Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

martes, 28 de agosto de 2012

HEREDEROS

Como de grandes propósitos, rotos, está el cementerio lleno, yo mísero de mí, no iba a ser menos. Cierto es que hay hechos que condicionan el devenir de los días y los deseos no se corresponden con la realidad.

Tuve este verano un encuentro con un amigo, colegial del siguiente escalafón, y esto me hizo recordar a aquellos que siendo prácticamente de mi edad, sin embargo fueron considerados "inferiores" en la época escolar. No era ni bueno ni malo, sino lo que en ese tiempo se consideraba normal. Dos años, eran muchos años in illo témpore. Amortiguados posteriormente, sin embargo no formaron parte de los rastros numerosos a que sometimos los bienes y propiedades ajenas por parte de mi cuadrilla. A ello contribuyó su marcha a estudiar a la capital, enviados por sus padres, moda o costumbre implantada y que a nosotros no nos alcanzó, ni pudimos disfrutar.

En casa de este amigo sus padres tenían el bar. Una tarde en años posteriores al fin de la edad escolapia, aunque no muchos, yo retransmití, al mejor estilo de Matías Prats, una partida de guiñote disputada por esos amigos herederos y que quedó grabada en una cinta magnetofónica. Realmente fue espectacular, la partida y la grabación. Ni preparada, se hubiera desarrollado para darle la emoción e intensidad con que discurrió. Aproveché para meter una cuña de publicidad destinada a quien en ese momento me tenía sorbido el seso con la esperanza de que fuera escuchada, como así ocurrió. Aunque he de decir que me averguenza la "letra" empleada, pues la continuación de la misma y  que "lalalee", eran palabras soeces que cantábamos cuando con cuatro tragos rondábamos las calles del pueblo por las noches. Aunque el "te quiero te adoro" sonaron diáfanos.

En ese grupo, había algún zagal con el que más tarde compartiría amores y desengaños comunes. Ambos nos quedamos al pairo aunque es posible que yo fuera el artífice de los suyos. El año pasado, uno de esos amigos, hermano de un quinto mío, al preguntarle si estaba de fiesta me contestó: "estoy prejubilado, si solo tengo un año menos que vosotros". Ello me hizo ver lo desfasado que tengo el cronómetro y que estoy fuera de juego. Mi recuerdo para quienes nos han abandonado temprano.

Como cantan Celtas Cortos "ya no quedan casi nadie de los de antes y los que hay, han cambiado". Si, hemos cambiado, pero deberíamos hacer algo para que el pasado no muera, más que nada porque es nuestro.