Os deseo todos los males para vosotros y vuestras familias, CABRONES Y CABRONAS.
http://www.elplural.com/2012/11/30/rajoy-incumple-la-unica-promesa-que-le-faltaba-por-romper-se-burla-de-los-pensionistas/
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.
viernes, 30 de noviembre de 2012
sábado, 24 de noviembre de 2012
A TUS PIES
Otro punto de vista
Han sido necesarios muchos años para llegar a apreciar lo que no era necesario buscar fuera
viernes, 23 de noviembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
LADRONES DE SUEÑOS
Últimamente se me ocurren ideas raras, como los tres postes anteriores y el presente. En este catálogo de ladrones, los de sueños son los peores, los más peligrosos aunque a veces no sepamos descubrirlos a tiempo. De niños, nos asustan con cualquier cosa para que hagamos o dejemos de hacer esto o aquello. Como si los niños, por sí mismos, no tuvieran suficientes miedos sin necesidad de que externamente les insuflen más temores. El Coco y el Hombre del saco, serían los más generalizados pero los habría a cientos en cualquier lugar. Chupasangres, Sacamantecas, Brujas... Al coco no se le podía ver nunca, era un personaje que asustaba y robaba el sueño solo con nombrarle; cualquier persona cercana al infante era suficiente coco como para fingir esa pantomima. El Hombre del saco, podía resultar más veraz pues cualquiera que llevara un saco al hombro, era candidato a robar los sueños; de hecho, en el saco portaba los sueños robados, aunque fueran coles o alfalfa. En ambos casos, los dos personajes robaban los sueños y los niños lejos de dormirse, con el temor cuando no el terror del recuerdo de ambos "malos", permanecían insomnes. Años más tarde, serían otros personajes quienes les robarían los sueños: la vecina o el vecino de enfrente, los estudios o el trabajo, hasta los propios padres sin queriendo podían ser los presuntos ladrones. Cada cual podría enumerar la cantidad de ladrones de sueños que en su vida han sido. Pero hoy en día los ciudadanos tenemos dos tipos de ladrones de sueños comunes: los políticos y los banqueros. Tanto unos como otros simplemente nos roban, descaradamente, impunemente, sin ocultarse, tanto los sueños como los dineros, cuando no la vida. Hace años recuerdo un eslogan o grafiti de la CNT que decía "obrero despedido, patrón colgao". Pero hoy se ha perdido el empuje y la rasmia y al parecer se prefiere vivir de la pensión del abuelo o la abuela que salir a defender los sueños robados por esos delincuentes de guante blanco y cara dura. En ambos casos, la mejor corbata sería una buena soga de cáñamo resistente, tanto, como para hacerles recapacitar y devolver tantos sueños robados .... a/y tantos millones.
martes, 20 de noviembre de 2012
SEGURATAS
No sabría decir con rotundidad
quienes me causan más alergia, si las avispas o los seguratas. Por razones
evidentes, a las primeras las mato, si puedo, sin ningún remordimiento, incluso
con placer; por los segundos… no derramaría una lágrima. Y es que cada cual cuenta
la feria según le va. Ciñéndome a los segundos pues de las otras ya opiné,
siempre los he considerado parásitos, caparras adheridas a los huevos de otros
que trabajan y sudan por ellos. Sin contar que siempre están al servicio de sus
amos, lo cual es normal, pero no siempre esos amos son trigo limpio. Sé que
generalizando se puede ser injusto, cosa que me trae sin cuidado tratándose de
individuos que siempre son sicarios al servicio de, nunca personas para ayudar
a. Se comportan de forma agresiva y con chulería, como el cherif del puticlú;
algunos, muchos, aprovechan su situación
y circunstancia para sacar fuera la mala bestia que llevan dentro, amparados la
mayoría de las veces en la fuerza y la impunidad. Algo que últimamente estamos
viendo con demasiada frecuencia entre ellos y sus primos hermanos, los
antitodoloquesemenea. En cierta ocasión, en la feria de muestras, mis hijas y
mi mujer atendieron un stand ajeno. El último día, de otros stands les
regalaron unas piezas artesanas de barro que habían confeccionado. Como era
lógico, había que salir por la puerta y tras la hora de cierre. El hijoputa del
segurata, a pesar de decirle que éramos gente que salía de trabajar, nos
impedía salir con los objetos regalados. Harto ya de discutir con él, y de
cagarme en su puta madre, arrojé de mala hostia la cerámica contra el suelo con la
sana intención de que no se beneficiara de ella tras marchar nosotros. Peores
consecuencias pudo tener otro episodio que me tocó vivir en el trabajo. Fueron
pésimas las consecuencias, dos meses de suspensión de empleo y sueldo a un tris
del despido. ¿Razón? El afán de protagonismo que tienen estos perros holgazanes
y parásitos. José Antonio Sarto Carrasco. Jamás se me olvidará ni tu jeta ni tu noimbre, CABRÓN. ¿Qué porqué la
sanción? Por llevarme un coche bajo el brazo. Por nada, no robé nada, cumplí
con exceso mi trabajo; eran vacaciones con la fábrica cerrada, había trabajado demasiado y tras enseñarle el bolso en la garita de salida, me marché haciendo oidos sordos a su requerimientos. Aquél parásito desbordó mi paciensia; pero el muy cabrón en su desmedido interés por
descollar, tambien cumplió el suyo con exceso. Aquella
política antiobrera, auspiciada por el jefe de seguridad, otro trepa, le
reportó a la empresa media jornada de huelga -no había sido yo el único
represaliado-, al mentado jefe de seguridad el puesto y a mí, tras el juicio en
Magistratura, diez días de sanción para no dejar en mal lugar a la empresa, -que
no cumplí-, pues mis jefes sabían lo
injusto que había sido el trato. Sin embargo, los robos, se cometían por los jefes que sacaban en sus coches diversos materiales y a éstos, nunca los controlaban.
Como nunca me he cortado un pelo,
escribí al presidente de la multinacional quejándome del trato recibido. No se
me comió ni hizo nada, bueno o malo, aunque se informó. Él sin embargo, años
más tarde, acabó despedido de la organización por chorizo. Pero eso sí, se iría
forrao. Por el antes mencionado segurata/apagafuegos y por el cabrón del
jesuita, sería capaz de emborracharme con cava si me entero que un día han
acabado con las tripas fuera (yo no seré, de no ser un cobardica, años haría
que se las habría sacado a ambos dos). Por supuesto, el cava de Aragón, que lo
hay y muy bueno.
domingo, 18 de noviembre de 2012
ASESINATO DE UNA MOSCA (COJONERA)
Ni entiendo ni participo de esa afición e interés que los ¿entomólogos? tienen por estudiar, clasificar y sobre todo conservar a algunas clases, razas o tipos -qué más da como los denominen- de insectos. Primero, para respetarles a ellos como bichos raros, habrían de decirme los beneficios que reportan a la humanidad, o sea yo, muchas clases, razas o tipos de bichos raros, especialmente cuando se convierten en moscas o avispas cojoneras. Y no digamos mosquitos, que haberlos haylos a millones y que ahora, en verano, nos invaden, literalmente, haciendo estragos entre la población costera y del valle del Ebro. En verano, en el jardín, se te comen por todas partes. Mira que se está bien en la terraza, pero es imposible estar. Crees que por llevar alguna prenda encima, te vas a librar de sus picotazos ¡riau!; enseguida, bajo el jersey, la camisa o los pantalones, descubres un rosetón enorme, que te proporciona una desazón insoportable y que seguramente te va a alegrar las próximas noches. No hablemos de la mosca negra, verdadera asesina de piernas y brazos descubiertos, que hace estragos y manda al personal a urgencias a causa de la hinchazón y los moratones que acojonan al sufridor de su visita. El cambio climático, está beneficiando la aparición y reproducción de estos y otros especímenes, malignos, molestos y urticantes. Hasta la mosca propagadora de la malaria, se teme que en nada, pueble nuestras riberas. Por eso y otras muchas cosas más, a una mosca que se ha atrevido a invadir mi cocina, tras una haberle dado una oportunidad de abandonarla, la he asesinado con saña, alevosía y sin misericordia. Y lo mejor de todo: sin remordimientos. Y ahora me voy, que he de echar el arroz para comer.
sábado, 17 de noviembre de 2012
HELP, PLEASE
Necesito que algún alma caritativa que pase por aquí, sea tan amable de hacer una lista de los mejores post, en su opinión, para reunirlos en un libro. Muchos zenkius.
QUIERO SER LIBRE
Quiero ser libre.
De angustias y sueños peregrinos,
de quimeras más o menos consumidas;
de su presencia tantas veces deseada
y otras tantas o más, desvanecida.
De ilusiones en fragmentos esparcidos,
por la vía estrecha de mi vida;
de mesetas ocultas tras la niebla
por cónsules traidores saqueadas;
de mis miedos y terrores enquistados,
en el fondo de mi alma corrompida.
Hace tiempo que mi tren descarriló
en un túnel angosto y sin escape
¡Cuán larga y oscura está la noche!
Hay demasiada gente, esto me abruma
¿no tienen otra cosa, otra faena
en que distraer su excursión eterna?
¿No oye doblar las campanas, madre?
No apague la luz, que no es de día,
debo hallar las huellas del sendero,
y la oscuridad, ya lo sabe, me da miedo.
De angustias y sueños peregrinos,
de quimeras más o menos consumidas;
de su presencia tantas veces deseada
y otras tantas o más, desvanecida.
De ilusiones en fragmentos esparcidos,
por la vía estrecha de mi vida;
de mesetas ocultas tras la niebla
por cónsules traidores saqueadas;
de mis miedos y terrores enquistados,
en el fondo de mi alma corrompida.
Hace tiempo que mi tren descarriló
en un túnel angosto y sin escape
¡Cuán larga y oscura está la noche!
Hay demasiada gente, esto me abruma
¿no tienen otra cosa, otra faena
en que distraer su excursión eterna?
¿No oye doblar las campanas, madre?
No apague la luz, que no es de día,
debo hallar las huellas del sendero,
y la oscuridad, ya lo sabe, me da miedo.
Aquí ha de ser.
jueves, 15 de noviembre de 2012
PIQUETES (VIOLENTOS) POLICIALES
Quienes hundimos nuestros orígenes en la primera mitad del pasado siglo, peinamos canas (nos quedan pocas) decían antes, recordamos a la perfección la represión ejercida por la policía, los grises, en sus mejores tiempos. Hoy en día, solo es necesario asomarse a cualquier ventana tonta no manipulada para verificar la vuelta en todo su esplendor de los herederos de aquellos "delincuentes uniformados", como los definió hace poco un agredido barcelonés del 15M. En aquellos años, los integrantes de "las fuerzas de seguridad" procedían de los escalafones más bajos de la sociedad que trataban de huir de su estatus social, cuando no del hambre. Hoy ocurre lo mismo. Amparado por una gorra de plato, cualquier español se cree ungido por una autoridad incuestionable y suprema; éstos , además, portaban porra y pistola para ejecutar sus desmanes. Nada ha cambiado, lo estamos viendo día a día; son felices, se encuentran en su salsa repartiendo violencia a diestro y siniestro de forma indiscriminada. Se escudan en su uniforme y en el anonimato de forma cobarde, protegidos y espoleados por sus superiores, para sacar fuera de sí lo más primitivo de su ser. Se incrustan entre las legítimas protestas para armar camorra y reventar los actos de reivindicación. Son como jaurías esperando el toque a carga para, escondidos tras sus gafas de macarra de discoteca, masacrar a cualquiera que se les ponga por delante. Les trae sin cuidado el dolor ajeno como nos están mostrando día a día sus actuaciones. Quienes les mandan, también son los herederos de aquellos otros que al grito de "la calle es mía", tiñeron de sangre y dolor a muchas familias obreras españolas. Y es que a las víboras hay que cortarles la cabeza; quienes se compadecen de ellas y las arropan al calor de su pecho, acaban por ser víctimas de sus mordeduras, de su veneno. El odio acumulado por unos y otros durante el 15M, cuando no les permitieron reprimir las movilizaciones, hacen que la brutalidad y la violencia sean las máximas que les impulsan en este nuevo periplo, cada vez más dictatorial y antidemocrático.
Una mujer rueda por las escaleras del metro empujada por las "fuerzas del orden"
Esta ciudadana ha perdido el ojo por un impacto de bala de goma en Barcelona
Fuente: eldiario.es
martes, 13 de noviembre de 2012
TAMBIEN HARÉ HUELGA MAÑANA
Si en mis manos estuviera, haría una revolución para acabar con toda la clase política que nos está arruinando en tanto ellos siguen con su autismo, pero forrándose a nuestra costa. Para qué poner ejemplos: mires donde mires, la corrupción más absoluta campa a sus anchas en tanto el pueblo, los ciudadanos, siguen manteniendo a estos delincuentes -políticos y banqueros- con sus impuestos. Son como el cuco: tras asesinar a los pollos del nido que ha ocupado, engorda a costa de los padres de los asesinados.
lunes, 5 de noviembre de 2012
SENTIDO DEL HUMOR (Y DEL AMOR)
Como era de rigor, hice la visita al cementerio del pueblo a cumplir con la tradición
inherente al día de Todos los Santos. Siempre se curiosea porque siempre hay
algo que te llama la atención a pesar del más que previsible repelús originado
por ese tipo de visitas en el personal, y al que yo, no soy ajeno. Hubo dos
esquelas (o como les llamen) que me llamaron la atención: la que reproduzco
aquí y otra que me puso un nudo en la garganta, no se muy bien porqué, mas no
lo pude evitar. La primera de ellas, rezuma un inmenso amor de quien tuvo la
osadía de escribirla hacia la persona que siendo éste niño, -(así nos lo aclaró
quien dijo ser sobrina del finado, y que mostró su rechazo, debiendo al menos
expresar su respeto)- su abuelo se la enseñó. Obra por delegación del ausente o
iniciativa del nieto, a mí me llamó poderosamente la atención hasta el punto de
fotografiarla con el fin de incluirla en un post de mi blog.
A la otra, sin duda también cargada con un profundo dolor, aún sigo sin hallarle explicación. Algo así como: “…aun nos quedan muchas horas de amor……” “Tu esposa e hijas”. Creo fue esto último lo que en mi ánimo generó aquel nudo en la garganta.
PD.- El finado, perteneció a una familia cuyo apodo es "los ratones" y que además cojeaba. Mi mayor respeto para quienes nos han precedido en este valle de lágrimas (aunque no igual para todos ).
A la otra, sin duda también cargada con un profundo dolor, aún sigo sin hallarle explicación. Algo así como: “…aun nos quedan muchas horas de amor……” “Tu esposa e hijas”. Creo fue esto último lo que en mi ánimo generó aquel nudo en la garganta.
PD.- El finado, perteneció a una familia cuyo apodo es "los ratones" y que además cojeaba. Mi mayor respeto para quienes nos han precedido en este valle de lágrimas (aunque no igual para todos ).
sábado, 3 de noviembre de 2012
COLOMES
En los albores de mi
memoria, decir de mi conocimiento sería presuntuoso ya que empiezo a dudar de
haberlo tenido nunca, quedó grabada sin el más mínimo titubeo la cantinela que
en un momento del desarrollo de la ceremonia religiosa, o sea la misa, se
oficiaba. Le llamaban “la rogativa” y era ni más ni menos que la relación de
personas difuntas sobre las que se pedía, previo óbolo al mósen de turno, un
paternóster por el eterno descanso de su alma. Esta salmodia comenzaba
inexorablemente de esta forma: “Por el eterno descanso de las almas de Baltasar
y María Gómez, Paternóster”.
Durante mi estancia en el
pueblo en el próximo pasado verano/otoño, inquirí a mis parientes mayores, y en
concreto a mi tío, sobre varios temas y uno de ellos trataba de averiguar
quienes eran los finados. Me explicó que debieron ser los donantes de alguna o
todas las campanas de la iglesia, pues en una de ellas así figura “escrito” en
la misma. Quedé estupefacto pues con la de veces que habré estado en el
campanario, nunca se me ocurrió ilustrarme sobre los escritos que en ella, o
ellas, figuran. O falta de interés o escrito en algún latinajo indescifrable.
He de confesar que no fui nunca aguerrido atacante de las campanas; las traté
siempre con respeto y a distancia, lo cual no quiere decir que no las bandeara
cuando subía al campanario; había mozos que se colgaban de ellas para conseguir
darle la vuelta en una acción muchas veces temeraria según mi cobarde opinión.
Pero luego las abordaba junto al resto para intentar “encanarlas”. Significaba
que era tal la velocidad del volteo, que el badajo se mantenía sin tocar y
tañer al bronce.
Dispuesto a iluminar mi
ignorancia sobre la información obtenida, decidí que cuando el mósen, que viene
de fuera, tocara a misa el domingo, le esperaría y pediría permiso para subir
al campanario. Tal acción me libraría de posteriores posibles problemas. Así lo
hice y cuando salía de dar el primer toque, lo abordé realizando la petición y
el motivo que la inducía. “Soy nacido aquí y he subido cientos de veces al
campanario”. “Tenga cuidado que no se
como están las escaleras, prefiero que se caiga una campana a una persona”. “No
se preocupe, ahora voy por una linterna”. Así lo hice, más que nada para
tranquilidad de ambos ya que nunca empleábamos linterna alguna para subir o
bajar al campanario, aunque reconozco que existe un tramo bastante oscuro.
El abandono en el que encontré
tanto la escalera como el campanario es total. Las palomas, esos bichos por los
cuales sentimos tanta reverencia y admiración, los han colonizado y llenado de
sus mierdas, llamadas palomina. Construyen sus nidos en la escalera, -hallé dos
pichones ya grandes, hasta el punto que uno arreó escaleras abajo volando a
trompicones, y un nido con dos huevos-, y el campanario daba asco de como se
encontraba. Me resultó imposible poder discernir cualquier texto en alguna de
las campanas debido a las cagadas que sobre las mismas habían depositado las
piadosas aves. Como esperaba que de un momento a otro hiciera sonar el segundo
toque, esperé para que no me cogiera de improviso dándome un sobresalto. Tomé
algunas fotos del exterior y del interior, dando lástima las últimas. Pobres
campanas. Seguro que los anteriormente nombrados donantes, se revolverían en
sus tumbas de verlas en el estado actual; aunque ya lo harían cuando la citada
rogativa fue eliminada, desconozco el porqué.
Al bajar la escalera, tuve
oportunidad de fotografiar el nido con dos huevos y al palomo que había
quedado, y que como estaba a oscuras, no vio la mano que lo atrapaba; el flash
lo reflejó perfectamente en un rincón de los peldaños. Al llegar a la entrada
de la iglesia, el pichón ahuyentado volvió hacia la entrada de la escalera,
donde pende la cuerda para accionar el badajo de la campana de llamada a misa.
Como el tramo oscuro comienza allí, tengo para mí que el bicho la palmó pues no
sabría subir en busca de su hermano. No quise perseguirlo pues acudía personal
y pensarían mal, aunque seguro que más de uno me vio como ladrón de pichones,
ignorando el motivo de mi estancia allí. Esperé a que el cura viniera a dar el
tercer y último toque para darle las gracias pero en su lugar acudió un feligrés.
“Déjame, ya doy yo el tercer toque, que me hace ilusión” “Vengo por lo mismo”,
me contestó. “Pues démoslo al alimón”. Así, agarrados a la soga, lo hicimos
como dios manda, a la antigua; este cura, con siete u ocho badajazos, se
conforma y las mujeres no se enteran.
Para darle vueltas a esta, hay que echarle tres pares, por lo menos
De esta excursión saqué una
conclusión: hacienda tu amo te vea y si no, que te venda. Solo hay un problema:
la hacienda es de la iglesia excepto cuando hay que ponerlas, pues han de ser
los parroquianos o los gobiernos, en definitiva la ciudadanía, quienes con sus
dineros deben conservar los edificios. Son muy listos los curas, han puesto a su nombre
cuanto bien mueble o inmueble ha quedado al alcance de sus manos y luego lo han
vendido, como la casa parroquial del pueblo. Pasó a manos particulares sin
enterarse nadie de la venta ni del precio. Eso sí, el nuevo propietario es
primo hermano de un cura nacido en el pueblo. Al fin, todo queda en casa,
dineros incluidos.
viernes, 2 de noviembre de 2012
jueves, 1 de noviembre de 2012
BORRASCA
LLUEVE
Cuando despierto esta
mañana, oigo sobre la claraboya de la terraza de mi casa el repiqueteo de las
gotas de agua al caer sobre la misma. Deben ser gruesas o el aire las empuja
con fuerza. Este sonido es de los más placenteros que mi memoria archiva; no el
de las fuertes y amenazantes tormentas que te dejaban con el alma helada y en
un puño, sobre todo si pintaba granizo o caía algún rayo en la cercanía de
donde estabas refugiado. El trueno te dejaba acojonado, aunque el peligro ya
había pasado cuando lo escuchabas. La madre, que tenía más miedo que tu, te
aconsejaba no estar bajo la chimenea o cerca de las ventanas; así, aunque la
curiosidad te incitaba a ver que ocurría en el exterior, inexorablemente
acabábamos en el lugar más oscuro y recóndito de la casa o del lugar que era el
eventual abrigo del momento. Hasta que dejaban de escucharse los truenos; entonces
comenzaban los lamentos por la escabechina que habría causado el pedrisco en
las cosechas, los hortales e incluso en los tejados.
Arrebujado entre la ropa, mi
mente no para de divagar. Camina muy lejos en el tiempo recordando caminos que
debían haber sido hollados y no lo fueron. Mis manos, instintivamente, cobran
vida por su cuenta estimuladas por la memoria, cada vez más débil y desordenada.
A pesar de ello, viaja en el espacio y ve caer las gotas de las canaleras
pausadamente, haciendo un hoyete en el suelo y rebotando en un movimiento de
retroceso. En ese lugar, en mi adolescencia, me las tuve con los gorriones y
las gurriatas que quisieron saber algo más sobre lo que su curiosidad innata
les empujaba a averiguar. Como los gorriones, también huyeron en desbandada al
descubrir la verdad oculta, excepto una que embelesada, mantuvo en su mano el
recién prendido objeto. La huida no tardó en llegar al saberse abandonada.
Lástima que aquellas gotas de lluvia se perdieran en el suelo confundidas con
el resto.
Como una cosa llama a otra y
gracias al estímulo creciente, me animo a seguir el camino emprendido arrullado
por el continuo goteo en el tejado. Pero la falta de colaboración y el
desconcierto de mi imaginación, a pesar de los esfuerzos digitales, frustran mi
pretensión. Intento recrear fantasiosas imágenes virtuales, me cuesta centrarme
en la exploración y el recuerdo de aromas que antaño hacían florecer claveles
reventones. Como el rosal que ya agoniza poco a poco cansado de esperar a que
las rosas, pensadas y queridas para otro fin, se marchiten año tras año sin
llegar a los labios y las manos de el sabe quien y que nunca ha confesado. Ha
de conformarse con haber acariciado su cabello en un instintivo gesto amoroso quizá
de despedida eterna. Caigo en la cuenta de que nunca debí dejar pasar la
oportunidad de libar en su fuente el néctar de vida y ofrecérselo en un acto de
sublimación y entrega. Otrosí, la exploración tantas veces prometida y deseada
y nunca consumada del parque de Oriente.
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