Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

sábado, 26 de mayo de 2012

¡¡HIJOS DE PUTA!!

No me gusta escribir sobre mis gentes próximas a pesar de ser este un lugar depositario de sentimientos íntimos; no es el fin para el que fue creado. Pero no puedo resistirme a dejar una reflexión: ver a un hombre que lo ha sido todo, -y a quien ha pasado toda su vida a su lado, apagarse poco a poco bajo el peso físico y moral del esfuerzo y la pena-, convertido en un guiñapo sin fuerzas sobre su persona, con capacidad de sufrimiento interno por ese mismo motivo y sin posibilidades de ayuda de personas capacitadas para ello, por mucho interés que podamos poner quienes le rodeamos, solo genera frustración, ira y mala hostia cuando te acuerdas de esos hijos de puta ladrones y cabrones -de ambnos sexos-, chorizos patológicos, que arramblan con nuestros impuestos y nuestra sangre para llevarla a paraisos fiscales, medrar, robar sin tiento y a manos llenas y para más inri alegan que todo lo hacen con altura de miras, por afán de servicio y por nuestro bien. Lástima de bombas de racimo o de cualquier otra especie que venden para que otros mueran en tanto ellos se llenan los bolsillos de comisiones que aterrizan en las islas cocodrilo. Había que encerrarlos a todos en un cercado hasta que, entre ellos, presas del canibalismo se inmolaran como en un nido de escorpiones. Y si alguno quedaba, matarlo.