo se, me vendaron los ojos al entrar y al salir para que no reconociera el terreno. Latigazos de nuevo, en vano. La cuadrilla de secuestradores la formaban cuatro hombres. El “ingeniero de minas”, que era el jefe, y tres sicarios más.

Cuando se presentó en su oficina con las piedras en busca de información, ordenó a uno de ellos el seguimiento, localización e información sobre Ceferino. Estaban al tanto de su visita al joyero y de sus actividades mercantiles. Sabedores de sus continuos viajes a las montañas con sus burros, decidieron asaltarlo y averiguar todo sobre las piedras y robárselas si las llevaba consigo. De momento, solo habían conseguido martirizarlo y dejarlo con el sentido perdido de nuevo.

-Hay que conseguir que nos indique donde está la entrada de la cueva. Creo que dice la verdad. Nadie aguantaría una paliza tan severa poniendo en peligro su vida mintiendo. Muerto no le servirían de nada. En estas disquisiciones se hallaban cuando uno de ellos exclamó:

-¡¡Mirad!! Un ciervo enorme con dos hombrecillos encima acaba de salir de aquella mata de chaparro.

Era cierto. Los recién aparecidos se quedaron mirando al grupo de hombres sin decidirse a tomar una dirección pues parecían haberse asustado al verlos.

-¡¡Vamos a por ellos!! Gritaron los ladrones.

Entonces el ciervo, esperando se acercaran un poco más, dio la vuelta penetrando otra vez en la cueva de donde acababa de salir. Esta se hallaba oculta por la vegetación. Llegados a este punto, los cuatro hombres se pararon e inspeccionaron la entrada. Parecía una mina abandonada.

-Hay que conseguir algo para poder ver. Trae una linterna.

Por las dimensiones de la entrada, aquella no era la que Ceferino había seguido pero sin duda los dos duendecillos podían ser los mismos que a él recurrieron. Ya con la linterna a punto, los cuatro penetraron comprobando que la cueva se prolongaba hacia el interior. Convencidos de que eran los duendes de los que les habló Cefe, no dudaron en seguirlos dentro. Cuando ya habían avanzado lo suficiente como para impedirles retroceder rápidamente, se produjo un hundimiento que enterró prácticamente a los hombres para siempre dentro de ella. El tamaño de las piedras haría imposible removerlas.

Aunque Ceferino nunca lo averiguaría, este era el secreto que el jefe SMU se negó a revelarle en la conversación mantenida tras la cena. Cuando el secuestrado recobró de nuevo la lucidez, se encontró a Ton y Son junto a él y al ciervo Bert echado a su lado.

-Me dijisteis que no me penaría ayudaros y así es, pero mirad como me encuentro. Un poco más y no la cuento por culpa de estos miserables.

-No podíamos dejar que esos hombres te mataran a palos. Al fin y al cabo te encuentras en este estado por nuestra culpa. Bert, cuando se enteró de tu situación, quiso devolverte el favor que le hiciste al salvarle la vida. Ahora todo ha acabado, esos hombres ya no son un peligro para tí. El gran jefe SMU te recomienda que si necesitas vender las piedras, lo hagas lejos, donde no te conozcan para que no vuelvas a encontrarte en una situación tan trágica y peligrosa como esta.

-Y debes conocer algo más de nuestro país. Es la tierra de la fantasía y la ilusión. Todo el año nos dedicamos a fabricar juguetes que luego se reparten por todo el mundo en una noche mágica. El ciervo Bert, al que aquí ves completamente recuperado, es el guía que conduce al trineo cargado de regalos. Por eso nos era imprescindible su recuperación que gracias a tí tuvo lugar.

-Toma un sorbo de este frasco para que te recuperes de las heridas con rapidez. Cuando estés en condiciones de viajar de nuevo, reanuda tu vida de siempre y sé prudente; NUNCA jamás vuelvas a mencionar estas vivencias pues ya ves que solo acarrean problemas y desdichas por la codicia de los inmorales. Si te hallas enfermo, bebe un sorbito del agua que el jefe SMU te regaló, hará que mejores.

El ciervo, acercó su testuz a la mano del herido para que lo acariciara. Dándole unos lametones, quiso mostrarle su agradecimiento.

-Adiós amigo. Y montando sobre Bert, desaparecieron.

Ceferino, tomó al pie de la letra los consejos recibidos. Se casó, tuvo niños y cada Navidad veía a sus amigos en el balcón de su casa. Y gracias al agua milagrosa, y la prudencia, se hizo muyyyy longevo....

Dedicado a mi nieta
AL BORDE DEL CAMINO Código: 1106039372947