Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 14 de marzo de 2011

Aromas

Hacía tiempo se había fijado en ella. Una morenaza exhuberante de larga y rizada cabellera. Cada vez que se juntaban en el ascensor, él se ponía a contar los segundos que quedaban de recorrido; los tenía ya "milimetrados".

Mentalmente absorbía su aroma intentando penetrar en lo más profundo con su mente. Aquel día volvía a su casa "alegre" lo cual le daba una cierta deshinhibición y picardía sin caer en la procacidad. Se encontraron a la entrada y una sonrisa de oreja a oreja cubrió su rostro. Ya en el ascensor, él le pidió le diera un beso.

Lejos de molestarse, sus labios dibujaron una embriagadora sonrisa y le preguntó: ¿porqué habría de darte un beso?. Porque es mi cumpleaños. La respuesta no se hizo esperar. Arrimándose a él, sus labios, como fresas en sazón, se juntaron a los suyos dejándolo paralizado. Cuando quiso reaccionar, la puerta corredera del ascensor le indicó que había llegado a su rellano. No tuvo más tiempo para devolver fugazmente la caricia recibida.