Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 12 de agosto de 2011

Camino de nada




Conoajutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno get ena honore, equal dueno tienet ela mandatione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos sieculos de losieculos. Facanos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen. Glosas Emilianenses, en el códice 60.

He de reconocer que no me guiaba ningún interés filológico aquella mañana cuando emprendí el viaje hacia la cuna de las Glosas Emilianenses y otros pueblos plagados de historia. Pretendía llenar mis ojos de la soleada campiña castellana, riojana en este caso, y visitar de paso algunos lugares conocidos por su tradición y la influencia que tuvieron en nuestro devenir como pueblo. Ningún bachiller se libró de saber o aprender algo de Gonzalo de Berceo y san Millán de la Cogolla.

Solo conseguí realizar a medias mis propósitos. El día fue nublado y lluvioso, lo cual me impidió tomar nota, visual al menos -lo saboree a fondo eso sí- del camino que recorría. Llegué, tras pasar por Berceo, a san Millán de la Cogolla pasadas las dos de la tarde, inmortalizando el hecho con una foto a la entrada del pueblo, como es de rigor. Visité el Monasterio de Yuso pero solo pude hacerlo por el exterior, todo estaba cerrado. Un tránsfuga del arado tampoco podría sacar de allí algo más de cultura de la que portaba. Aquellas piedras, encerraban en si mismas tanta historia, que solo con verlas y palparlas cubrían mi afán. En mi fuero interno, siempre podría decir: “Yo estuve allí”. Unas azucenas en un rincón, alegraron mi vista y lograron que otras de su especie florezcan todas las primaveras en mi jardín.

Recibí el aldabonazo espiritual al divisar de lejos la majestuosa torre de la catedral de santo Domingo de la Calzada. Y mucho mayor, al visitarla por dentro. A un peregrino como yo, le removió la fibra mística el canto del gallo y ver su ubicación; las palabras me faltaron. No me importaría volver a peregrinar.