Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para callarse.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Aparcamiento

Por circunstancias, debo desplazarme en la ciudad y buscar aparcamiento para el buga en el barrio o zona a la que me desplazo. Saturado de vehículos por falta de garages subterráneos que absorvan la población automovilística autóctona y la volante, a veces me desespero por no poder encontrar una plaza donde dejar el auto. En ocasiones, demasiado lejos de mi destino. Por eso, tengo síndrome de aparcamiento y cada vez con más frecuencia, los huecos sin coche que veo, despiertan en mí una mezcolanza de acaparamiento enfermizo cuando no una rabia infinita al recordar el tiempo que he perdido en buscar un lugar donde aparcar y que en ese lugar, se desaproveche de una forma tan libertina un hueco de asfalto urbano. No, no hay derecho a tanto despilfarro. Así nos va.