Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

lunes, 8 de agosto de 2011

No more, please

Cuentan que, en algunas civilizaciones antiguas, al morir el marido o principal de la casa enterraban con él a las mujeres, criados o esclavos, etc. Parece ciertamente tremebundo y desorbitado dado que el difunto ya no iba a necesitar servicio alguno de cualquiera de los mencionados sirvientes o mujeres. Es por ello que, ante la inocencia de este blog, la inoperancia o vagancia de su autor, su desfondamiento mental y la fijación excesiva, cuasi enfermiza, en el oscuro objeto de deseo que reluce tras el fondo del espejo, y que eleva sus sentimientos irredentos, no podía, digo, dejar morir a este Camino de hierro aún a sabiendas de que no me llevará a parte alguna, al igual que el de la cabecera de este blog.

Hoy quiero dar caña inmisericorde a la "princesita" que de zorra corrida por los sabuesos se reconvirtió en presunta aspirante al trono de este patio de Monipodio. Parece ser que la susodicha es altanera y creída, con el deseo íntimo de reconvertirnos de ciudadanos a súbditos. Olvida que no todos llevamos orejeras como su esposo, que por otra parte es libre de hacer lo que le plazca, pero me jode los dos huevos que se sufrague sus caprichos con mis impuestos.

Por ello, condeno a la presunta a la gillotina virtual, en base a los sigientes hechos: Acaba de comprarse en una tienda para pijos de Madrid unas zapatillas bailarinas que costaron 500 €. Y a sus niñas, otro par a cada una. Cuando en España hay tanta gente en la miseria y el paro, con hambre y sed de justicia y de boca, hacer ese despilfarro ostentoso y "estentóreo", me parece una inmoralidad aunque haya a su alrededor una pléyade de cortesan@s lameculos dispuest@s a reirle las gracias, sacarla en las revistas y llamarla alteza de una forma rastrera, ridícula y pelota.

Otro condenado, en este caso al fuego eterno del infierno, es el papa Ratzinger. Ya vale de desperdiciar millones de nuestros impuestos en montarse saraos cada dos por tres. Si quieren juergas, que se las sufraguen ellos. ¿A cuánto ascenderá la mordida, en esta ocasión, de los Gürtel de turno?. Cuando estamos viendo en los noticiarios de TV a los niños morir de inanición en Somalia, mezclados con las alegrías de la próxima visita de ese Torquemada vejestorio y ultramontano, el estómago se revuelve y uno no puede por menos que renegar de estos brujos que tienen el corazón de mármol en el banco Ambrosiano o en cualquiera otro donde los hijos de san Escrivá cortan el bacalao. Ya lo dijo su Jefe, son hipócritas, fariseos y sepulcros blanqueados (y corruptos), digo yo.