Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

domingo, 8 de abril de 2012

REFLEXIÓN

En tanto escribo esta entrada, veo y escucho por TV la misa que en la Plaza de san Pedro celebra el Papa. He de reconocer que el canto de los coros me retrotrae a mi infancia y juventud y sigo casi al pie de la letra cuanto cantan; pero esa nostalgia no logra borrar la incertidumbre actual ni tampoco la certeza de cuanto a diario algunos, muchos, seguidores de ese Cristo crucificado y resucitado llevan a cabo.

El desengaño de aquellas vivencias y enseñanzas se ve reforzado por los actos miserables que la jerarquía eclesial cotidianamente lleva a cabo con quienes no siguen a pie juntillas sus indicaciones que no enseñanzas. Incluso con aquellos miembros de su congregación que, abiertamente, disienten de sus actuaciones y discursos.

Hoy, cuando los horizontes de percepción del ser humano van mucho más allá de lo que Galileo Galilei pudo soñar, es necesario tener mucho más que fe para asumir que todo un Dios, creador del Universo, de millones de estrellas, soles y planetas y por ende susceptible de estar poblado por infinitas civilizaciones de seres vivos, envió aquí, a este miserable planeta lleno de miserables seres humanos, a un Hijo suyo para ¿salvarnos? de un presunto delito del cual, en todo caso, generaciones enteras hemos sido inocentes desde que fue perpetrado.

Asumiendo que  Cristo hombre existió, los musulmanes lo reconocen como un profeta, y aún haciendo esfuerzo e incluso con dolor, es dificil creer que pudiera ser Hijo de ese Dios creador, cuya falta de piedad le condenó a ser asesinado en la cruz precisamente por quienes se decían ser sacerdotes a su servicio. Paradoja inexplicable, diáfana como la luz del sol, si analizamos la situación a la que se veían abocados con las nuevas enseñanzas del Rabí de Galilea. Nunca nos han dicho que Cristo fue asesinado, sino que murió en la cruz para salvarnos. Para salvarse ellos; lo mismo que ahora y a lo largo de los siglos han hecho estos con todos los disidentes.

Comoquiera que mi momento no está atravesando una época precisamente de esperanza, solidario con su persona y ya me gustaría con sus enseñanzas, ruego le conceda, a pesar de mi descreimiento, paz a mi espíritu.

Pater noster qui est in caelis.....